Urbanismo

Jordi Sánchez: "Tenemos unos barrios metropolitanos degradados que podrían acoger crecimiento de población"

Vicepresidente de desarrollo de políticas urbanísticas del AMB

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Jordi Sanchez, vicepresidente de políticas urbanísticas de CON y regidor de Montcada y Reixac

Montcada y ReixacJordi Sánchez es vicepresidente de desarrollo de políticas urbanísticas del AMB. Entre los retos que tiene que gobernar está la elaboración del nuevo Plano Director Urbanístico (PDU) metropolitano, el primero que incluirá a los 36 municipios metropolitanos actuales y que tiene que suponer una actualización y revisión del documento vigente desde 1976, remendado y "obsoleto", según reconoce el entrevistado.

¿El PDU que se está redactando tiene que ser la hoja de ruta para saber dónde y cómo puede crecer la gran metrópoli de Barcelona?

— De lo que se trata es de poner el territorio a disposición de lo que se quiere hacer con el futuro metropolitano, repensar las ciudades. Creo que la palabra crecimiento está estigmatizada, pero la realidad es que sí, que habrá que crecer, y en esto será crucial la planificación estratégica del PDU. Montcada o el Vallès son hoy ejemplos de un crecimiento no planificado durante décadas, muy propio del desarrollismo franquista. Con la llegada de la ola migratoria en los 60, por ejemplo, se construyeron casas, barracas, en los cauces del río, y después vino la riada del 62 y hubo más de 500 muertos en el Vallès. ¿Por qué? Pues porque la gente había construido en lugares donde no se podía según se ve claramente hoy en los mapas del Agencia Catalana del Agua (ACA). Con un planeamiento urbanístico correcto, esto no habría pasado.

¿Qué tiene que cambiar el PDU que se está negociando?   

— El PGM del 76 ha sufrido más de 1.200 modificaciones y está obsoleto. Ha hecho un gran trabajo, pero hay que renovarlo y asear todo el planeamiento en un solo documento. El vigente se hizo para ordenar un crecimiento expansivo y depredador del territorio y ahora no nos encontramos en esta circunstancia.

¿Cuál es el punto de partida actual?

—  Estamos en un contexto de crisis climática grave y el PGM tiene que tener en cuenta este reto. El suelo no urbanizable ya no puede ser el patio trasero para seguir creciendo cuando haya necesidades, el concepto de depredación del territorio se tiene que cambiar. Tenemos que considerar el suelo no urbanizable y los espacios libres como estructura metropolitana que proteger.

Pero reconoce que el futuro plano preverá un crecimiento. ¿En qué términos se ha planteado? ¿Cuántos habitantes tendrá la gran Barcelona de las próximas décadas?

— Trabajamos con varios escenarios de crecimiento, pero lo que es importante es ver cómo crecer de manera diferente: garantizar que la gente pueda vivir y trabajar con calidad. Para cubrir las necesidades que tendremos hay varios modelos: el anterior, depredador de territorio no es el que queremos; no queremos consumir más territorio. Una alternativa sería aprovechar el suelo industrial y volverlo residencial, pero esto tampoco lo deseamos porque queremos una metrópoli competitiva también económicamente. El PDU planteará un plan de oferta y no de demanda, mirará qué podemos ofrecer y cómo se puede crecer y esto es lo que ahora mismo trabajan desde todos los ayuntamientos.

Me ha explicado todo lo que no puede ser. Pero entonces, ¿dónde estarán los focos de crecimiento urbanístico?

— Tenemos que pensar en nuevas centralidades vinculadas a buenas conexiones de transporte público. Tenemos unos barrios degradados que, con mejoras de transporte público, podrían acoger crecimiento de población en el área metropolitana. Hay ciudades como Montcada i Reixac, por ejemplo, con conexiones de transporte cercanas que, mejoradas, tienen un potencial enorme que el país tendría que aprovechar mucho más. Ahora mismo, siguiendo con este ejemplo, Montcada i Reixac está desaprovechada con una playa de vías o una cementera que actúa como una incineradora urbana.

Por lo tanto, ¿nos tenemos que imaginar un futuro con grandes barrios rehabilitados en estas ciudades, que emergerán atrayendo nueva población?

— Sí, futuros centros de un AMB policéntrica. El concepto actual de centro-periferia también lo queremos romper, no queremos ser el patio trasero de Barcelona y es lo que sentimos que somos a veces. Aquí viene todo: el ecoparque, la cementera, las infraestructuras que separan en vez de cohesionar y que generan espacios de marginalidad como el barraquismo enquistado que se puede ver aquí mismo, en Montcada, y en otras muchas ciudades del entorno. A veces, las administraciones miran hacia otro lado y recordamos con nostalgia el Somorrostro y a Carmen Amaya, y lo vemos en blanco y negro, pero esto está pasando hoy y lo tenemos escondido.

A pesar de que hace falta no separar el territorio, como dice, actualmente se están levantando barrios muy grandes en zonas ya muy densas y donde los vecinos demandan más espacios verdes. Pienso, por ejemplo, en el caso de Cosme Toda en Hospitalet.

—  Hay que encontrar el equilibrio entre garantizar el derecho al acceso a la vivienda, el de un trabajo digno y el espacio verde y de ocio que da calidad de vida. El resultado del PDU que queremos llevar a aprobación inicial va por aquí y ya avanzo que prevé que crezcan las zonas verdes. Se pasará de un 48% a un 52% de espacios libres, de suelo no urbanizable, en el AMB. Se quieren descalificar 18 zonas donde se preveía construir y que ahora quedarán como zonas libres.

¿Hay consenso de todas las ciudades para hacer estos cambios con mentalidad metropolitana y no local a un año de las elecciones municipales?

—  Quiero poner en valor todo el trabajo que se ha hecho para avanzar en el PDU: desde el proceso participativo, en el que se contó con las aportaciones expertas de universidades o colegios profesionales en la diagnosis, hasta la redacción, que están haciendo técnicos designados por cada municipio. Nos hemos comprometido a tener pronto un borrador de todo lo que tienen que ser puntos de aprobación inicial en cada ayuntamiento y está claro que todos se tienen que ver reflejados en el redactado. Este año el objetivo es acabar con una aprobación inicial del texto y, para eso, hace falta consenso técnico y político, es obvio, pero también suficiente ambición para que haya consenso social.

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