SALUD

La OMS reconoce por primera vez el estrés en el trabajo como una enfermedad

El síndrome del trabajador quemado tiene lugar cuando el empleado pierde el interés por la profesión

Gemma Garrido Granger
3 min
El burnout té lloc, sobretot, en ambients laborals amb una organització deficient. A la imatge, dos empleats en un despatx.

BarcelonaEl trabajador se siente exhausto antes de que empiece la jornada laboral. El solo hecho de pensar en el trabajo lo atormenta: el volumen de tareas parece no reducirse nunca y la sensación de angustia y fracaso por no alcanzar sus objetivos le impide concentrarse. Cuando esto pasa, el empleado no rinde tanto como querría y, poco a poco, el estrés lo consume, su autoestima también se desploma y pierde el interés por su profesión. Este cúmulo de sensaciones recibe el nombre de burnout o síndrome del trabajador quemado. Lo sufren, sobre todo, los que trabajan en profesiones vocacionales y en contacto con otras personas, como el personal del mundo sanitario —enfermeras, médicos, psicólogos y comadronas—, docentes y trabajadores sociales. Pero cualquier persona, sea cual sea su actividad profesional, puede desarrollar el síndrome: los factores de riesgo se escapan de la voluntad o la personalidad del trabajador y, en cambio, adquieren importancia las condiciones organizativas de cada empresa.

El burnout forma parte desde este lunes de la 11.ª edición de la Clasificación internacional de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, un listado que se utiliza como base para la identificación y la información de enfermedades y tendencias sanitarias por todo el mundo. La actualización del catálogo entrará en vigor el 1 de enero de 2022. “El reconocimiento institucional u oficial de esta enfermedad no deja de ser una etiqueta: ya sabíamos que existía”, valora el responsable de salud laboral de CC. OO. Cataluña, Francesc Montoro. “Pero formalizar un síndrome que es evidente facilita el diagnóstico, la intervención y que, a través de un informe, pueda demostrarse que el trabajador sí que sufre una enfermedad. El reconocimiento es el primer paso firme para sacar el burnout a la luz pública”, dice Joan Boada Grau, catedrático de recursos humanos en la Universidad Rovira i Virgili.

La OMS —que ha celebrado estos días la Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra— define el síndrome de agotamiento profesional como el resultado de un “estrés crónico en el trabajo que la persona no sabe gestionar adecuadamente”. Los expertos explican que la persona quemada en términos laborales experimenta una fase aguda y muy avanzada de estrés y que, por eso, se siente exhausta, experimenta sentimientos negativos o cínicos con respecto al trabajo y rinde menos. Con todo, aunque los factores personales afecten, el principal escollo para la salud de los empleados que desarrollan el burnout es la organización de la empresa en la que trabajan. La Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo reconoce el estrés como uno de los peores riesgos psicosociales en el mundo laboral y calcula que cerca de la mitad de los trabajadores europeos consideran que esta reacción es una tónica permanente en el trabajo.

El organismo europeo pone de relieve que el malestar en el trabajo está estrechamente ligado a las condiciones tóxicas que se ofrecen en algunas empresas: una organización y gestión de las tareas deficientes, una carga de trabajo excesivo —a menudo agravada por la asunción de responsabilidades ajenas por parte del empleado— y una falta de comunicación horizontal —con el resto del personal— o vertical —con la dirección de la empresa—. “La única forma de abordar adecuadamente el síndrome del trabajador quemado pasa por mejorar las condiciones laborales”, sentencia Montoro. Se estima que en Cataluña un tercio de los psicólogos y de las enfermeras sufren el burnout, pero todavía no existen estudios concluyentes sobre su incidencia en la población catalana o la española.

El papel de la empresa

El síndrome de agotamiento profesional a menudo se maquilla con afecciones menores, como migrañas, lumbalgias, gastroenteritis o dificultades para respirar. “Es una enfermedad muy psicosomática, y eso hace que la persona pueda desconocer que detrás de sus complicaciones de salud se esconde el burnout. La desmotivación o el absentismo es una forma de autoprotegerse”, explica al ARA Boada Grau. El experto en psicología del trabajo lamenta que, a menudo, los afectados por esta enfermedad tengan que pedir la baja laboral utilizando otros malestares para que la empresa “les crea”: “Se debe, principalmente, a un tema cultural europeo, pero irá cambiando a medida que se haga más conocido”. De hecho, Boada Grau remarca que las empresas “deberían aprender a controlar las variables que causan el síndrome” y normalizar el uso del Inventario de Burnout de Maslach (MBI, en inglés), ya que es una de las herramientas al alcance de los departamentos de recursos humanos para evaluar la incidencia del síndrome.

El responsable de salud laboral de CC. OO. Cataluña, Francesc Montoro, recuerda que ayudar a los trabajadores a superar el burnout no pasa, únicamente, por ir al psicólogo. “Su vida personal no debe verse alterada. La causa de buena parte de los casos es que la organización en la empresa es deficiente o incumple las normas de riesgos psicosociales”, reprocha. Y añade: “Es esencial conocer y corregir las condiciones laborales inadecuadas para poder prevenir que una persona se accidente; porque sí, desarrollar burnout también es sufrir un accidente laboral”.

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