"Cuando el paciente es un amigo, lo pasas peor"

Joan Manel Pérez-Castejón y Jordi Mancebo son médicos y amigos, y durante la primera oleada el primero también fue paciente covid

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Barcelona“No vamos bien, te tenemos que intubar porque lo necesitas”. Los que pronunciaban estas palabras hace algo más de un año no eran solo sanitarios, eran también compañeros de profesión de Joan Manel Pérez-Castejón, médico geriatra a quien en marzo de 2020 el covid llevó al hospital, pero aquella vez como paciente. Dirigiendo la unidad de cuidados intensivos (UCI) del Hospital de Sant Pau, donde ingresó, estaba su amigo, Jordi Mancebo, quien, como la mayoría de profesionales sanitarios este último año, ha vivido la que es, dice, “la peor experiencia profesional” de su vida. Nunca habíamos oído a hablar tanto de las unidades de cuidados intensivos y de los tratamientos que se aplican en ellas, pero Jordi Mancebo recuerda que “no hay nada más importante que la relación que se establece con los enfermos, porque son extremadamente vulnerables”.

Ser el médico de un amigo tampoco es fácil. No tanto por la toma de decisiones, sino porque “cuando el paciente es un amigo lo pasas peor”. “Hay vínculos emocionales que no puedes cortar. Es como cuando un familiar se pone enfermo, también lo vives de una manera diferente”, argumenta Jordi. Joan Manel, a su lado, asiente: “¡Qué peso que les puse encima, a mis compañeros!” “Tengo la sensación que se lo he puesto difícil. A nivel personal, no te puedes disociar tanto y esto tiene un coste emocional”, reconoce. Su amigo dice de él que es un “buen enfermo”. “Es de buena pasta, y esto ayuda a hacer que las decisiones sean más fluidas”. Como también ayudó el hecho que fuera médico: “Porque entendía la realidad que le venía encima”. Como en el momento de desintubarle, después de un mes y medio con un tubo de plástico en la garganta. “Compartimos la angustia y la incertidumbre. Negociamos, porque se jugaba un agujero en el cuello”, dice Jordi. Y Joan Manuel se le suma: “No las teníamos todas, pero los astros se alinearon y salió bien". Como médico en el rol de paciente, Joan Manuel disponía de información privilegiada que, si bien en algún momento le podía generar angustia, dice que lo ha ayudado más que no perjudicado, puesto que algunos de los retos con los que se encontró al salir de la UCI–reaprender a andar o a tragar– ya los había visto antes en pacientes suyos.

En cuestión de 24 horas

Después de esta experiencia ahora pone más en valor la relación de amistad con Jordi, con quien ha compartido momentos difíciles. “A pesar de que él es más consciente que yo, que estaba dormido”. Pero el vínculo también lo hizo con el resto de personal médico. “Es una gran cadena de personas”, dice.

Joan Manuel se contagió al inicio de la pandemia y todo fue muy rápido: en cuestión de 24 horas pasó de estar en observación con una neumonía bilateral a ingresar en la UCI con insuficiencia respiratoria. Pasó cuarenta días en la UCI de Sant Pau y en la de la Vall d'Hebrón, donde lo trasladaron para conectarlo a un dispositivo de oxigenación de membrana extracorpórea (ECMO), una técnica muy invasiva que se reserva para los pacientes más graves y que requieren un 2% de los enfermos. “Él fue un ejemplo de los pacientes más graves que podemos tener. La enfermedad le afectó muy severamente el pulmón”, explica Jordi, que admite que llegó a sufrir por la vida de su amigo. “Cuando dependes de aparatos de apoyo vital tu vida está en riesgo permanente. Y tienes que informar honestamente. Él estaba dormido, lo que era complicado era explicárselo a su mujer”.

Despertar en la UCI, después de tantos días sedado, comporta problemas de orientación. Joan Manuel había creado un mundo a medio camino entre los sueños y la realidad y que él situaba en el Pallars, donde creía que estaba. La visita de su mujer, Vicki, fue el punto de inflexión que le hizo aterrizar en la realidad. “Fue emocionante, después de tantos días sin verse”, recuerda Jordi, que reconoce que la prohibición de las visitas presenciales ha sido “una fuente de sufrimiento” para los enfermos y sus familiares. “Las videollamadas ayudan, pero no sustituyen. Una videollamada con una persona inconsciente ya no tiene sentido. Es como ver morir a un familiar por televisión, lo que querrías es estar a su lado y darle la mano”.

Joan Manuel todavía se está recuperando, por eso todavía habla de secuelas. “De manera lenta pero progresiva voy mejorando”, dice. Y no se marca objetivos. Como Jordi, que, a pesar de estar esperanzado con la vacunación, dice que la pandemia se acabará pero que “no sabemos ni cuándo ni cómo”. “Que salgamos de esta dependerá del pequeño esfuerzo que hacemos todos”.

Los protagonistas
  • Joan Manel Pérez -Castejón 56 años, médico geriatra y paciente covid Pasó 65 días ingresado, 40 de los cuales en las UCI de Sant Pau y Vall d'Hebrón
  • Jordi Mancebo 63 años, jefe de la UCI del Hospital de Sant Pau Ha vivido la que es "una de las peores experiencias profesionales". Entre los muchos pacientes que ha tratado está su amigo Joan Manuel
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