La pandemia hunde la detección de la diabetes, cánceres y el colesterol
La pérdida de visitas presenciales en los CAPs reduce en un 40% los diagnósticos de una treintena de enfermedades crónicas y frecuentes
BarcelonaEl diagnóstico de 30 enfermedades que acostumbra a hacer la atención primaria, como la hipertensión, el colesterol y la diabetes, ha caído, de media, un 40% desde que estalló la pandemia del coronavirus. La cifra sale de un estudio del Consorci d’Atenció Primària de Salut Barcelona Esquerra (CAPSBE) y el Hospital Clínic, que ha registrado la cifra de nuevos diagnósticos de las 30 enfermedades más frecuentes en Catalunya y la ha comparado con las recogidas entre 2017 y 2019. Este frenazo también se ha notado en patologías más graves como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (MPOC) y algunos cánceres, como el de mama o el melanoma. Antoni Sisó, médico de primaria e investigador principal del estudio, atribuye buena parte de esta disminución a la ausencia de visitas presenciales a los centros de atención primaria (CAP). “La directriz de las autoridades era muy clara: priorizad el covid y evitad la entrada de pacientes para que no se produzcan aglomeraciones y contagios. Cuando se nos ordena esto, se nos pide que releguemos a un segundo plano el resto de enfermedades”, afirma.
Los registros de nuevos diagnósticos de 2020 constatan una reducción anormal de enfermos que oscila entre el 35% y el 50% dependiente de la enfermedad. Sisó explica que debido al monopolio del covid ahora hay más “enfermedades sumergidas” o invisibles que no se han diagnosticado o que se han identificado tarde. Y a pesar de que el estudio se ha hecho con los datos de 85.000 habitantes de Barcelona, los investigadores aseguran que los resultados son extrapolables a toda Catalunya. La solidez del análisis, subraya Sisó, es tan grande que las conclusiones se han publicado en la revista más prestigiosa de medicina familiar, la Annals of Family Medicine.
Durante meses, el virus ha “bunquerizado” los CAP y la relación entre médicos y pacientes ha cambiado radicalmente, y todavía ahora se arrastran las consecuencias de la casi supresión de las visitas cara a cara, tanto en la detección de enfermedades crónicas como en el seguimiento de las ya diagnosticadas. “Nosotros estamos entrenados para la exploración física, la observación y la conversación con el paciente. El cara a cara es nuestro terreno de experiencia, más que cualquier otro modelo de relación paciente-médico”, explica Sisó, que afirma que la falta de presencialidad se traduce en una infradetección de nuevas enfermedades y un empeoramiento de las condiciones de los enfermos, que llegan a las consultas más descompensados y con síntomas más graves.
La directora del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Gemma Craywinckel, asegura que el 2020 fue un año muy complicado para la detección de nuevas enfermedades. "Estimamos que los diagnósticos de las enfermedades más prevalentes se redujeron entre un 20% y un 30%. Cuesta saber si estos casos habrían llegado a las consultas o no sin pandemia, pero la disminución es evidente", explica. Además, Salud también ha observado que se han reducido las visitas y el control médico sobre la medicación a pacientes crónicos. "En 2020 no pudimos recuperar la actividad perdida, pero este 2021 ya lo estamos haciendo. Trabajamos para recuperar la presencialidad en la primaria, acortar los tiempos para hacer pruebas diagnósticas y conseguir una primera visita con los especialistas", añade.
El miedo y el cambio de hábitos
La primaria es el primer lugar donde se dirige la población cuando cree que puede sufrir un problema de salud, pero no todo el mundo da el paso, y el contexto pandémico ha obstaculizado la accesibilidad al sistema sanitario. Este es el caso de Maria, de 56 años, que hace poco se visitó por unos dolores insoportables en las articulaciones. A pesar de que admite que siempre ha sido reticente a ir al médico, asegura que la situación epidemiológica tampoco invitaba a ir al CAP. “Pensaba que tenía que estar muy mal para ir o tener un problema muy urgente. No me atrevía a ir para una revisión”, explica.
Sus problemas de salud empezaron justo después del confinamiento. “Como soy una persona activa –nado tres veces por semana y voy en bici al trabajo–, creía que el dolor venía del cambio de hábitos, de teletrabajar y pasar muchas horas sentada. Pero el dolor se me extendió y empecé a preocuparme”, admite. Hasta que una mañana de principios de septiembre no se pudo levantar de la cama ni poner un pie en el suelo. Entonces solicitó una e-consulta y poco después le programaron una visita urgente.
“Creen que es polimialgia reumática y me han derivado a reumatología del Hospital Trueta”, explica. Ahora, a pesar de que el dolor no ha desaparecido –tiene rigidez y debilidad en los músculos–, la cortisona que le han prescrito le permite dormir por las noches y recuperar la movilidad. “No puedo decir si habría ido antes al médico o no, pero si el covid no hubiera alterado tanto nuestra normalidad me habría dado cuenta antes de que algo iba mal porque no habría encontrado excusas para estos cambios”, dice.
La caída de estos diagnósticos también se explica por el componente del miedo, que disuadió a mucha gente de acercarse a las consultas cuando lo necesitaba. Sisó lo ha vivido en su consulta: en verano una mujer de 53 años se visitó por un dolor lumbar que arrastraba desde hacía muchas semanas y la ecografía acabó confirmando que tenía cáncer de ovario. A pesar de los síntomas, la mujer explicaba que no había osado ir al médico porque creía que tenían mucho trabajo, no los quería contagiar y temía contagiarse ella.
Más cánceres de pulmón
Muchas de las enfermedades cardiovasculares y metabólicas, como por ejemplo la hipertensión y la diabetes, son recuperables; es decir, la persona puede reconducir su estado de salud con hábitos de vida saludable y control médico. “Ahora bien, a corto plazo se tendrán que hacer seguimientos más intensivos y prescribir tratamientos que pueden resultar más agresivos, y que evidentemente requerirán un aumento en la dedicación de recursos”, explica Sisó.
Por ejemplo, el CAP Les Corts de Barcelona ha analizado la evolución de 250 enfermos de diabetes comparando el estado de salud que tenían en diciembre de 2019 y en diciembre de 2020, y las conclusiones son preocupantes. En general, los diabéticos pesan 4,5 kg más de media, tienen una presión arterial mucho más elevada y menos control metabólico, que puede derivar en el síndrome del pie diabético (que puede comportar amputaciones a la larga) o en retinopatías que pueden acabar en ceguera.
Ahora bien, el cáncer es probablemente la enfermedad que más preocupa a los profesionales sanitarios, porque una detección precoz es clave y la atención primaria es la puerta de entrada de buena parte de los pacientes con sospechas. La directora del CatSalut cifra en un 21% la caída media de nuevos diagnósticos de cáncer y admite que la prioridad es recuperar la presencialidad en los CAP e “ir a buscar” los cánceres en fases tempranas. "Donde tenemos que poner los máximos esfuerzos y ser selectivos es en aquello que nos ha quedado sumergido durante este tiempo", afirma, y añade que el diagnóstico de casos de cáncer de mama y colon ya ha repuntado este 2021.
En cambio, el coronavirus también ha forzado el diagnóstico precoz del cáncer de pulmón: los nuevos casos se han incrementado un 42% en un año. En parte, argumenta Sisó, por el aumento de radiografías y escáneres torácicos que se han hecho para controlar la infección de covid. “Gracias a esta vigilancia hemos podido diagnosticar de manera precoz cánceres y tumores de medida pequeña que habrían debutado más tarde”, ha explicado Sisó.
El estudio también constata que han repuntado un 16% los diagnósticos de ansiedad, a pesar de que los profesionales creen que la cifra sería todavía superior teniendo en cuenta que los trastornos de salud mental que se detectan son solo la punta del iceberg.