Rock'n'roll con supervisión científica en la Sala Apolo
500 personas participan en el estudio sobre riesgo de contagio en conciertos
BarcelonaPara resumir la pandemia, y antes de que llegue la vacunación, la estrategia básica es “mascarilla, manos, distancia (y ventilación)”. Aun así no es suficiente; bastante lo saben sectores como el de la música en directo y el de las discotecas. ¿Sería posible aplicar una estrategia que fuera “mascarilla, manos, test de antígenos (y ventilación)”? Esta es la hipótesis que ha llevado al equipo del doctor Bonaventura Clotet a poner en marcha un estudio sobre riesgo de contagio de SARS-CoV-2 en un espectáculo musical multitudinario con medidas de prevención de transmisión. El propósito, compartido con el festival Primavera Sound, era reunir un millar de personas en la Apolo de Barcelona durante un concierto sin restricciones en cuanto a la distancia. La negociación con el departamento de Salud redujo la muestra a 500, pero el estudio de campo se hizo ayer. Fue rock'n'roll con supervisión científica y con el incansable trabajo del personal de sala de la Apolo, siempre atenta al comportamiento y a las necesidades del público antes, durante y después de los conciertos de los grupos Mujeres y Renaldo y Clara, y de las sesiones de DJ de Marta Salicrú y Unai Muguruza.
“Esto es un ensayo clínico, y nosotros ponemos el rock'n'roll”, dijo el batería Arnau Sanz a principio del concierto del grupo Mujeres. Buena síntesis de las dos almas de un anochecer en el Apolo que, de hecho, había empezado unas horas antes. Por la mañana, los voluntarios seleccionados para el estudio (todo el mundo mayor de 18 años y menor de 59) fuimos pasando por la veintena de carpas instaladas en el Jardín de las Tres Xemenies, donde nos tomaban muestras para el test de antígenos y para la PCR. Al cabo de quince minutos llegaba el resultado de antígenos. Si era negativo, todavía tenías que esperar a primera hora de la tarde para saber si serías de los 500 que entrarían en el Apolo o si formabas parte del grupo de control que se quedaba fuera.
A la entrada de la Apolo recibías una mascarilla FFP2 reutilizable de color negro. “Parecéis de una secta, todos con la misma mascarilla ”, bromeó Clara Vinyals, del grupo Renaldo y Clara. Una vez dentro, y con la aplicación Radar Covid activada para garantizar la trazabilidad, se trataba de reproducir todo lo que comportaba un concierto antes de la pandemia... Y era igual si no fuera por las mascarillas, los dispensadores de gel, las flechas en el suelo señalando el camino entre los diferentes espacios y las pacientes indicaciones del personal de la Apolo. Los voluntarios nos podíamos mover por las tres salas. En la 1, la más grande, había barras abiertas, mesas y sillas, pero también se podía beber de pie, como hizo el mismo doctor Clotet. Charlábamos y charlábamos y, haciendo caso del propósito del estudio, nada de mantener la distancia profiláctica. Eso sí, si hablabas con la mascarilla bajada, rápidamente eras advertido con rotunda cordialidad. Las normas estaban claras.
La sala 2 era para los conciertos, en la 3 había la zona para fumadores, y el público íbamos siguiendo flechas y subiendo y bajando escaleras para dar un trago, ver un concierto o bailar de forma barcelonesa, dejando un semicírculo vacío delante del DJ. A medida que crecía el alboroto y la desinhibición fermentada o destilada, todo ello se asemejaba bastante a una noche como no las hay desde marzo. El punto álgido llegó con el rock'n'roll de Mujeres, que provocó primero bailes y enseguida pogos. También se trataba de eso, de sudar y vivir intensamente la oportunidad... pero sin olvidar que estábamos participando en un ensayo científico.
“¡Poneos la mascarilla! ¡No me toquéis las pelotas!”, gritó el batería de Mujeres al ver algún espectador a boca descubierta. Era la forma de recordar tanto la importancia de este anochecer en el Apolo como la necesidad de mantener el compromiso adquirido al participar en el estudio. Hoy recibiremos el resultado de la PCR de sábado, que permitirá afinar la eficacia del test de antígenos. Durante ocho días tenemos que evitar estar en contacto con personas mayores de 70 años. Y, lo más importante: el 20 de diciembre tienen que volver a hacernos una PCR.