Salud

Catalunya prueba la vacuna contra el cáncer de pulmón: "Si a mí no me funciona, por los que vengan"

Vall d'Hebron y Can Ruti participan en un estudio internacional que quiere demostrar la efectividad de este tratamiento

BarcelonaRamón tiene 82 años y hace cinco meses le diagnosticaron cáncer de pulmón. Estaba muy cansado, sus piernas le pesaban y tenía dificultades para subir las escaleras de casa. Sus hijos le llevaron de urgencias al hospital, donde le encontraron un tumor en el pulmón que no podía operarse porque el riesgo de complicaciones era muy alto. Además, tampoco podían administrarle el tratamiento habitual que se ofrece a los pacientes que no pueden pasar por quirófano, ya que no era compatible con su tipo de cáncer. Los profesionales le decían que la única alternativa que tenía a su edad era realizar sesiones de quimioterapia y radioterapia, pero él quería ir más allá y, finalmente, le propusieron una última salida: incluirlo en un ensayo clínico que está probando la eficacia en humanos de las primeras vacunas contra el cáncer de pulmón.

"Pensé que debía ir a por todas. Si sale bien, mejor. Y si a mí no me funciona, por los demás, por los que vengan", recuerda el paciente. Ramón vive con su mujer, Juana, que no se puede mover de la cama, tiene dos hijos y tres nietos. Decidió participar en el ensayo por ellos, pero también por todos los enfermos de cáncer de pulmón que, como él, carecen de alternativas terapéuticas. Su hijo Santos explica que tiene muy buena actitud y que quiere seguir luchando, sobre todo por su madre, de quien no quiere separarse.

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La vacuna que le han administrado se llama BNT116 y la fabrica la empresa BioNTech. Lo que hace la nueva vacuna es preparar al sistema inmunitario para que detecte las células cancerosas y las combata, como una inmunoterapia. De esta forma, se refuerza la respuesta inmunitaria de los enfermos y se preservan las células sanas, a diferencia de tratamientos más agresivos, como la quimioterapia, que no distingue entre los tejidos sanos y el tumor. "Lo que hacen estas vacunas es sacar el camuflaje que utiliza el tumor para pasar desapercibido de las defensas del cuerpo", concreta el oncólogo y líder del estudio en Catalunya, Enric Carcereny, quien insiste en que el estudio está en una fase inicial y que no debe jugarse con las expectativas de los pacientes.

La inyección está diseñada para combatir el cáncer de pulmón de células no pequeñas, la forma más habitual de esta enfermedad. En este ensayo clínico en fase 1, en el que participan 34 centros de investigación de todo el mundo, se evalúa su toxicidad, es decir, si los efectos adversos que genera la vacuna son asumibles para los pacientes, así como su eficacia contra el tumor. "Es una prueba de concepto. El objetivo es ver los riesgos y beneficios potenciales del tratamiento", explica el investigador.

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Los centros que participan son de Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Hungría, Polonia, Turquía y España. En el Estado participan cinco hospitales, de los que dos son catalanes y el ensayo lo gestiona el Instituto Catalán de Oncología (ICO): el Hospital Vall d'Hebron y el Hospital Germans Trias i Pujol. En total, se incluirán a más de un centenar de pacientes de todo el mundo en diferentes fases de la enfermedad, desde la etapa temprana antes de la cirugía o la radioterapia, hasta la enfermedad en fase tardía o el cáncer recurrente. Aparte del pinchazo, los participantes del estudio también recibirán inmunoterapia para ver el efecto combinado de los dos tratamientos.

El ARN mensajero

La vacuna utiliza la misma tecnología con la que se elaboraron los tratamientos que doblaron la Covid-19 hace cuatro años, el ARN mensajero. Dentro de los núcleos de todas las células se encuentra el material genético (ADN) con las instrucciones para fabricar las proteínas que dan forma y hacen funcionar nuestro organismo. La misión del ARN mensajero es convertirse en una copia de la información que almacena el ADN en el núcleo y llevarla a las partes de la célula donde se fabrican las proteínas correspondientes.

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Esta función tan fundamental levantó sospechas en la comunidad científica en breve: si hay alguna enfermedad causada por la falta de una proteína, en lugar de tratarla directamente con la proteína, que es técnicamente difícil, se puede tratar con el ARN mensajero, que hace que las células del cuerpo fabriquen la proteína. Carcereny reivindica la apuesta que hace el ICO por este tipo de tecnología, así como por las inmunoterapias, con el objetivo de encontrar nuevas herramientas para mejorar los resultados de los pacientes con cáncer.

La "revolución" de la inmunoterapia

El cáncer de pulmón es el tumor más frecuente en el mundo y también el que más muertes causa. El año pasado en Catalunya se diagnosticaron 4.984 nuevos casos y 3.471 personas murieron por esta enfermedad, que tiene una mayor prevalencia entre los hombres. La detección precoz del tumor es determinante, puesto que cuanto antes se detecta, más efectivos son los tratamientos y mejores resultados se obtienen. Cuando el tumor está en una fase inicial y no se ha extendido a otras partes del cuerpo, se utiliza la cirugía para extirparlo. En estos casos, la quimioterapia y la radioterapia pueden ayudar a reducir el tamaño del tumor antes de la operación.

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Ahora bien, cuando se detecta en fases más avanzadas, las opciones terapéuticas disminuyen. Carcereny asegura que en los últimos años ha habido una "revolución" con la llegada de las inmunoterapias, sobre todo para las personas que no pueden pasar por quirófano. Son tratamientos que estimulan el sistema inmunitario para que distinga las células tumorales y las ataque, lo que permite un mayor control de la enfermedad. El oncólogo explica que la supervivencia de los pacientes ha mejorado mucho con estas terapias, pero, aun así, "el pronóstico del cáncer de pulmón sigue siendo muy malo".

Por eso, el investigador del ICO ve muy positivo que se empiecen a ensayar las primeras vacunas contra este tumor. Carcereny aclara que el estudio está todavía en una fase inicial y prevé que, si todo sale bien y los pacientes muestran una mejora notable en comparación con el tratamiento habitual, todavía faltarán entre cinco y diez años para que las vacunas estén al alcance de todos . "Primero debe verse que la toxicidad es asumible y que la eficacia es mejor que la de los tratamientos que ya tenemos disponibles", argumenta.