Coronavirus

El estrés del confinamiento, y no la cóvido, alteró el ciclo menstrual

Un estudio del Hospital de Sant Pau vincula las reglas irregulares de miles de mujeres durante la pandemia con la angustia y el miedo

ARA
3 min
Una mujer con mascarilla , hoy en una playa de Barcelona

BarcelonaDurante la pandemia, muchas mujeres notaron que sus reglas tenían alteraciones y sangraban más abundantemente que antes, o también se les alteraba el calendario con retrasos que hasta entonces no habían notado. Sin ninguna evidencia ni explicación alguna, los hubo que lo atribuyeron a haber pasado la cóvida. Ahora, sin embargo, un equipo de investigadores han concluido que estas irregularidades en el ciclo menstrual se debieron al estrés psicológico provocado por meses de confinamiento y restricciones, más que a la propia infección del virus. En cambio, anteriores estudios sí van vincular la vacuna contra el coronavirus con alteraciones temporales de la regla.

Para intentar averiguar si existía una relación causa-efecto entre la cóvida y las alteraciones de los ciclos menstruales, un equipo del Hospital de Sant Pau de Barcelona realizó una encuesta virtual entre mujeres para conocer de primera mano qué experiencias habían tenido durante el confinamiento pandémico. "Fue el estrés y la ansiedad que sufrían las mujeres lo que alteró el ciclo", afirma en declaraciones a Efe el ginecólogo Joaquim Calaf, uno de los dos autores del estudio, publicado en la revista Medicina Clínica y que ha avanzado El Periódico. Efectivamente, las mujeres, junto a los adolescentes y las criaturas, fue el colectivo que desarrolló más cuadros de miedo y angustia a raíz de la pandemia. Además, muchos de los trabajos básicos son sectores muy feminizados: en la sanidad, cajeras de supermercado, cuidadoras, etc., y estas trabajadoras tuvieron que continuar trabajando con las grandes incógnitas sobre la infección de los primeros meses y el miedo a contagiar mente y contagiar la enfermedad a sus familiares más cercanos.

Para este estudio pionero, se contactó con 6.440 mujeres de entre 15 y 55 años que no habían pasado la cóvid-19 ni tampoco tomaban ningún anticonceptivo hormonal, ya que estas sustancias regulan el ciclo menstrual. A través de la encuesta online se recogió información sobre qué actividades habían realizado durante el confinamiento, la actividad sexual, su estado mental (miedo, angustia, preocupación), los cambios menstruales y el impacto en la calidad de vida.

Una regla como mínimo

Más de nueve de cada 10 mujeres, concretamente el 92,3% de las entrevistadas validadas, tuvieron al menos una menstruación durante el confinamiento, mientras que el 7,7% presentaron amenorrea (ausencia de menstruación). El estudio revela que los cambios en el estado emocional influyeron en los trastornos menstruales, y no tanto la duración y la intensidad del hecho de estar aislada o la exposición a la enfermedad.

Entre los dos grupos de mujeres, las que pudieron quedarse en casa y estar más protegidas y las que tuvieron que continuar trabajando como servicio esencial, no había tanta diferencia por este hecho, por dónde y cuánto de tiempo se había estado aislada, sino por cómo se entomaba la situación. Los investigadores constatan que para las primeras, el teletrabajo tuvieron que hacerlo con convivencias de 24 horas y siete días a la semana con hijos y pareja, y también encargándose de las labores del hogar; para las segundas, las que tuvieron que seguir trabajando de cara al público, las angustiaba esta exposición porque implicaba un mayor riesgo de contagio propio y de llevar la enfermedad al entorno familiar. Para muchas mujeres, además, las restricciones de movimiento impuestas hizo que perdieran el trabajo o dejaran de ingresar dinero.

De la encuesta también se extrajo que para la mitad de las mujeres, la calidad de vida global empeoró durante el confinamiento; mientras que para el 40% se mantuvo en niveles similares y para un 9%, en cambio, mejoró. Las cifras son similares respecto a las relaciones sexuales: aproximadamente el 50% tuvieron menos sexo que antes del confinamiento, un 41% se mantuvieron con la misma actividad y un 9,5% tuvieron más sexo.

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