Salud

El mal que muchas madres han sufrido en silencio toda la vida (y que puede prevenirse)

Un proyecto liderado por enfermeras quiere cambiar el periplo sanitario de mujeres con incontinencia urinaria

La enfermera Núria Borell y Susagna en una consulta del centro Owings.
3 min

BarcelonaEl parto de Fina fue traumático: su hija venía con el cordón umbilical atado al cuello y cualquier movimiento que hiciera podía ser un riesgo para la criatura. Cuatro largas horas de trabajo y de fórceps acabaron con el nacimiento de la niña sana y salva. En cambio, su suelo pélvico quedó sentenciado y ha tenido que aprender a convivir con los escapes de orina. A Susagna le extrajeron un riñón y la matriz para evitar la progresión del cáncer de vejiga que sufría. Hace un par de años le hicieron una ostomía y ha tenido que acostumbrarse "por narices" a hacer vida normal con un orificio y una bolsa para los esfínteres en el abdomen. Sin embargo, durante mucho tiempo su cabeza se desconectó de la pelvis hacia abajo.

Hacerse pipí de risa o "disimular las gotitas que escapan" con compresas se ha normalizado, pero la incontinencia urinaria tiene un gran impacto en la vida de quien la sufre. "Desde 2016 hemos atendido a muchas mujeres con mucho dolor, no solo físico, también mental y emocional", afirma Núria Borrell, enfermera y directora de Owings, un centro especializado en salud íntima nacido en 2016. Trabajan profesionales de la enfermería y la psicología, la fisioterapia y la nutrición.

El 90% de las personas que sufren incontinencia urinaria son mujeres. Además, algunas estimaciones cifran que en Catalunya afecta a entre un 30% y un 40% de las de más de cincuenta años. Son mujeres que arrastran secuelas de partes instrumentalizadas, de cirugías, de menopausia sin un buen seguimiento... Es decir, todo lo que causa un trastorno del suelo pélvico y provoca ciertas disfunciones como prolapsos, escapes, dolor en las relaciones sexuales o daños a la mucosa genital. La quimioterapia también deja la vagina absolutamente seca, atrófica. "No puede que todavía haya mujeres sin información durante el proceso oncológico", afirma Borrell. Además, muchas de ellas sufren alteraciones en la autoestima o se encuentran con dificultades para socializar.

La importancia del suelo pélvico

La pérdida de orina suele darse cuando se hacen esfuerzos, como toser, pero hay golpes que pueden sufrirse incluso caminando. Cada vez más hospitales tienen unidades de suelo pélvico y están llegando fisioterapeutas especializadas en muchos centros de atención primaria (CAP). Sin embargo, la sanidad pública aún no ha consolidado el cuidado genital dentro del sistema. "Pedí cita a una unidad de suelo pélvico y nunca me han devuelto la llamada. Hay mucha demanda", explica Susagna.

Antes de la ostomía, ella sufrió pequeñas incontinencias y contó con cierta vergüenza a sus amigas que debía llevar un pañal. "No se sorprendieron; pensaban que era normal", dice. No es de extrañar. Las mujeres con disfunción del suelo pélvico suelen transitar por dos caminos: el sufrimiento en silencio o el periplo por el sistema sanitario. En algunos casos, uno lleva al otro. Como en el de Fina: "Cuando me atreví a hablar de ello, el ginecólogo me echó la carta de la menopausia. Me dijo: «Por tu edad es normal que tengas pérdidas de orina». Yo le había explicado mi parto y que todos esos problemas habían empezado antes de la menopausia, pero se lo debía de tener, pero, se le decía pensó.

El riesgo de sufrir incontinencia sí aumenta con la edad. "Cuando la mujer pierde los estrógenos, el suelo pélvico pierde consistencia y deja de sostener como antes", explica Borrell. Y antecedentes como partes, operaciones o infecciones lo condicionan. La edad no exime a ninguna mujer. Ahora bien, un abordaje precoz puede solucionar el 50% de los casos y mejorar un 20%, afirma Borrell.

Sin embargo, a Fina sólo le recomendaron llevar "alguna comprendida" en el bolso por si se le escapaba orina "en público". Y, si empeoraba, que probara con unos pañales. A otras mujeres con (aún) menos suerte, les recetan antidepresivos o ansiolíticos "por los nervios o por el síndrome del nido vacío si se da el caso de que sus hijos se han ido de casa", denuncia la enfermera.

Una cooperativa "en femenino"

Ahora el equipo de Owings ha impulsado un proyecto llamado Salut en Femenino para crear una cooperativa: Owings Lab. El objetivo es formar a mujeres de entre 25 y 70 años, tanto si sufren una disfunción del suelo pélvico como si no, para que conozcan su anatomía y los procesos que pueden ocasionarles alteraciones, así como herramientas para tratarlas. El plan se dirige a unas 750 mujeres.

La frecuencia de visita al especialista tampoco es la óptima, y Owings Lab también quiere sensibilizar a los profesionales de la salud para que puedan realizar una detección precoz de la incontinencia urinaria e indicar el tratamiento adecuado. Si es necesario, se prevé derivar a las pacientes a centros especializados. "Queremos contribuir a romper estigmas para que esto comience a visibilizarse", dice Borrell. Y concluye: "Que ninguna de ellas tenga que volver a oír la frase: «No se preocupe, eso es normal»".

stats