Coronavirus

"Las mascarillas se tienen que ir eliminando por necesidad social"

Los expertos y las comunidades proponen debatir ya la retirada de la medida, pero el Gobierno español desconfían de ello

Las mascarillas  dejaron de ser obligatorias en los patios de las escuelas el pasado 10 de febrero
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Barcelona¿Las mascarillas tienen los días contados? El Gobierno español prevé que el símbolo de la pandemia desaparezca "muy pronto" de los espacios interiores, pero se resiste a poner una fecha como han hecho otros ejecutivos europeos como Francia, que la suprimirá el 14 de marzo. España es uno de los pocos países donde las mascarillas todavía se tienen que llevar obligatoriamente en lugares cerrados. La estabilidad epidemiológica y el descenso progresivo de la ocupación en los hospitales que han sucedido a las cifras inéditas de la sexta ola han hecho que cada vez haya más presión sobre el ministerio de Sanidad para que dé el paso de recuperar la anhelada normalidad y las elimine definitivamente.

Hasta ahora la opinión mayoritaria era que había que esperar hasta que se acabara el invierno, a finales de marzo, pero cada vez más gobiernos autonómicos quieren forzar el debate para hacerlo ya, entre los que se encuentran el de Catalunya y el de Andalucía. Hace semanas que las dos defienden que habría que quitarlas de las escuelas antes de prescindir de ellas en el resto de espacios y la ministra Carolina Darias finalmente ha cedido: el próximo jueves, en el Consejo Interterritorial de Salud, se debatirá la idoneidad de retirarlas de los centros educativos. Aun así, de momento la autoridad sanitaria estatal no tiene claro si quiere empezar por los niños o esperar unas semanas más, hasta que empiece la primavera, para eliminarlas directamente para todo el mundo. "Aún no hay ninguna decisión tomada", explican.

Entre los expertos consultados por el ARA sí que hay un cierto consenso: dicen que se dan las condiciones para debatir la supresión de las mascarillas y que se tendría que empezar por las escuelas. En palabras de la doctora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa, Margarita del Vale, irlas eliminando es "una necesidad social". También el responsable del área de respuesta del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, en inglés), Josep Maria Jansà, es partidario de relajar las medidas atendida la buena evolución epidemiológica y aboga por eliminar la mascarilla de los espacios donde se ha demostrado “que no tienen un valor añadido que no pueda garantizar la distancia interpersonal”. “El indicador más potente es el de la severidad y, a pesar de las cifras elevadas de contagios, ni la presión asistencial ni la mortalidad incrementan”, explica al ARA. El epidemiólogo cree que las autoridades sanitarias tienen que ser más "valentes" y dice que, del mismo modo que se los exige proactivitat a la hora de impulsar restricciones, también hay que pedirlos a la hora de retirarlas.

Después de dos años en pandemia, llevar la mascarilla es un mensaje implícito de que el virus continúa circulando y de que hay que tener cuidado antes de darla por acabada, según el epidemiólogo del Hospital Clínic, Antoni Trilla. Ahora bien, el experto defiende que la evolución avala su supresión “progresiva” y recomienda su uso a grupos concretos o circunstancias determinadas. Pone de ejemplo la gente de más de 65 años, los no vacunados, los inmunodeprimidos o los trasplantados y reclama que como mínimo continúe siendo obligatoria en espacios de riesgo, como hospitales y centros sanitarios y los medios de transporte. “Además, la población de riesgo voluntariamente tendría que llevarla para evitar el contagio y la enfermedad y sería sensato que, si nos la quitan, igualmente todos la llevemos en el bolsillo por si nos encontramos en una cola, en medio de una aglomeración o cogemos el metro en hora punta”, puntualiza.

Del Val también recuerda que la mascarilla ha sido "un de los ases" debajo de la manga para rebajar la incidencia de la pandemia. "Y si dentro de poco no la usamos, tendremos que reforzar otras medidas como la ventilación de los locales cerrados y aprender a usar los medidores de CO2 y los filtros HEPA", defiende. Considerada una de las voces más autorizadas para analizar la pandemia, Del Val también indica que hay que escuchar al sentido común y tomar decisiones "a criterio personal", como por ejemplo decidir libremente si queremos continuar llevando la mascarilla en determinadas circunstancias. También plantea mantener un porcentaje de teletrabajo. "No ha estado regulado y durante esta ola de otoño-invierno ha habido muchas personas y muchas empresas que lo han implementado y ha funcionado bien", ejemplifica la viróloga.

La esperanza de nuevas vacunas

La previsión del comité de expertos asesores del covid de la Generalitat es que, si ómicron continúa siendo la variante predominante a largo plazo, la enfermedad se irá presentando en forma de epidemia recurrente en épocas de frío, como ya pasa con la gripe estacional. “La población tendrá cierta inmunidad, pero habrá formas graves de la enfermedad en personas vulnerables. Por eso será importante la vacunación y adoptar medidas preventivas no farmacológicas cuando la transmisión sea alta”, plantean en su último informe. Por eso, recomiendan el uso de mascarillas en espacios interiores y exteriores en situaciones de alta concentración de personas, de las de tipos FFP2 para los grupos de alto riesgo e independientemente de si están en el interior o el exterior.

En Catalunya se estima que casi el 87% de la población tiene anticuerpos contra el covid, ya sea gracias a la vacuna (inducida) o a haber pasado la infección (natural) o a una combinación de las dos. Los datos disponibles apuntan que las vacunas actuales (denominadas de primera generación) por sí solas no son suficientes para reducir sustancialmente la transmisión y los contagios, y hacen necesarias las medidas de contención como la mascarilla en algunos supuestos. Por eso también hay expertos escépticos con la retirada de la mascarilla en los espacios interiores, considerados de más riesgo por la menor ventilación y la falta de distancia interpersonal, como el presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (SEMICyUC), Álvaro Castellanos, que pide prudencia antes de tomar "una decisión apresurada".

El intensivista destaca que todavía hay una circulación muy elevada del virus (en Catalunya se declaran más de 3.500 contagios diarios a pesar de haber dejado de hacer pruebas a potenciales infectados asintomáticos) y muchas personas vulnerables que podrían sufrir el covid de forma muy grave quedarían expuestas. "Creemos que para que deje de ser necesaria la mascarilla haría falta que la presión en las unidades de cuidados intensivos (UCI) baje del 10%", afirma Castellanos. La comunidad científica, sin embargo, confía en que los laboratorios terminen pronto vacunas de segunda generación que sean esterilizantes –que eviten el contagio– y de administración intranasal –ponerlas directamente sobre las mucosas minimizaría la carga viral y el riesgo de transmisión– que permitirían tratar el covid como un virus estacional más.

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