Medio ambiente

Sau intenta evitar el colapso de visitantes

El fin de semana se desplegará un dispositivo especial y el alcalde pide que solo se vaya con cita previa

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Molts visitantes bajan hasta el borde del pantano de Sau para hacerse fotos al campanario de la iglesia de Sant Romà que la sequía ha dejado a cuerpo descubierto

Pantà de SauCoches aparcados en el arcén de la carretera, colas larguísimas para entrar y una hilera interminable de móviles a punto para hacer incontables selfis. Esta es la imagen que se vivió el fin de semana pasado en el pantano de Sau y que el Ayuntamiento quiere evitar que vuelva a pasar. La sequía ha dejado a cuerpo descubierto el campanario y buena parte de la iglesia de Sant Romà y esto ha atraído a miles de visitantes que, especialmente los días festivos, han colapsado los accesos, provocando molestias y malestar por la masificación del espacio. Por eso los Mossos d'Esquadra, los vigilantes del parque, los Agentes Rurales y Protección Civil montarán un dispositivo especial este fin de semana para controlar la entrada de vehículos. Lo han decidido a petición del alcalde de Vilanova de Sau, Joan Riera, que también hace un llamamiento a la población: “Que organicen el viaje y pidan cita previa”. “Y, si no tienen plaza, vale la pena que aborten el viaje, porque se tendrán que esperar y lo encontrarán todo colapsado”, recalca.

A pesar de que lo explica a través del teléfono, se nota el agotamiento y la desesperación en el tono del alcalde. Los miles de visitantes que acudieron en masa a hacerse una foto en el pantano el fin de semana pasado han generado una retahíla de incidentes que han agotado la paciencia de los vilanovinos. “Hay vecinos que se encuentran el acceso a su casa vallado, carreteras que pasan a ser de un solo sentido por los vehículos mal aparcados, gente que se lleva piedras e, incluso, nos hemos encontrado personas subiéndose al campanario. ¿De verdad que hace falta tener que decir que es peligroso y que podría hundirse? ¡Y todo por colgarlo en las redes y en Instagram!”, exclama enfadado. 

El año pasado, con el estallido de la afición por los espacios naturales que hubo con la pandemia, se aplicaron una serie de restricciones en el pantano. Solo se puede acceder en vehículo si se ha hecho la reserva previa, que cuesta 5 euros al día para los coches y 3 euros para las motos. Este martes, a pesar de que era día laborable, a las once de la mañana ya estaban ocupadas la noventena de plazas disponibles en los aparcamientos. En la entrada del pantano, una hilera larga de personas esperaban para poder entrar y, al lado del agua, donde está la iglesia, no dejaba de bajar gente con la cámara preparada. “Hemos venido porque no queríamos perder la oportunidad de verlo, ¡es una pasada!”, explicaban Maite y Oriol, de Barcelona, que justo se hacían una foto al lado de las vallas que se han colocado para evitar que los visitantes accedan a los escombros de los antiguos edificios que rodean el campanario.

Sin competencias para multar

Riera deja claro que todos los turistas son bienvenidos, pero uno de los grandes obstáculos que se encuentran es la falta de competencias para controlar y sancionar las actitudes incívicas. A menudo se encuentran con personas que se enfadan porque tienen que pagar o porque no pueden pasar porque los parkings están llenos y que se encaran con los vigilantes del parque. “Hubo dos coches que aparcaron en medio de la carretera, porque no tenían reserva y no los dejábamos entrar. Y nosotros nos tuvimos que aguantar porque no es competencia nuestra. Se genera el caos y tú no puedes hacer nada. Te sientes muy impotente”, reconoce. 

La semana pasada Riera ya pidió al departamento de Interior que pusiera refuerzos porque esperaban una gran afluencia de gente, “pero no vino nadie”. “Los efectivos de los Mossos en Vic son los que son y los que quedamos colgados siempre somos los pueblos pequeños”, lamenta. Después del “caos” que hubo el fin de semana pasado, ahora la conselleria montará un dispositivo especial, con patrullas de agentes y de Protección Civil que solo dejarán acceder a las personas que hayan reservado el aparcamiento, que tengan un restaurante para comer o que hayan contratado alguna de las actividades náuticas que se hacen en el pantano. “De este modo, tanto los vecinos como los visitantes podrán entrar sin problemas, de manera ordenada, como pasaba hasta hace una semana”, afirma el alcalde.

Negocios y clientes descontentos

Al contrario de lo que podría parecer, la masificación del pantano tampoco gusta a los negocios que hay en los alrededores. “No sé si nos perjudica o nos beneficia”, admite Lídia Mongay, propietaria del restaurante El Ferrer del Tall de Vilanova de Sau. “Nosotros podemos hacer comida para unas 100 personas y con el resto de los restaurantes del pueblo cuenta con que podemos hacer unos 400. Si vienen 2.000 personas, habrá 1.600 que no podrán comer y marcharán descontentos”, expone la restauradora, que lamenta el cambio de actitud que últimamente muestran muchos clientes. “Hay gente muy maleducada; les dices que no tienes sitio y se enfadan y te acusan de no querer trabajar, o te reprochan que vienen de muy lejos. Y lo dicen de manera muy agresiva, con muchas faltas de respeto”, asegura Mongay.

Además, con la falta de agua que hay en el pantano, la llegada masiva de visitantes tampoco sirve para hacer el agosto a las empresas de actividades náuticas. “La gente está renunciando a esquiar, porque casi no hay agua y tienes menos espacio para navegar”, indica el presidente del club náutico Vic Sau, Albert Vilà. Y desde la empresa Kayak Pla de Sau, Gerard Tomàs añade que se encuentran con que la mayoría de la gente va “solo a hacerse la foto al campanario y después se van”. “No vienen a hacer kayak ni ninguna actividad”, comenta el joven, que también añade que algunos clientes que tenían contratada una salida la anulan cuando llegan y ven tanta cola. 

Por eso las empresas también esperan que con el nuevo dispositivo tanto vecinos como visitantes puedan volver a disfrutar del paraje de Sau sin conflictos ni incidentes.

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