Siete meses de tensión interna en los Mossos contra las "imposiciones"

El preacuerdo de ERC y la CUP, sumado a la revisión que se impulsa en el Parlament, ha marcado los últimos meses

El consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, y el mayor Josep Lluís Trapero hace dos meses durante el acto nacional del Día de las Escuadras.
20/12/2021
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BarcelonaQue el jefe de los Mossos d'Esquadra comparezca en el Parlament es casi inaudito. El mayor Josep Lluís Trapero fue el primero que lo hizo en 2013, cuando entonces fue citado por la comisión que acabó prohibiendo las pelotas de goma. Si nada hubiera cambiado, tendría que haber vuelto pronto en el marco de la comisión parlamentaria que preside Dolors Sabater (CUP), que pretende redefinir el modelo de la policía catalana. Pero esta comparecencia ya la hará la nueva cúpula de los Mossos, que a partir de ahora estará liderada por el comisario jefe Josep Maria Estela con la intendenta Rosa Bosch y el comisario Eduard Sallent.

La comisión del Parlament ha acabado de acentuar el malestar entre los mandos, porque entiende que se ha vuelto a poner el foco sobre el cuerpo cuando no hace ni una década que ya pasó lo mismo. La comisión quiere revisar las herramientas que utilizan los antidisturbios y plantear nuevos mecanismos de control interno en la policía. Por eso durante la celebración del acto nacional del Dia de les Esquadres, hace dos meses, Trapero defendió que la transparencia y la rendición de cuentas se hicieran “desde la autoexigencia y no necesariamente desde la imposición”. El mayor lo decía después de que en los últimos meses los Mossos también se hubieran convertido en uno de los caballos de batalla del preacuerdo de ERC y la CUP para investir a Pere Aragonès, que incluía varias reclamaciones.

La CUP pedía que los antidisturbios dejaran de usar el foam mientras no se hiciera público el protocolo de uso de esta herramienta –que se difundió–, que se retiraran las acusaciones contra manifestantes –que se ha empezado a hacer– y que el cuerpo de abogados de Interior se unificara en la estructura central de la Generalitat –que ya se ha aplicado–. El conseller Joan Ignasi Elena (ERC) todavía tiene pendientes otros puntos del preacuerdo, como por ejemplo que en los desahucios que afecten a familias o personas vulnerables no participen las unidades antidisturbios de los Mossos –la Brimo y la ARRO–, cosa que hasta ahora no se ha llevado a la práctica.

Tanto los mandos como la plantilla –los sindicatos han puesto el grito en el cielo en varias ocasiones– han percibido esta revisión constante de la policía como una politización de su trabajo. En cambio, Elena ha asegurado que combatirá “la instrumentalización”, pero que a los Mossos “nunca les han dado miedo los procesos de mejora ni el debate político”. Cuando el conseller llegó a Interior mantuvo a Trapero como jefe operativo del cuerpo, pero en ningún momento ha habido sintonía, y tanto JxCat como ERC habían dejado de confiar en él. Elena también mantuvo a Pere Ferrer como director general –el cargo político– de la policía, y después de poco más de medio año ha querido mover las piezas de su mano. Ferrer, que está en Interior desde 2015, fue el jefe de gabinete de los ex consellers de CDC y JxCat Jordi Jané, Joaquim Forn y Miquel Buch, y desde octubre de 2019 es el director de los Mossos.

Una estructura sin Trapero

Ferrer diseñó una nueva estructura para la cúpula del cuerpo que Buch presentó el verano del año pasado, con la intención de blindar el liderazgo del comisario Eduard Sellent –el entonces jefe– al margen de lo que pasara con Trapero, que esperaba la sentencia de la Audiencia Nacional. Pero la salida de Buch, la entrada del conseller Miquel Sàmper y la absolución del mayor dejaron el nuevo organigrama, que tenía que aprobar el Govern, en un cajón. Se quería hacer desaparecer la Jefatura, la estructura de la cúpula de los Mossos con Trapero y sus predecesores, para convertirla en una Dirección Operativa de la Policía.

La destitución del mayor también supone desmontar la restitución de la cúpula de los Mossos del 1-O que impulsó Trapero hace un año cuando volvió. Su marcha forzada implica el quinto relevo al frente del cuerpo en cuatro años.

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