Una noche buscando armas blancas: "Saben que vamos detrás de las navajas y ahora afilan tenedores"
El ARA acompaña a Mossos y Guardia Urbana en el primer operativo especial en los puntos calientes de Barcelona
BarcelonaLa escena es una buena metáfora del Raval de Barcelona. Una escena fotografiada por dos agentes de la Guardia Urbana vestidos de calle. Se hacen una selfie después de detener a un ladrón y requisarle un arma blanca. Por detrás, se asoma un hombre sin hogar haciendo muecas. Los policías lo ven y sonríen. Se conocen de tantas horas patrullando, al igual que se conocen a otro agente y otro sintecho que conversan un metro más allá. El hombre lleva bolsas y una rueda de bicicleta. El policía le pregunta por la mujer. Está bien. Un giro de guión cambia la escena afable por una de acción frenética. Un hombre comienza a correr. Los agentes esprintan tras ellos. Las luces azules y las sirenas de los coches patrulla comienzan a inundar las calles de Ciutat Vella. En el hotel de cuatro estrellas Barceló Raval, el fondo de la selfie inicial, las luces son de discoteca y la banda sonora es música electrónica. Se celebra una fiesta.
Ha sido un debut intenso para el primer día de dispositivo en Barcelona para luchar contra las armas blancas, anunciado la semana pasada por la conselleria de Interior y que el ARA ha podido seguir desde dentro. Ya es medianoche. Una hora antes, una de las salas de la comisaría de Ciutat Vella está llena a rebosar. Agentes de los Mossos, de la Urbana, de la policía marítima y trabajadores de seguridad privada asisten a un briefing que toma forma de arenga. Como la de un vestuario antes de un partido. El objetivo es "requisar todas las armas blancas". Y hacerlo sin faltas, "con total respeto". Y hay bromitas por destensar, como decir que un mosso se parece mucho a otro. Todo el mundo ríe. Todo para acabar enmarcando el terreno de juego: controles en las zonas con mayor presencia de navajas. Es decir, en el frente marítimo, en el Paral·lel, en Maria Cristina, en el Raval... Una selección vinculada al ocio nocturno. "Hoy buscamos armas, no delincuentes", afirma el intendente de los Mossos Rafa Tello, uno de los jefes del operativo junto a la intendente de la Urbana Begoña Alday.
La primera acción de la noche aún afianza más la metáfora futbolística. Llegando a la rambla del Raval, un ladrón roba a un turista inglés haciendo un "Ronaldinho". El método se conoce así porque el ladrón se acerca a la víctima y le toca la pierna con su pierna. Así el ladrón dribla la atención de la víctima, le pone la mano en el bolsillo y le quita el móvil. Al poco, está contra la pared. "En Londres no son tan efectivos", comenta el turista. "Un móvil no es nada", dice el ladrón. "Eso te pasa por robar", responde un policía. En un bolsillo le encuentran un cuchillo de grandes dimensiones, de más de un palmo. Dos en uno. No es la primera detención del ladrón (ya lleva cinco en el 2024), pero es la primera arma blanca de la noche. La primera de 39 en Barcelona (el ritmo fue alto, durante las cinco noches de la Mercè se requisaron 68) y de 131 en toda Cataluña. En total, en la capital catalana se realizaron 675 identificaciones con 2.122 antecedentes. El porcentaje de acierto de encontrar un arma blanca fue del 5,78%.
Los agentes realizan otras identificaciones (todos hombres) y registros con detectores de metales. Es cómodo, pesa poco y pita (o vibra, esto se puede elegir) cada vez que encuentra metales. Agentes de la GUB, sin embargo, advierten que es extremadamente sensible. Hasta el punto de que a veces pita por una prótesis de cadera. Ya se han encontrado. En este primer punto del Raval encuentran un puño americano, una navaja y un tenedor. "Sí, un tenedor. Desde que saben que vamos detrás de las navajas, afilan los laterales de los tenedores para que corten", comenta un agente. Llega la escena de la selfie con el sinhogar. Una decena de agentes comienzan a esprintar detrás de un joven que ha empezado a correr. No se deja atrapar a pesar de ir en chancletas.
Cocaína en las persianas
La persecución dura unos 500 metros. Varios policías cogen al joven. "Lo has echado, eh", le va diciendo uno. El chico responde que no ha hecho nada. "Ponle la pala en el pecho, que no se lo haya comido", ordena otro agente. Lo registran de arriba abajo y está limpio. "Durante la persecución seguro que lo ha echado todo al suelo", explica uno de los policías. En ese momento, dos turistas con maletas entran en un apartamento justo al lado. Los agentes rehacen el camino buscando por el suelo con linternas. Uno pone los dedos por los agujeros de una persiana de la calle de Santa Elena y saca una papelina verde. Cocaína. Cuenta que los traficantes que ofrecen droga por la calle a menudo no la llevan encima, sino que la dejan escondida en las persianas de locales en desuso y cuando tienen un comprador la van a buscar.
Mientras en el Raval los agentes acaban dejando libre al joven, en Vila Olímpica los Mossos hacen un control de armas blancas a la salida del metro. Hay otro en la Barceloneta y en Poblenou. Hay agentes de muchas unidades distintas, uniformados y de paisano. Cerca de la Sala Apolo hay dos de la Urbana. Preguntados por qué han requisado, sacan de la guantera tres navajas y un puño americano. El control es aleatorio, "de olfato policial". Sobre todo, buscan a jóvenes con actitud evasiva o con una estética concreta. Un agente comenta que suele guiarse por los que llevan un estilo "francés": gorro, camisetas de fútbol, aquellos que van en patinete... Sospechan cuando ven a dos jóvenes que cogen, de repente, caminos separados. Los cachean. Están limpios. Ninguno de los dos se indigna por el control, pero sí por la cámara de este diario, que los fotografía. Todo dura unos diez minutos. ¿Es tiempo perdido? Al final, tal y como explica el intendente Tello, no sólo han salido a la calle para luchar contra las armas blancas, sino también contra la sensación de inseguridad.