Espacio público

La suciedad crónica de Barcelona

A pesar de haber empezado a desplegar el refuerzo de limpieza, el incivismo mantiene puntos negros

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Desechos fuera de la papelera al Arrabal, a tocar de la Rambla

BarcelonaDice la sabiduría popular que no es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. Cinco de los diez distritos de Barcelona ya han estrenado la anhelada nueva contrata de la limpieza, que se está desplegando progresivamente desde principios de marzo, pero el sentimiento de los vecinos a pie de calle que ha cogido este diario es que, si bien pueden ser palpables los cambios en el sistema –incluso con más efectivos en algunos puntos como dice el Ayuntamiento–, los problemas de suciedad persisten. "No podemos decir que la cosa esté mejor. Los vehículos que pasan ahora son más modernos y sí que hay bucles para pasar más a menudo por ciertos puntos negros, pero los problemas continúan porque la gente ensucia mucho", radiografían desde la Red Vecinal del Raval, que, junto a otras entidades del barrio, ha empezado una campaña para encartelar aquellos puntos donde vecinos y foráneos tiran basura fuera de los contenedores. Piden a vecinos y comerciantes que no dejen las bolsas de basura ni allí donde les parezca en la calle ni en las papeleras.

"Lo que haría falta es una campaña de concienciación bien hecha, un auténtico plan de choque", diagnostica Ángel Cordero en nombre de la Red, porque ahora "aunque se limpie más, enseguida se ve sucio". Y la cosa empeora ahora que empieza a llegar el calor y se disparan los malos olores y el uso más intensivo de plazas y calles.

Ricard López, que hace casi 30 años que regenta una tienda de víveres en el chaflán de Príncep de Viana con la calle Sant Antoni Abat, se sabe en uno de estos "puntos negros": "Hoy ya me he encontrado una bolsa de basura en la puerta de la tienda; cada vez dejan en más lugares". Señala a vecinos, pero también al Ayuntamiento, que hace meses que ha dejado abandonada una valla en medio de la calle y que, por mucho que llame, no la recoge.

Algo más allá, un trabajador de las brigadas de limpieza saca el móvil para fotografiar una montaña de desechos en otro de los puntos conflictivos, la calle Cendra, y enviar el hallazgo a sus superiores. "Cada día es lo mismo. Hay contenedores a solo una calle de distancia, pero nos lo encontramos aquí. Y, si vuelves a pasar en un rato, volverá a haber cosas", vaticina.

Más limpieza con agua

Las calles de Ciutat Vella, como las del Eixample, Gràcia, Sant Martí y Sant Andreu, ya han empezado a ver circular la nueva flota de vehículos de limpieza y también han estrenado las nuevas rutinas que, según el Ayuntamiento, refuerzan lo que se hacía hasta ahora. En el Eixample, por ejemplo, la limpieza de las calles con agua pasa a ser semanal cuando antes se hacía una vez cada dos semanas (y en algunos puntos una vez al mes) y alrededor de la Sagrada Familia el baldeo se incrementa bastante más: se hace hasta seis veces por semana. En Sant Andreu y Sant Martí, la limpieza con agua, que es la más efectiva, se hace con una frecuencia semanal con el nuevo contrato.

Cajas junto a los contenedores en el barrio de Gràcia.

Lo que está haciendo el consistorio estos días son rutas con vecinos de los barrios que ya han entrado en la nueva contrata –el resto lo harán a partir de septiembre– para detectar carencias. Hace unos días, por ejemplo, recorrieron las calles de Sant Antoni y los vecinos pidieron refuerzos en las partes que quedan más a la periferia de la superisla.

Los entornos del Mercado de Sant Antoni y las calles Manso y Parlament son una de las diez zonas donde el gobierno de Colau, después de las intensas críticas a los déficits de limpieza – en diciembre se situó como el segundo problema más grave de la ciudadanía, según el barómetro, donde dobló el peso que tenía seis meses antes– aplicó un plan de choque de 70 millones de euros para avanzarse al despliegue de la nueva contrata, que era el elemento clave en que se confiaba para enderezar la situación: no en vano el nuevo contrato supone un aumento de presupuesto medio del 14% respecto al anterior y 400 personas más en plantilla para situar a los equipos por encima de los 4.400 efectivos. El contrato de limpieza es el de más envergadura de los que firma el consistorio: 2.300 millones de euros en ocho años. Es decir, 122 euros anuales por habitante. Y de estos, el 64% se destinan a limpieza y el 36% a recogida de basura.

El cambio, además de la renovación de vehículos, también está suponiendo la actualización de los contenedores, con un modelo más bajo. Hoy por hoy, ya se han renovado casi un tercio (32%) de los 12.441 que se tienen que cambiar en los cinco primeros distritos. El porcentaje es un punto inferior al que se había previsto, lo que el Ayuntamiento explica sobre todo porque hay calles en obras donde no se ha podido hacer todavía el cambio. Pero hay cinco barrios, como Sagrada Familia o Vila Olímpica, donde la renovación ya es total.

Llamamiento a la corresponsabilidad

En la presentación de la medida, en febrero, la alcaldesa Ada Colau ya puso énfasis en la necesidad de "corresponsabilidad" de la ciudadanía para que el aumento de limpieza tuviera resultados visibles. De hecho, los cambios se están explicando con la campaña Cuidemos Barcelona, que, además de muchos carteles, ya ha tenido una fiesta y una exposición, para hacer un llamamiento a todo el mundo a cuidar de plazas y calles. La mejora, según la alcaldesa, tenía que ser evidente en las calles desde el primer día. Desde el 7 de marzo, en media Barcelona.

¿Se nota, sin embargo, la mejora en la calle un mes después? Para la gran mayoría de los lectores del ARA que han participado en la encuesta, la cosa todavía no ha empezado a remontar. "Ciertamente, yo no he notado nada", responde sin dudar ni un minuto Bianca Szidporak, que trabaja en la calle Tordera de Gràcia, y tiene claro que este es uno de los puntos "sucios de la ciudad". Los principales problemas: las cacas de perro y la basura fuera de los contenedores. "Es cosa de la gente que no es suficientemente limpia, no podemos tener a un policía detrás de cada persona", añade una vecina de la calle Josep Torres.

Pintadas en la fachada de una residencia en el barrio de Gràcia.

Algo más arriba, en la recientemente rebautizada como plaza del Poble Gitano, las muchísimas pintadas que llenan las paredes de una residencia de gente mayor de la Generalitat colaboran en la imagen de dejadez. "Solo limpiaron una parte hace unos meses", radiografía un vecino. Al lado, hay una residencia privada que limpió las suyas a principios de año y que ve como las paredes ya vuelven a tener grafitis de aquellos nada elaborados. "Es una pérdida de dinero constante", explican.

Anuncios, una fiesta y una exposición: 1,3 millones para explicar la limpieza

Cuando falta poco más de un año para las elecciones municipales, el gobierno de Colau ha invertido estos meses 1,3 millones de euros en explicar la nueva campaña de limpieza. La principal partida es el poco más de un millón de euros que se ha destinado a la comunicación, sobre todo a explicar la campaña a través de los medios, y fuentes municipales apuntan que esta cantidad es cuatro veces más baja que la que se invirtió ahora hace ocho años, con el último cambio de contrata de limpieza (4,6 millones), y que la única campaña equiparable a esta en volumen es la de Navidad, que también se busca que llegue al conjunto de la ciudadanía. El gobierno municipal también ha organizado una fiesta en el paseo Lluís Companys para dar a conocer la nueva maquinaria y los modelos de contenedores (109.565 euros) y una exposición en la antigua prisión Modelo, donde se muestran fotografías con los cambios que se han hecho los últimos años en el sistema de limpieza (100.779 euros). En total, 1,27 millones de euros entre los tres conceptos.

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