Turismo

Ni rastro del turista ruso en Catalunya este verano

La Costa Daurada, principal destino de los visitantes, constata una caída del 98%

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Turistes rusos en Reus

BarcelonaEuropa aborda el debate de si tiene que vallar del todo el paso al turismo ruso ante la falta de expectativas de un final cercano de la invasión de Ucrania ordenada por Vladímir Putin. Finlandia, la República Checa y los países bálticos ya se han posicionado a favor de prohibir los visados de ocio para que los ciudadanos circulen libremente por el espacio Schengen, mientras que España prefiere esperar al Consejo de Asuntos exteriores de la UE previsto para el 31 de agosto en Praga antes de hacer cualquier comentario, según indican fuentes del ministerio de Industria, Comercio y Turismo consultadas por el ARA. Mientras tanto, lo cierto es que este verano el turista ruso ya es prácticamente "inexistente" en Catalunya, según constatan las patronales del sector.

A pesar de que nunca ha sido un grupo mayoritario entre los visitantes internacionales, sí que era uno de los que crecía más los últimos años. En Barcelona, en 2019 representaba el 2% de los visitantes extranjeros que recibía la ciudad, mientras que en zonas como la Costa Daurada había llegado a cotas del 10 y del 15% en los años buenos, según explica el presidente de la Asociación Hotelera Salou-Cambrils-La Pineda, Josep Savé. "Este año la caída es casi total, de un 98% respecto a otros veranos", añade muy gráficamente el empresario. Según los datos de esta asociación (casi las únicas disponibles), las 613.000 pernoctaciones de turistas rusos que se registraron de enero a julio en 2019 se han reducido a 13.000 a 31 de julio de este año.

Este es de los pocos datos que hay actualizados ahora mismo. El flujo de llegadas de visitantes rusos en el conjunto del Estado ya no aparece desagregado a las estadísticas oficiales desde febrero, cuando se cerró el espacio aéreo de la UE en Rusia, pero no las fronteras terrestres. En los informes mensuales de Frontur del Instituto Nacional de Estadística (INE) el dato está sumado en el apartado "Resto de Europa" por "insuficiencia de la muestra", según justifican desde el organismo. El verano de hace tres años (previo a la pandemia), Catalunya recibió entre junio y agosto más de 323.000 turistas procedentes de Rusia, una cifra que es imposible discernir hoy, pero que es "testimonial", según constata la directora de Turismo de Barcelona, Marian Muro.

El escenario de conflicto y la falta de conexiones aéreas con destinos europeos explican la situación actual: "Solo están los que tienen domicilio aquí o se expiden visados por motivos médicos o algunos turistas contados que vienen a través de terceros países, como Turquía", apunta Muro al ARA. Savé corrobora que esta temporada en la Costa Daurada no hay ni rastro de ninguna gran operación de centrales turísticas con destino en Salou o la Pineda, ni tampoco de los chárteres que habían aterrizado en Reus en otras campañas.

"Aquí, los últimos años, el turismo extranjero eran los franceses, los ingleses y, en tercer lugar, los rusos", explica el hotelero de la asociación tarraconense. El perfil eran "familias de clase alta o media-alta con unos niveles de gasto importantes", añade Savé, que dice que el impacto no solo se quedaba en los hoteles o restaurantes, sino que también se hacía extensivo a centros comerciales cercanos como el de Reus y también en otros puntos del territorio: "se apuntaban a muchas excursiones, ya fuera en Barcelona o en Montserrat, y las estancias eran más largas que la media".

Impacto en el turismo de compras

Con menos peso en el mix de visitantes, pero con el mismo diagnóstico, el turista ruso tampoco pasea este año por la Sagrada Familia o el paseo de Gràcia de Barcelona. "Es una temporada inexistente", apunta la directora de Turismo de Barcelona, que reconoce que la pandemia ya paró un segmento de turistas que se había trabajado mucho los últimos años. Con los datos del primer semestre, la caída de visitantes de este país es de casi el 80%, lo que quiere decir que se ha pasado de 88.300 en 2019 a 18.300 esta primera mitad del año, marcada por la guerra.

Muro explica que los visitantes rusos atraídos por Barcelona eran principalmente familias, que hacían estancias con un impacto económico más alto que los de otras nacionalidades: "Es un turista muy completo porque, contrariamente a lo que algunos creen, consume mucha cultura y no solo sol y playa, y además hace bastante gasto en las tiendas y en gastronomía".

Los comerciantes, de hecho, también constatan "el golpe" de la desaparición de los rusos en el turismo de compras, donde eran protagonistas. "Hoy solo siguen viniendo algunos que tienen segundas residencias aquí en Catalunya, pero el turista como tal no está", explica el presidente de la Associació del Passeig de Gràcia, Lluís Sans. De hecho, la campaña de este verano está un 40% por debajo de la de 2019, calcula, y principalmente se debe a la caída no solo de Rusia, sino de otros mercados asiáticos de peso como China, mientras que el americano ha vuelto e incluso crecido, igual que el europeo.

El escenario bélico actual, sin embargo, lo ha cambiado todo. Una burocracia sencilla y una buena conectividad aérea son los dos elementos clave porque un mercado turístico funcione, dos circunstancias que ahora mismo no se dan en el caso de Rusia, resume Muro. Hay motivos, pues, para pensar que la casi desaparición del visitante ruso puede ir para largo mientras las tensiones entre el Gobierno de Vladímir Putin y Occidente sigan en plena escalada.

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