La UAB vuelve al siglo XX

El ataque informático obliga a alumnos y profesores a recuperar el papel y el bolígrafo, las pizarras y las fotocopias

Quim Riera
y Quim Riera

BellaterraLa noche del domingo 10 de octubre al lunes 11 supuso un salto atrás en el tiempo para los alumnos, profesores y trabajadores de la Universitat Autònoma de Barcelona: el ataque informático que sufrió la universidad aquella madrugada ha hecho volver pizarras, tizas y fotocopias a las aulas de las facultades. “De un día para el otro ya no teníamos correo, ni podíamos acceder a los archivos que nos comparten los profesores, tampoco podíamos entregar trabajos a través de la red interna, no se puede hacer nada”, explica Marta, una estudiante de ciencia y tecnología de los alimentos. La Autònoma vive desde hace dos semanas en el siglo XX.

El viaje al pasado ha sido repentino, y tampoco ha sido fácil retomar las viejas costumbres. Tanto los alumnos como los profesores coinciden en la poca información que han recibido desde la universidad, sobre todo durante los primeros días. “Al principio no sabíamos qué pasaba y todavía hay mucha incertidumbre entre los alumnos. Había muchos rumores pero nadie tenía claro qué había pasado y sobre todo qué pasaría durante los próximos días, pero creo que nos hemos adaptado todo lo bien que hemos podido”, explica Oriol Gonçales, un estudiante de periodismo. El rector de la UAB, Javier Lafuente, explicó miércoles que todavía no saben de dónde proviene el ataque y afirmó que con el paso de los días han ido “recopilando información” y poco a poco se ha ido informando de la situación a alumnos y trabajadores del campus.

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"Ahora al menos ya tenemos una red wifi provisional", celebra Oriol, después de que se pusiera en marcha hace pocos días un sistema de wifi provisional que permite a los alumnos conectarse a internet desde el campus. “Hasta Navidades todavía no tendremos todo el sistema recuperado al cien por cien, pero poco a poco estamos recuperando lo que podemos, sin precipitarnos”, afirma Lafuente.

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El ataque informático ha trastornado la vida en Bellaterra: "Les clases ahora son un poco como en el colegio, a base de papel y boli, y también se ha interrumpido el sistema de asignación de los tutores del trabajo de final de grado, que se tenía que hacer con un sistema online, y esto nos tiene un poco preocupados”, explica Oriol con cierta desazón.

Sin trámites ni correos

También preocupan los trámites que se tienen que hacer para irse de Erasmus, uno de los momentos más esperados para la mayoría de universitarios. “Necesito documentos que están en la red interna de la universidad antes del día 1 de noviembre para poder hacer la aplicación a la universidad de destino, pero no sé si los tendré a tiempo -explica Marta, que en enero tiene previsto irse a Holanda-. Espero que no me suponga ningún problema para irme".

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La comunicación con el profesorado también ha sufrido un cambio radical. Antes del ataque el método más común para comunicarse con el profesorado era el correo electrónico, pero ahora ha quedado casi inutilizado. “Algunos alumnos dicen que han podido entrar en su correo desde la página de Microsoft, pero la gran mayoría no podemos y no tenemos ninguna forma de comunicarnos con los profesores fuera del aula”, afirma Marta. De hecho, no solo los alumnos, sino también los docentes y el personal de administración y servicios se han tenido que adaptar a las nuevas circunstancias. “Nos está costando seguir con el ritmo de clase normal, hay contenidos que están en la red interna de la universidad y de momento tampoco nos podemos comunicar con los alumnos por correo electrónico. Todo es más complicado y pesado, pero creo que todo el mundo está haciendo un esfuerzo para adaptarse”, dice Marc, un profesor asociado de la facultad de Ciencias. En cambio, a Ricard, profesor del grupo de teatro, el ataque le ha afectado más bien poco. "No trabajamos tan conectados como otras facultades", argumenta. Lo más molesto, dice, es tener que hacer las matrículas de algunos cursos manualmente, y no mediante la red de la universidad como es habitual.

A Lourdes, que trabaja en el rectorado, el trabajo le ha cambiado de golpe. "No nos han dado muchas soluciones para trabajar, pero es verdad que tampoco pueden hacer mucho más. Los que trabajamos con la red interna no podemos hacer nada”, asegura. Lo peor de todo es que parece que la situación "puede tardar meses en volver a la normalidad". Unos meses durante los que la Autònoma dará clase como se hacía en el siglo pasado.

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