"Una escapadita antes de que nos vuelvan a cerrar": los primeros esquiadores miran de reojo las restricciones
La Molina y Masella han tenido la misma afluencia que un día entre semana del año pasado
AlpHasta ahora el cielo y las nevadas decidían si las estaciones de esquí seguían abiertas hasta la primavera, pero este año se añade otro factor, todavía más determinante: las medidas contra el covid-19, que en cualquier momento pueden hacer parar de nuevo los telesillas, o bien hacerlos funcionar a medio gas, como previsiblemente pasará los fines de semana mientras se mantengan los confinamientos perimetrales.
"Antes que no nos vuelvan a cerrar, hemos querido hacer una escapadita desde L'Hospitalet con los amigos", explica al ARA Robert, mientras se acaba el bocadillo y la cerveza en el bar del Pla de Masella. Ha pedido fiesta en el trabajo, porque el fin de semana no puede salir del Baix Llobregat, y ha pagado los 45 euros que vale el forfet de un día. Por primera vez, este pago no lo ha hecho en las taquillas de la estación, sino a través de internet.
Con covid-19 se esquía igual que cuando no había pandemia, porque es un deporte individual y al aire libre. Las diferencias se encuentran en los telesillas, con los accesos mucho más delimitados y con la obligatoriedad de llevar mascarilla, una norma que tienen que ir recordando los pisteros, los trabajadores de las estaciones de esquí. Todo el mundo hace caso, a pesar de que los hay que usan una braga para taparse la boca y la nariz. Y en la silla, a pesar de que está permitido viajar los unos junto a los otros, la mayoría de parejas o grupos de amigos procuran ir solos. Si hace falta, esperan al siguiente telesilla para evitar posibles contagios. "Hay poca gente en la cola y no va de un minuto", razona una esquiadora acompañada de su pareja.
Cambios en los telesillas
La pandemia, sin embargo, ha obligado a las pistas de esquí a adaptarse a la situación. La principal novedad de este año en Masella es "la sustitución del antiguo forfait con gancho y pegatina por una tarjeta que abre las puertas del telesilla", explica el portavoz de la estación privada, Ramon Boter, que añade que el nuevo sistema, que ya funciona en la mayoría de pistas de esquí de Catalunya, permite "controlar el aforo y comprar los forfets por la web de forma anticipada, evitando las típicas colas en las taquillas".
En la Molina, este sistema de venta online y de forfait manos libres ya hace años que funciona, pero hasta ahora se combinaba con las taquillas físicas. Desde esta temporada, solo se pueden adquirir pases por la página web. El director de la estación pública, Xavier Perpinyà, explica que "los forfaits están vinculados a una fecha concreta y se anima a los esquiadores a llegar a la estación con la compra hecha, porque si no se podrían encontrar con que el aforo esté completo".
El covid-19 también ha hecho que se establezca un orden en las colas de los telesillas, con diferentes carriles. Se quieren evitar así las grandes aglomeraciones de otros años. "Hemos aprendido a ordenar mejor la estación y esto tengo clarísimo que se quedará", asegura el director de la estación gestionada por Ferrocarriles de la Generalitat.
El impacto económico en la comarca
La temporada empezó el lunes y en las dos estaciones de la Cerdanya abiertas ha habido una afluencia de esquiadores similar a la de un día entre semana otros años, unos 2.000 al día en total entre Masella (unos 1.500) y la Molina (unos 500). Han subido a la nieve autónomos o trabajadores que se han cogido fiesta, jubilados o universitarios. Estos últimos se han tenido que rascar el bolsillo, porque esta temporada se han eliminado los descuentos a los jóvenes.
La llegada de los esquiadores también se ha notado en el sector de la hostelería y la restauración. La Molina y Masella son el motor del turismo de invierno en la Cerdanya y esto se notó, negativamente, durante el puente de la Purísima, cuando los hoteles y los restaurantes acostumbran a estar llenos. Esta semana, sin embargo, “las reservas han vuelto”, explica la presidenta de la Asociación de Hoteles y Campings de la Cerdanya, Núria Vidal, que asegura que "sobre todo hay demanda de habitaciones para Fin de año, porque Año Nuevo cae en viernes" y el jueves está permitido viajar.
Los pocos hoteles que están abiertos, que son sobre todo los más pequeños, han hecho el agosto en pleno diciembre. El Hotel Terminus, en Puigcerdá, ha colgado el cartel de completo las noches de lunes, martes y miércoles. Su propietaria explica que "el fin de semana solo hay dos reservas y el resto del mes ha estado prácticamente vacío". Los teléfonos han vuelto a sonar en los establecimientos de la Cerdanya.