"Tengo un psicópata en casa"
Una víctima del estafador emocional de Tinder explica cómo le echó de casa, tras leer la noticia en el ARA
BarcelonaExplica que, "desde la negación", leyó el primer párrafo de la noticia del ARA sobre un joven que estafaba emocionalmente mujeres jóvenes que conocía a través de aplicaciones de citas. En una segunda lectura ya no tenía ninguna duda de que la descripción física, la forma de hacer y los detalles que se contaban encajaban con aquel hombre que desde hacía meses consideraba a su pareja y con el que compartía su casa. De hecho, mientras lee la web que le enseña una amiga, él está tranquilamente en el domicilio, así que la gran preocupación es cómo echarlo sin enfrentarse a él. "Tengo un psicópata en casa y no quiero volver a verlo", afirmaba entonces en conversación con el ARA. Horas después, aprovechando que él había salido para ir a "reuniones", cambió la cerradura de la puerta y le bloqueó en el teléfono. Durante un par de noches durmió en casa de amigos, siempre con cierto miedo a que reapareciera. Ahora que han pasado varios meses, la mujer, ya más calmada, y sin miedo a que la reconozca, acepta que se haga pública su historia, siempre con el afán de poder ayudar a otras mujeres.
A sus amigos no les había gustado nunca ese chico, que se presentaba como un cirujano hispanocubano y que trabajaba en "misiones" que le hacían estar durante semanas fuera de la ciudad y sin opción de comunicarse por teléfono. Pero ella siempre pensó que las amistades la sobreprotegían demasiado. Hasta que las amigas le plantaron la noticia del ARA que habían encontrado buscando información por internet del joven frente a las sospechas. "Leyendo aquello vi que era tanto él, ¡me cuadraron tantas cosas! Porque en el fondo yo también había visto actitudes extrañas y le había enganchado con alguna mentira", explica, y subraya que tanto ella como las demás mujeres mantuvieron relaciones "sobre la base del consentimiento viciado", es decir, engañadas.
El gran engaño, sin embargo, no podía sospecharlo: Jon LL con el que vivía en su casa, no era nada de lo que él decía ser, porque ni es médico ni tiene ninguna relación con la diplomacia cubana ni tampoco tiene ninguna misión humanitaria para salvar la vida de civiles inocentes en guerras lejanas, como le gusta contar. En realidad, este joven, nacido en Gernika en 1992, lleva casi una década sin conocerse otra actividad que la mentira a través de una identidad falsa y que salta de casa en casa de mujeres, con las que mantiene relaciones sexoafectivas. Desde el principio promete amor eterno, pide matrimonio, tener hijos, conocer a los padres de la mujer. "Entra en tu vida hasta la cocina; quiere saberlo todo, quiere conocer a todo el mundo, pero nunca explica nada de su vida", describen las mujeres. Conocidos de la infancia le recuerdan como violento, siempre buscando pelea entre los hombres, hasta el punto de que en muchos locales se le prohíbe la entrada.
Menos seguidores
Desde que el ARA publicó el 10 de febrero y el 16 de marzo artículos sobre este estafador emocional, una decena de mujeres de diferentes partes del Estado se han avenido a explicar sus experiencias de forma anónima. Son mujeres en la treintena que, cuando descubrieron la verdad, se zambulliron en las redes buscando respuestas y, aunque les gustaría encararse con el "depredador en serie" que es, evitan ponerse en contacto con ellas. Ahora bien, quieren desenmascararlo y pasan de la rabia a la acción. De hecho, en estos tres meses de artículos, la cuenta de Instagram del hombre ha perdido a más de 300 seguidores y se han hecho ecos otros medios de comunicación. "Seguro que muchas son víctimas que se han dado cuenta de quién es", coinciden las testigos.
La aparición de estas mujeres también ha servido para llenar huecos y constatar que, cuando le echan de una casa porque la mujer dice lo suficiente a sus cambios de actitud y comportamientos agresivos, él corre en el domicilio de otras víctimas o se refugia con su familia en Gernika. "De hecho, nos conocemos a todas porque él habla de muchas mujeres, pero dice que son amigas", relatan. También se ha comprobado cómo ha hecho regalos que le habían proporcionado otras mujeres creyendo que era para la hermana, la madre o una amiga de la infancia. "Estoy convencida de que le excita sexualmente darnos objetos de otras mujeres, jugar a hablar de nosotros con las demás porque es un modo de control", dice una de las víctimas. Con el episodio cerrado admiten que, en parte, la publicación de sus experiencias ha sido terapéutico y catártico: "Nos ha hecho sentir que pertenecemos a un grupo, nos ha echado la culpa, y nos ha hecho echar fuerzas porque la vida debe continuar".