Violencia sexual

Siete años de conquistas del estafador de Tinder: "Destroza vidas, te hunde emocionalmente"

Más mujeres señalan al joven vasco que se hace pasar por un neurocirujano hispano-cubano

Una joven consultando la aplicación de citas Tinder en su móvil.
Violencia sexual
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Barcelona¿Cuántas víctimas más hay? ¿Por qué lo hace? ¿Cómo detenerse? Son preguntas que se hacen las mujeres que han topado con el estafador emocional de Tinder, el hombre que tres mujeres denunciaron al ARA. Se puede responder que el patrón de presentarse con una identidad falsa y, en muchos casos, dejarse mantener por las mujeres que enamora se remonta, al menos, al 2018. Siete años contactando por aplicaciones de citas haciéndose pasar por un neurocirujano hispanocubano y manteniendo relaciones sexoafectivas con varias mujeres a la vez a través del engaño. Se han localizado víctimas en San Sebastián, Cádiz, Barcelona, ​​Madrid, Girona, Ibiza y Granada.

"El artículo [del ARA] me ha dado paz mental perquè obsessivament he estat buscant informació sobre ell durant anys", explica una d'aquestes víctimes, que, com la resta, vol mantenir l'anonimat alhora que supera pors i recels a parlar per evitar que hi hagi més patiment per culpa d'ell. "No pot continuar actuant com si res, està destrossant vides, t'enfonsa emocionalment", resumeix una altra dona, que va descobrir la veritable identitat de qui creia la seva parella arran de la notícia. En solitari, les dones han fet investigacions sobre la vida real de l'home tractant de trobar una explicació, i el fet de saber que no són les úniques les reconcilia amb elles mateixes. Almenys dues de les dones han portat l'home a la policia per denunciar el seu comportament de predador emocional o, simplement, per alertar les autoritats, que afirmen que no hi ha cap comportament delictiu. "Si ens roba alguna cosa material poden actuar, però si és només un dany emocional no hi ha res a fer", es queixen, i afirmen que se senten violentades com les víctimas de policías infiltrados.

Efectivamente, la mentira sustenta la historia de este hombre que asegura ser un neurocirujano nacido en Cuba, con raíces vascas y noruegas. En realidad se llama Jon LL y nació en la localidad vizcaína de Gernika en 1992 en una familia acomodada. La historia que cuenta ha ido variando a lo largo de los años: desde que estaba vinculado al gobierno cubano, que le destina a misiones puntuales en el extranjero, hasta que era guerrillero en las FARC de Colombia, pasando por militante de ETA, aunque era un adolescente cuando la banda vasca bajó las armas. De hecho, luce tatuajes con emblemas militares, cubanos y etarras, aparte de "cicatrices" en el cuerpo, que atribuye a alguna batalla, y que podrían ser de operaciones quirúrgicas o de peleas. Se le sitúa por primera vez como estafador emocional hacia el 2018, cuando ya recurría a mentiras para ganarse del cariño y la confianza de las mujeres a través de aplicaciones de citas: Tinder, Bumble, Feeld y, también, Instagram.

Poco rastro virtual

En internet el estafador mantiene poca actividad en redes sociales en abierto, y habitualmente se camufla bajo uno el nombre de una montaña boliviana. Ex jugador de rugby, es alto y corpulento, presenta una barba muy cuidada (a veces pelirroja de henna) y elige mujeres en la treintena de complexión atlética, a quien les cuenta cenas de duro para que los contactos se hagan en casa de ellas. Algunas mujeres relatan encuentros esporádicos, porque él desaparecía durante días o semanas por falsas "guardias" en hospitales o por alguna misión en el extranjero. Sin domicilio fijo conocido, en realidad va de casa a casa de las conquistas del momento, según han comprobado algunas de las mujeres al comparar fechas y ver las fotografías que les enviaba.

Personas que le conocen lo definen como "violento" con los hombres desde la adolescencia. Golpes, amenazas e incluso una pelea con un machete. Sin embargo, no se sabe que haya tenido comportamientos agresivos con mujeres en su localidad o comarca, seguramente porque se hace difícil sostener una biografía falsa en un lugar en el que se conoce a todo el mundo, pero alguna sí relata episodios puntuales. Le han vetado la entrada en alguna entidad y bar por conflictivo.

Las mujeres todavía tienen miedo. Temor a que las identifique y vuelva para hacerles daño. Hablan de él como un psicópata, un narcisista de manual. "Es un love bombing", apunta una de las mujeres, porque después del primer contacto "es tan insistente que al final te atrapa". Al principio es detallista, está pendiente de las necesidades y gustos de las mujeres, se interesa por su vida. Nada es gratuito, y utiliza la información para "moldearse" a cada mujer y convertirse en "el hombre ideal", analiza la doctora en relato hizo de salvador, porque yo estaba en un momento vulnerable y me abrí emocionalmente", relata una mujer. "Me pedía casarnos, tener hijos, y en algún momento yo soñé con que podríamos tener un futuro", admite otra, que solo le vio media docena de golpes. Muchas reconocen que se "colgaron" de él.

Garrido indica que la capacidad de manipular y engañar le facilita que "todo lo consiga de forma voluntaria". Cierto, en pocas ocasiones pide nada, pero las mujeres le han pagado viajes, billetes de autobús o lo han mantenido. Son relaciones cortas, porque a las pocas semanas o meses (el máximo documentado son seis meses o un año con encuentros esporádicos) hay un cambio de actitud. "Pasé de ser su reina a una mala pécora, a la que insultaba y despreciaba", dice una víctima, que cortó la relación cuando se dio cuenta de que la próxima vez se le podría escapar una bofetada. "Era supergeloso y controlador", explica.

Es imposible describir el perfil clínico del hombre sin examinarlo ni conocer sus antecedentes, pero tanto Garrido como la psicóloga Laia Rosich, también especialista en violencia machista, apuntan al "delirio" y al "ego desmesurado", que le hace inventar una gran biografía que más de ella. Si es por el morbo del sexo, la dominación que ejerce con las mujeres tampoco puede determinarse. Garrido subraya que el caso es poco común "porque actúa en serie".

¿Cómo pueden superar las mujeres esa experiencia traumática? Garrido indica que "es sanador" que puedan verse reflejadas en artículos de prensa para que se conozca la verdad y para satisfacer "la necesidad de ver que no están solas". También ve positivas las redes que están creando, aunque alerta de que deben saber "encontrar límites" para no revivir el daño.

Por su parte, Rosich también constata que el sentimiento colectivo de "vergüenza" por haber asumido el engaño "se alimenta del aislamiento" de las víctimas, así que valora el hecho de que se reconozcan por poder "pasar a la acción" y sacar adelante su vida. Si bien admite que no existe un delito penal, es importante que las mujeres se sientan "tranquilas" y huyan de la culpabilidad. Citando a la francesa Gisèle Pelicot, Garrido concluye que en este caso y en todas las agresiones sexuales "la vergüenza debe cambiar de bando".

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