El escenario de la Sangre
Hace unas semanas que, como también ocurrió en Tarragona, en Reus viven tiempos convulsos en la Real Congregación de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, más conocida como la Sangre de Reus. De abandonos, despropósitos, dimisiones, comisarios delegados, llaves y cerraduras, octavillas y obras, este conflicto ha llegado a las cabeceras mediáticas de todo el país.
El escenario y protagonista de algunas de estas acciones es el templo y sede de la organización: la Iglesia de la Purísima Sangre. Iglesia que está cerrada desde el cese de la junta anterior por tareas de fumigación primero y actualmente por obras.
Todo esto son notas al pie de página dentro de la larga historia de una de las entidades más antiguas de Reus y de su casa. Una iglesia que no fue el primer hogar de la Sangre, ya que en sus inicios esta función la hizo la prioral de Sant Pere. No fue hasta 1577 cuando comenzó la construcción de una pequeña iglesia fuera de la muralla, frente al hospital, junto al camino de Valls, en la actual plaza de la Sang.
Aquella pequeña capilla renacentista se repuso ya en el siglo XVII y, hacia el XVIII, causó una renovación total hasta el actual templo. En menos de 30 años –y pronto cumplirá 300– Sang estrenaba una nueva casa. Y sí, decimos casa, ya que a lo largo de su historia la iglesia recogió más que a sus fieles o congregantes: acogía las salas de gobierno, reunión, almacenamiento y oración de la entidad.
En el siglo XIX la Sangre pasó a ser una de las iglesias parroquiales de Reus. Aumentando su faceta pública y consolidando la devoción ciudadana en su imagen titular. Una consideración que la convertía en blanco a lo largo de revueltas, bullangas y guerras; cómo fue el caso de la Guerra Civil. Restaurada en los años 40 por el arquitecto municipal de Reus Antoni Sardà y el vallense, arquitecto, discípulo de Gaudí y experto en barroco catalán, Cèsar Martinell.
Su estructura es bastante simple, de una sola nave –de 9,30 m de altura– con capillas laterales aprovechando los contrafuertes, con ábside semicircular con capillas a ambos lados. La cubierta es dos aguas ya dos niveles en la nave principal. Las ocho capillas laterales presentan cubierta a una sola vertiente. A los pies de la nave hay un corazón erguido. La estructura de la cubierta está hecha de vigas de madera que se apoyan sobre arcos fajones de medio punto de 8,80 metros de diámetro. Las capillas laterales tienen bóvedas de crucería. Las capillas laterales se abren en la nave principal mediante arcos de medio punto sobre pilastras.
La historia de la Sangre es también la historia de un patrimonio que Reus ha sabido preservar –pese a guerras, incendios, tensiones y olvido–. Las obras actuales son una oportunidad más para garantizar su futuro. Porque, más allá de cualquier conflicto puntual, el templo es un testimonio colectivo que merece seguir vivo, visitado y querido por generaciones que están por venir.