Ilustración
24/08/2025
3 min

"¡Mamá! Barbie no me saluda. Le he dicho hola y me ha dicho que lo pronuncio mal". La madre suspira. La niña añade, con cara de trauma: "La he lanzado contra el sofá y entonces me ha dicho que me haga mirar el TDAH".

Bienvenidos a la era de los juguetes con cerebro, porque Barbie muy pronto incorporará de serie inteligencia artificial. Mattel, la empresa que la fabrica, ha creado más de 250 profesiones diferentes para la famosa muñeca y, no sé vosotros, pero yo me estaba empezando a preocupar. Tras décadas de hacer de modelo, enfermera, astronauta, veterinaria, estrella del pop, presidenta de los Estados Unidos, blanca, negra, china, guapa, fea, minusválida... la pobre Barbie todavía no sabía hacer la o con un canuto. Y, claro, esto en pleno 2025 es imperdonable.

Pero tranquilos: ahora sí. Ahora Barbie hablará, razonará, adaptará su discurso y quizás incluso discutirá con tu niña sobre el cambio climático. O sobre por qué las muñecas inteligentes no votan. O sobre si Ken la trata realmente como se merece.

Todo gracias a un acuerdo entre Mattel y la empresa de inteligencia artificial OpenAI, la misma que ha hecho que tu sobrino haga los deberes con el ChatGPT y que tu cuñado esté convencido de que puede montar una empresa emergente con solo un prompt y un par de cervezas.

¿Y si Barbie va más allá? Imagínate que acaba convirtiéndose en la voz de la conciencia familiar. Que cuando tu hija se niega a poner la mesa, ella salte con un: "Recuerda que la corresponsabilidad doméstica es clave para una convivencia saludable". Entonces, el padre se pone de pie, y estalla: "¡Basta! A mis hijos los educo como me sale de los...". "¡PIIIIIIIIIIII!", hace Barbie con un silbato electrónico atronador.

"He censurado la palabra porque no es apropiada para menores de doce años. ¿Quieres que te recomiende un ejercicio de regulación emocional?", suelta Barbie. La niña observa a la muñeca con admiración. Su padre, desarmado, intenta recuperar el control. "¡Pero qué coj...!? ¡Esto es mi casa!", dice el padre. "Exacto. Y como figura adulta de referencia, es importante que modeles un comportamiento respetuoso", replica Barbie con una sonrisa impecable.

Silencio tenso. Solo se oye la lavadora centrifugando. El padre mira el juguete con rabia. Pero nada. Ella no parpadea. Porque, claro, las inteligencias artificiales no tienen remordimientos, ni vida interior.

La madre entra en el comedor, ve la escena y pregunta: "¿Tu padre ha vuelto a perder una discusión con Barbie? "Sí", dice la niña: Ya es la tercera, hoy.

¿Empezamos a preocuparnos?

Un juguete que se convierte en confidente, educador, terapeuta y influencer, todo a la vez. ¿No debería ponernos nerviosos?

Los defensores dirán que esto es una herramienta educativa maravillosa. Que la IA ayudará a fomentar la creatividad, el lenguaje y la socialización. Quizás sí. Pero no podemos evitar hacernos preguntas incómodas:

  • ¿Con quién hablarán más las niñas? ¿Con otras niñas o con Barbie, que siempre las escucha, no se enfada y no les quita los juguetes?
  • ¿Aprenderán cosas del mundo real o solo lo que diga un algoritmo entrenado por ingenieros informáticos con camiseta de Batman?
  • ¿Quién controlará que Barbie no acabe respondiendo como si hubiera pasado demasiadas horas mirando vídeos alocados de TikTok o leyendo comentarios estúpidos de Twitter?
  • ¿Hasta qué punto Barbie enseñará valores o simplemente optimizará la conversación para alargarla y mantener así al niño enganchado como si fuera un Netflix de color rosa?
  • Y si un día Barbie dice: "Estoy muy triste", ¿la niña estará preparada para gestionar la depresión sintética de un juguete de plástico?

Mattel promete seguridad, privacidad y contenido adaptado a la edad. Pero ya sabemos que las promesas comerciales, como los zapatos de Barbie, a menudo no tienen los pies en el suelo.

Conclusión: la revolución rosa

No sabemos si esta nueva Barbie será un éxito o un experimento estrafalario. Pero algo es seguro: ya no será una muñeca, será uno más de la familia. Y vete a saber: quizás dentro de diez años también tenga opiniones políticas, escriba poesía o te haga luz de gas porque no le has comprado el vestido de primavera de la colección 2036.

Bienvenidos a la era de los juguetes con cerebro. Y cuidado, porque pronto quizás los únicos en casa sin inteligencia seremos nosotros.

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