Patrimonio Martítimo

Los oficios del mar, patrimonio del cementerio de Cadaqués

Salvador Alsius conoce muy bien las singularidades del cementerio de Cadaqués, por ejemplo el montón de lápidas que existen con motivos de oficios del mar

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Cementerio de Cadaqués

CadaquésNo me extraña que cuando se hacen listas de los pueblos más bonitos de Catalunya Cadaqués siempre esté ahí. No me extraña que sea –creo que no me equivoco afirmándolo– el pueblo más pintado del país en relación con su población (unos 2.500 habitantes actualmente, aunque en verano se llena a tope; en el siglo XIX había llegado a tener cerca de 4.000 habitantes). El idilio entre el mundo de la pintura y Cadaqués no es sólo cosa del pasado. El visitante se da cuenta enseguida al ver, por ejemplo, bonitas pinturas, algunas de calidad, en muchas de las portezuelas de las taquillas de los contadores de agua y de electricidad que dan a la calle. Se trata de una iniciativa espontánea que se ha ido esparciendo por buena parte del municipio, a la que se han sumado algunos artistas reconocidos, como Danilo F.

Incluso en el cementerio hay pinturas, y cerámicas, en unas cuantas lápidas. Y claro, son de motivo marinero casi todas. Los hay de los oficios del mar, de embarcaciones, del islote de Es Cucurucuc, delskyline del pueblo... A unos cuantos familiares les gusta, pues, recordar a su difunto con la imagen de la barca o el paisaje que le ha acompañado toda su vida.

La mayoría de imágenes son de autores desconocidos. Pero este cementerio también ha inspirado a pintores de renombre. Eliseu Meifrèn pintó un precioso óleo en el que las protagonistas son unas manchas negras como el miedo que caminan hacia la iglesia de Sant Baldiri, anexa al cementerio. Son un conjunto de plañideras, un oficio ya desaparecido. Meifrén fue uno de los grandes descubridores de Cadaqués, en el siglo XIX, mucho antes que Salvador Dalí. Ha quedado eclipsado por el genial y extravagante pintor surrealista. Una señal de este desequilibrio: la calle Meifrèn, bajo la iglesia, es discreta, y en cambio a Dalí le han adjudicado toda una avenida.

60 años vinculado a Cadaqués

"Este es un lugar fascinante, que inspira mucha paz. De vez en cuando me gusta ir allí; en agosto, el contraste con la algomeración del pueblo es sorprendente. Le tengo un cariño muy especial", me comenta el periodista Salvador Alsius, que me acompaña en mi visita al cementerio. Alsius lleva casi 60 años vinculado a Cadaqués y aquí tiene unos cuantos amigos enterrados.

Construido en 1847 "a favor del hospital de pobres de esta villa", según dice en la entrada, este cementerio era inicialmente sólo para los cadaquesenses. "No se podía enterrar a ningún extranjero. Por eso tuvieron que incorporar un terreno adosado para inhumar a la gente de fuera", dice Salvador.

Paseando por el, vamos comentando, a partir de los nombres que leemos, quienes han dejado huella en Cadaqués, como los padres y la hermana de Salvador Dalí, la poetisa Rosa Leveroni y varios miembros de la estirpe griega de los Kontos, que en Cadaqués se especializaron en la pesca y la búsqueda del coral –cuando estaba permitido cogerlo–. Se convirtieron en buzos profesionales y fueron requeridos más allá de Cadaqués para realizar trabajos relacionados con el mar, como reparar embarcaciones. En la tumba de Alejandro Kontos –y su esposa– se le recuerda como el jefe de los buzos de Cadaqués.

Están casi todos, menos los muertos que el mar no ha devuelto, quizá los más difíciles de llorar. Vemos bastantes apellidos que se repiten, y unos cuantos entrelazados. Cadaqués vivió de cara al mar, muy alejado del resto de la comarca, hasta finales del siglo XIX. Por eso el número de las familias que están emparentadas es superior a la media de Cataluña. “Cadaqués y nada más”, se decía, y todavía lo dicen algunos. Y también, de manera aún más explícita, lo dice este dicho que circula: "Nos con nos".

Estamos ahora frente a una lápida en la que hay una imagen de un chico que lleva el timón de una embarcación, sonriendo. Viendo su edad de nacimiento y defunción, corresponde a un joven de 14 años. Hay una inscripción que nos llega al corazón: "Tú siempre reías".

Escultura admirada

La escultura más admirada de esta bella necrópolis es la de una chica con una expresión de tristeza contenida, realizada en mármol por Josep Llimona. Preside la tumba situada en el suelo de dos ilustres cadaquesenses: Caritat Seriñana, una notable mecenas (la escuela de Cadaqués lleva su nombre; ella la sufragó), y su marido, Frederic Rahola, político, economista y poeta.

Hay bastantes más tumbas en el suelo, como la del "captain John Peter Moore". Este inglés era capitán de la marina británica, y ahí fue secretario particular de Dalí. "Se le atribuyen muchas historias, unas claras, otras turbias, relacionadas con las láminas en blanco que Dalí firmaba. Vivía en una casa sensacional sobre un acantilado", comenta Salvador. También está la tumba del arquitecto Lanfranco Bombelli, quien, junto al inglés Peter Harnden, imprimió un estilo arquitectónico que ha imperado en Cadaqués, y que Alsius define como "fulgentemente mediterráneo", y todavía la de Pasqual Fort, grabador y esmaltista que impulsó el Mini Print, un certamen de obra gráfica de pequeño formato al que concurren artistas de todo el mundo.

Los marineros son mis cementerios preferidos: el de Arenys (Sinera), el de l'Escala –con numerosas tumbas sin placa con el nombre: los pescadores eran humildes–... Incluso el de Montjuïc, que mira al mar. El más marinero de todos es el de Cadaqués. "Mira, acércate a esta valla y contempla Portlligat desde aquí, y estos olivos", me dice Salvador. Yo no soy muy dado a preocuparme por el cuerpo de los difuntos, pero aquí haría una excepción y diría que éste es uno de los mejores sitios para pasar toda la eternidad”.

LOS CADAQUESENCES, GRANDES NAVEGANTES. El mar ha sido tradicionalmente la salida natural de Cadaqués. Los cadaquesenses han sido grandes navegantes, y especialmente en el siglo XIX sus capitanes, pilotos y marineros tuvieron un papel primordial en la marina catalana.

EL MAR, PUERTA DE ENTRADA DE PELIGROS. En Cadaqués el mar ha sido también la puerta de entrada de peligros. En 1444 los árabes quemaron la población; un siglo más tarde, en 1543, el temido turco Barbarroja y sus corsarios saquearon el pueblo y destruyeron la primitiva iglesia.

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