Teresa Helbig siempre ha sido una mujer de gatos, y le queda bien: fuerte, rebelde e independiente. No solo ha tenido muchos gatos a lo largo de su vida, sino que se ha sentido muy unida con ellos. “Tuve una gata que vivió veinte años, dormía conmigo y mi pareja no entendía nada”, dice riendo.
De hecho, los perros no le interesaron mucho hasta que su pareja y su hijo empezaron a insistir. Ahora reconoce que no se imagina la Helbig gang sin la presencia de un perro. “Su amor es desinteresado y son incondicionales. En este sentido, los humanos tenemos que aprender mucho de los perros, nos creemos muy listos pero en según qué no lo somos tanto”, dice Helbig.
Su firma incluso tiene una línea de productos -chokers, perfumes o velas- inspirada en uno de los perros que tuvo, Busa, un bulldog francés con mucha personalidad a quien le encantaba estirarse encima de los bolsos de las clientas que iban al atelier. “Cuanto más caro era el bolso, más le gustaba”, asegura Helbig. Busa, igual que León -el anterior perro Helbig-, dejó una marca muy grande en la familia cuando murió: “Todos en el atelier lloramos mucho cuando nos tuvimos que despedir, ya de muy viejitos. Era un perro con quien hablábamos y de verdad nos entendía”.
El perro que actualmente vive con la diseñadora, Jagger -de Mick Jagger, claro - tiene, de momento, acceso limitado al atelier. ¿El motivo? “Es un destroyer ”, dice Helbig. Plásticos, juguetes, plantas, muebles… este Jack Russell se lo come todo. “Como es pequeño parece muy manipulable, pero nada más lejos de la realidad. Es una raza muy punky, y claramente es de la Helbig gang : para que pare le tenemos que agotar, y a veces ni así”.
De hecho, la diseñadora explica que cuando van al parque los amos que ya les conocen les miran con horror. “Jagger es muy simpático, pero de tan simpático es pesado y tortura a los perros: todo el rato quiere jugar. En general, al parque vamos para que nos odien un poco”, dice en broma. En la peluquería no es extraño que Jagger intente cazar alguna paloma, y si ve que alguien le dice algo enseguida se le acomodará en el regazo. Su carácter incombustible ha hecho que se haya llevado más de un mordisco, pero esto no le ha hecho desistir lo más mínimo de sus ganas de vivir y experimentar.
En la pared del atelier de la diseñadora, en la calle Mallorca de Barcelona, ha escrito en letras negras: “Una mujer Helbig nunca pasa desapercibida”. Y es evidente que un perro Helbig tampoco.