Cómo nos conocimos

Volverse a enamorar después de una relación tóxica

Txell Mas, nadadora

Selena Soro
2 min
Txell Mas

La nadadora Txell Mas conoció a Pere en el cumpleaños de una de las chicas del equipo. “Nos mezclamos muchísima gente y recuerdo que Pere destacaba porque era muy bromista y todo el rato nos hacia gracia”, explica la de Granollers. Por la noche eran tantos que no había suficiente sitio para dormir, así que se tuvieron que mezclar a unos cuantos en la misma habitación. A ellos dos les tocó juntos. 

“Al día siguiente por la mañana una amiga me dijo que creía que a Pere le había gustado. Yo no hice mucho caso porque en aquel momento estaba cerrada a conocer gente: acababa de salir de una relación muy tóxica y no preveía empezar otra”. 

Al irse de la masía, Mas vio que Pere la había empezado a seguir en Instagram y unos días después la nadadora recibió una invitación a cenar por parte de la amiga del cumpleaños. “Pere me llamó desde el móvil de ella para preguntarme si iría y dijo que, si iba, nos lo pasaríamos muy bien”. Mas accedió y fue a la cena. “Estuvimos muy a gusto y cuando acabamos nos fuimos todos a Caldes de Montbui y pasamos la noche mirando las estrellas en la montaña”. A partir de aquel día, explica la nadadora, Pere “empezó a picar piedra”. “Bien es verdad que tuvo que picar mucha”, reconoce. 

Un día que el equipo competía en Barcelona, Pere se presentó con un bombo y un grupo de amigos y se dejaron la piel animándolas desde las gradas. “Realmente era muy atento no solo conmigo, sino con todas las chicas del equipo, y eso me gustaba”, detalla Mas. Desde entonces la nadadora y Pere se empezaron a ver de vez en cuando y, un año después, estaban “más o menos juntos”. “Teníamos una relación, pero no era una cosa seria ni le poníamos nombre”. De repente llegó el confinamiento y aquello lo cambió todo. 

“Es verdad que fue una época en la que Pere me demostró muchísimas cosas. No nos podíamos mover, pero como él es fisioterapeuta vino un día por sorpresa a tratarme a mí y a la compañera de equipo con quien estaba confinada”. Al final, que el chico cuidara tan bien a sus amigas –y también que les hiciera reír– acabó de derrocar el muro que la nadadora había levantado.  

Tres años después, siguen juntos y se preparan para compartir piso. En casa, sin embargo, no estarán mucho tiempo, porque los dos son muy activos. “Somos de hacer mil cosas y, si tenemos un día libre, probablemente haremos tres planes diferentes”, explica la nadadora, que finalmente ha descubierto la clave de una relación feliz: “El respeto mutuo, la comunicación y valorarse a uno mismo y al otro por igual”.

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