Manzanas que no se oxidan y tomates más nutritivos: la nueva ola de transgénicos
La tecnología CRISPR abre la puerta a un nuevo tipo de organismos modificados genéticamente
BarcelonaEn 1975, tras una conferencia sobre ADN recombinante en Asilomar, California, entró en vigor una moratoria –autoimpuesta y ampliamente aceptada por los expertos– para dar tiempo a evaluar los riesgos de la nueva tecnología, que permitía por primera vez mezclar el material genético de especies diferentes y crear así organismos modificados. Las aplicaciones potenciales eran fabulosas, como lo era también la posibilidad de generar desastres inimaginables. Había que valorar bien las consecuencias de usar el conocimiento que se había adquirido y acordar unas regulaciones mínimas que todo el mundo estuviera de acuerdo en seguir.
Actualmente, cuando se conmemora el 50 aniversario de ese momento histórico, los transgénicos forman parte de nuestra vida y las peores predicciones no se han cumplido, en buena parte porque Asilomar marcó el camino a seguir. A pesar de su mala reputación en algunos entornos, los organismos modificados genéticamente u OMG han demostrado ser seguros para el consumo y también para el entorno. Por eso las baldas de los supermercados de todo el mundo están llenas de productos hechos con aceites, azúcares o derivados del maíz transgénicos, sobre todo presentes en comidas procesadas. También numerosas frutas y verduras –como manzanas y patatas– son a menudo transgénicas, y las vacas y gallinas suelen alimentarse a partir de cultivos modificados.
Una nueva ola de OMG
La regulación es distinta en cada país para adaptarse a la sensibilidad de los ciudadanos. En Europa, uno de los territorios más restrictivos, existen normas que obligan a etiquetar claramente los productos que tienen ingredientes con componentes modificados. Sin embargo, esta exigencia no existe en la carne ni en los derivados de animales que han sido alimentados con transgénicos. Los OMG, por tanto, están bien implantados en todo el mundo y forman parte estable de la cadena alimentaria, a pesar de la oposición que generan en algunas personas.
El descubrimiento hace una docena de años de la tecnología CRISPR-Cas9, que permite realizar alteraciones genéticas muy precisas con relativa sencillez, ha abierto la posibilidad de crear organismos modificados sin necesidad de tener que recurrir a mezclar genes de otras especies, ya que permite reescribir el genoma in situ. Así, ahora empieza a llegar una nueva ola de OMG que no encajan en la definición que hace la ley y, por tanto, en muchos países no deben someterse a las mismas normas. En Japón, por ejemplo, ya tienen tomates con nutrientes extras o pescados a los que se les ha acrecentado más rápidamente. Y en Estados Unidos se pueden comprar manzanas y setas que no se oxidan.
Las posibilidades que se abren con el CRISPR superan ampliamente todo lo que se ha podido hacer hasta ahora en el campo de los OMG. Y no sólo en los alimentos: recientemente ha saltado la polémica porque se ha prohibido que unos caballos, modificados con CRISPR por la organización Kheiron Biotech, puedan competir en partidos de polo. Se trata de unos animales que, para empezar, son clones de Polo Pureza, una yegua argentina ganadora de varios premios. Además, se ha cambiado la secuencia de un gen, que permite una contracción muscular más rápida. El resultado han sido cinco caballos, que tienen ahora alrededor de un año de vida, con la agilidad del original y una velocidad aumentada, ideales para los requisitos del polo.
Como no se ha introducido ninguna secuencia foránea, los clones técnicamente no se pueden considerar transgénicos, a pesar de ser organismos modificados. Pero la Asociación Argentina de Polo les ha vetado igualmente de las competiciones de un deporte que es muy popular en el país arguyendo que es injusto para quienes se dedican a producir caballos de élite utilizando las estrategias tradicionales del cruce selectivo.
Habituales en las granjas
A pesar de todo, los animales modificados con CRISPR ya empiezan a ser habituales en las granjas, donde se pueden encontrar desde vacas más resistentes al calor (útiles para mantener la productividad en países con condiciones climáticas extremas) hasta ovejas más musculadas (para producir más carne), pasando por cerdos resistentes a enfermedades o que no generan reacciones inmunes (los ).
La oposición a los transgénicos, aunque ya no tiene ninguna justificación científica después de medio siglo de estudiarlos, es en parte comprensible si se consideran ciertas prácticas monopolistas de quienes controlan sus patentes, así como el riesgo implícito que arrastran de acabar con la biodiversidad en algunas áreas de cultivo. Pero esta prevención también ha sufrido víctimas colaterales, como el famoso arroz dorado, que contiene un precursor de la vitamina A, y que se cree que podría evitar la ceguera en partes del mundo donde existen déficits de esta vitamina esencial para la vista. Veinticinco años después de su creación, la resistencia ferviente de grupos como Greenpeace ha evitado que consiga desplegar su potencial. Faltará ver si los organismos modificados con CRISPR serán igual de seguros, si generarán el mismo rechazo entre los activistas y cuándo se tardará en resolver el vacío legal en el que se encuentran actualmente.