Biomedicina

Reviven retinas humanas después de la muerte

Una nueva técnica consigue que los ojos de un cadáver puedan volver a detectar luz

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Una retina humana

Un rumor popular dice que Walt Disney se hizo congelar para poder resucitar en el futuro (no es cierto: su cadáver se incineró el 1966). La idea parte de la llamada teoría crónica, según la cual se podrían preservar organismos a muy baja temperatura instantes después de la muerte para devolverlos a la vida cuando la tecnología lo permita. Esto todavía no se ha conseguido, ni parece que tenga que ser posible nunca, pero, a pesar de todo, desde mediados del siglo pasado se han criopreservado centenares de cuerpos, que esperan pacientemente su oportunidad en algún congelador. Mientras tanto, los experimentos para revivir tejidos humanos continúan avanzando por otros caminos y, recientemente, se ha conseguido que retinas de cadáver puedan volver a detectar luz.

La muerte es un estado final que llega en un momento u otro a todos los organismos y se caracteriza por la parada irreversible de la actividad bioquímica de las células, que aparece a consecuencia del cese de la respiración, la circulación y las funciones cerebrales. Más allá de esta definición biológica, los humanos somos los únicos seres vivos conscientes de las trágicas implicaciones que este hecho tiene en nuestra existencia, y esto nos ha empujado a buscar maneras tanto de parar la degeneración que nos lleva a este destino (y todas las enfermedades asociadas) como de revertir el proceso una vez que ha sucedido. De momento, no hemos tenido éxito en ninguna de estas vías, pero en los últimos años se han hecho algunos adelantos importantes, que han llevado a los más optimistas a creer que algún día se podrá vencer la muerte.

El 2019, por ejemplo, unos científicos de la Universidad Yale consiguieron revivir cerebros de cerdo, cuando menos durante un rato, cuatro horas después de que murieran. Vieron como se restablecía cierta actividad celular, sobre todo en cuanto al metabolismo y el consumo de energía, pero esto no quiere decir que los cerebros recuperaran sus funciones habituales. De hecho, en ningún momento se detectaron señales que sugirieran que eran conscientes, o ni siquiera que estuvieran en un estado similar al vegetativo. Por otro lado, la técnica es complicada e implica sacar el cerebro del cráneo. Queda un largo camino, pues, para poderla aplicar un día en humanos.

Más oxígeno y un PH estable

Pero quizás antes se podrá devolver a la vida órganos menos complejos que el cerebro. En este sentido, el grupo dirigido por el investigador Frans Vinberg, de la Universidad de Utah, ha publicado recientemente un artículo en la revista Nature en el cual describe el éxito a la hora de reactivar la actividad básica de las retinas tanto de ratones como humanas. La retina es la capa que recubre el interior del ojo y está formada por un estrato de células receptoras que captan la luz y transmiten la información a unas neuronas conectadas con el cerebro a través del nervio óptico. Es un componente esencial del ojo de la mayoría de vertebrados y puede degenerar por culpa de la edad o de enfermedades.

El doctor Vinberg y sus colaboradores usaron una técnica llamada electrorretinografía para medir la actividad de las neuronas de la retina en ratones después de la muerte y confirmaron que decaía rápidamente. Pero entonces descubrieron que, si ponían los ojos en unas condiciones en las cuales las células tenían acceso a suficiente oxígeno y, además, el pH se mantenía estable, esta actividad regresaba al cabo de un rato. Todavía más: cuando se las estimulaba con un foco de luz, las retinas revividas reaccionaban como se supone que lo tienen que hacer y las células receptoras pasaban información, a través de impulsos eléctricos, a las otras neuronas. Así pues, la conclusión que sacaron es que las retinas volvían a ser capaces de procesar imágenes, y que esta recuperación se podía conseguir incluso tres horas después de la muerte del animal. A continuación probaron la misma técnica con humanos, a partir de autopsias de donantes de un banco de ojos. En este caso, consiguieron unos efectos similares hasta cinco horas después de morir.

Resucitar neuronas

Estos experimentos pueden tener varias aplicaciones en el futuro, más allá de demostrar que la muerte no es del todo irreversible, cuando menos dentro de un periodo de tiempo limitado y si hablamos de ciertos tejidos. Aplicar esta técnica en ojos de donantes puede ser muy útil para estudiar el funcionamiento de la retina de una manera cercana a la realidad, y mirar también cómo responde a ciertos fármacos. También permitiría ensayar nuevas técnicas quirúrgicas que más adelante se pudieran aplicar en personas que han perdido la vista por problemas en la retina.

La aplicación más inmediata de este sistema, sin embargo, seguramente será facilitar el trasplante de retinas, puesto que permitiría mantenerlas vivas durante más tiempo y frenar así la pérdida de viabilidad que se suele observar en estos órganos inmediatamente después de la muerte. Pero este trabajo también tiene una implicación más profunda, porque demuestra que las neuronas se pueden resucitar. Si las técnicas se pudieran aplicar a todo un cerebro, quizás se podría llegar más lejos que con los experimentos que se han hecho hasta ahora con cerdos.

Salvador Macip es investigador de la UOC y de la Universidad de Leicester
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