Salud

Baila, gambea, agita… ¡es el disparo de salud más barato!

El baile mejora la salud física y emocional en todas las etapas de la vida y, además, ahorra dinero en la sanidad pública

Actividad al aire libre con gente que baila swing.
Anabel Herrera
20/09/2025
8 min

Es uno de los espectáculos más fascinantes y elegantes que podemos observar en la naturaleza: dos cisnes moviendo el cuerpo de forma sincronizada en un ritual de apareamiento llamado, popularmente, "danza del amor". Hay especies capaces, incluso, de sacudirse al ritmo de la música, como los chimpancés. Pero, a diferencia de los humanos, los animales no pueden interiorizar las pulsaciones, que son la unidad básica de tiempo de las composiciones musicales. Para entendernos, ese pum-pum-pum que late dentro de nosotros, como si fuera el corazón, y que nos hace aplaudir, dar palmaditas con el pie en el suelo o mover la cabeza de un lado a otro de manera espontánea al sentir una melodía. Incluso los bebés recién nacidos ya tienen esta habilidad, como han demostrado varios experimentos.

"Hay otra habilidad innata exclusiva del ser humano: elentrainmento –sincronización o ensamblaje, en catalán–, es decir, movernos, bailar o tocar música de forma coordinada con otras personas", señala Rubén López-Cano, profesor e investigador del departamento de estudios culturales y musicales de la Escuela Superior de Música de Cataluña (ESMUC). Y, teniendo en cuenta que el instrumento musical más antiguo encontrado hasta la fecha es una flauta de hace 42.000 años, debe tener alguna ventaja evolutiva de que la música aún nos acompañe. López-Cano lo tiene claro: "Los rituales de cantar, bailar y movernos sincronizadamente construyen unos lazos de codependencia y confianza que son fundamentales para la supervivencia".

Una explosión en el cerebro

Desde que las técnicas de neuroimagen han permitido estudiar el cerebro sabemos que pocas actividades le estimulan de una forma tan completa como bailar. Porque, aunque no aspiremos a convertirnos en John Travolta en Fiebre del sábado noche, gambear por casa o en una clase de zumba requiere una coordinación monumental de tareas al mismo tiempo: desde orientación corporal a memorización de secuencias, sincronización de pasos e incluso interpretación de las emociones de quien nos acompaña en pista.

Ana Belén López-Rodríguez, coordinadora de investigación del servicio de neurología del Hospital Universitario de la Princesa de Madrid, científica formada en danza clásica, contemporánea y flamenco desde los siete años, destaca la explosión de neurotransmisores que se produce en el cerebro cuando movemos el esqueleto en el cine, serotonina y las endorfinas, entre otras hormonas", todas ellas estrechamente vinculadas al bienestar y al placer. Por eso bailar provoca una recompensa directa que experimentamos desde pequeños.

Mejora de la autoestima en jóvenes

Más allá de una forma de expresión artística, la ciencia considera el baile una poderosa herramienta para el desarrollo en niños y también y especialmente en adolescentes, una etapa de la vida en la que se presentan cambios físicos y emocionales que generan inestabilidad e incertidumbre. Una revisión bibliográfica de varios estudios publicados sobre el tema puso de manifiesto en 2021 que la danza, especialmente en grupo, puede contribuir a aumentar la autoestima y la autoconfianza, así como a mejorar la percepción del cuerpo –a menudo sesgada en estas edades–, además de potenciar habilidades sociales cruciales.

En palabras de Rubén López-Cano, "la música y el baile tienen la capacidad de crear espacios que rompen con las reglas habituales". Por eso hay muchos tímidos que no lo son en ese contexto. Y en determinados estilos está permitido coger a una persona de la cintura, invadiendo la distancia personal, sin que se considere irrespetuoso.

Los jóvenes también pueden "experimentar con la identidad de género, ya sea disfrazándose como si fuera Carnaval o bien con movimientos distintos a los que impone la normatividad de género", señala este experto. Por ejemplo, el tango puede llegar a construir unos marcados estereotipos de masculinidad y feminidad. Pero actualmente también se practica el tango queer, que plantea que todo el mundo pueda asumir cualquiera de los dos roles, o ambos, en la misma danza.

'Perreo' en el Reggaeton Beach Festival de Barcelona de 2019.

Una de las especialidades del profesor de la ESMUC, autor del blog Papeles sueltos, es la música popular urbana, y además se relaciona a diario con jóvenes alumnos que, aunque se dedican profesionalmente a la música clásica, escuchan reggaeton desde el instituto. "Los bailes hipersexualizados no son una moda pasajera, sino una forma de presentarse para toda una generación. El twerking convierte el culo en el centro de expresión, y muchas chicas, incluso feministas, se han apropiado del perreo y juegan con la narrativa de sentirse malas y promiscuas, pero de forma performativa". Podríamos pensar que esto entra en contradicción con el contenido machista de muchas de estas canciones. En este sentido, López-Cano considera que "cuando escuchamos música, el cuerpo manda, y el contenido verbal de la letra puede no asumirse una y queda", queda. biológica en el baile, también debemos tener en cuenta su dimensión cultural".

Beneficios en edad adulta

Los resultados positivos del baile no sólo se han demostrado en la infancia y en la adolescencia, sino que están presentes a lo largo de todas las etapas de la vida. Los beneficios físicos son algo más que evidentes: aumento de la flexibilidad, el equilibrio, la fuerza muscular y la lubricación de las articulaciones; mejora de la presión arterial y reducción de la grasa corporal en personas con sobrepeso y obesidad, entre otros. Pero, además, mover la tibia y el peroné siempre que se tiene ocasión, parafraseando a Alaska, comporta, sobre todo, una serie de beneficios emocionales y cognitivos. Para empezar, contribuye a regular el estrés. Una de las principales conclusiones, según un reciente estudio publicado en la revista Psychlogy of Sports & Exercise, es que estimula la liberación de dopamina y endorfinas en el cerebro, asociadas con el placer, la motivación y la recompensa, a la vez que reduce los niveles de cortisol, la hormona principal del estrés.

Además, otro trabajo, en este caso de la Universidad de Sydney, demuestra que es mejor para la salud mental que otros ejercicios físicos recomendados habitualmente, como andar, correr o hacer pesas. Para López-Rodríguez, no es que bailar sea mejor que hacer deporte, oa la inversa, sino que la clave está en la motivación y el placer: "Si una persona odia bailar, no obtendrá beneficios más allá de los físicos; los emocionales, cognitivos y sociales se verán disminuidos porque no disfruta de la actividad".

Bailar comporta beneficios durante toda la vida.

A la pregunta de si existe algún estilo de baile más beneficioso que otros, la científica, que se autodefine en las redes sociales como "neurobailaora" y difunde sus contenidos a través de la cuenta Matrioska Leré, indica que la mayoría de ensayos clínicos se han realizado con bailes de salón, como el tango. En este sentido, el género más conocido de Argentina y Uruguay ha demostrado mejorar algunas habilidades motoras y cognitivas en pacientes con Parkinson y también con demencia; aumentar la percepción corporal y reducir el dolor en el caso de artritis reumatoidea, y mitigar la fatiga crónica asociada al cáncer de mama. López-Rodríguez refiere también estudios con otros bailes tradicionales como el folclore griego, que contribuye al control del equilibrio en gente mayor sana con sólo dos sesiones de una hora por semana. O del flamenco, que con una sesión semanal de dos horas puede mejorar el estado de ánimo de tristeza o ansiedad en mujeres de entre 62 y 79 años, según una investigación de la Universidad de Sevilla.

Más allá del estilo, desde hace tiempo se sabe que los pacientes con Alzheimer responden a los movimientos rítmicos. Una de las investigaciones más recientes en este sentido procede de la Universidad de West Florida, en EE.UU. Los autores evaluaron el impacto de practicar baile online o line dance adaptado una media de 70 minutos por semana durante casi 3 meses en un grupo de personas de entre 69 y 97 años –4 hombres y 12 mujeres–, en comparación con otro grupo que participó en actividades sin música como bingo, rompecabezas, manualidades, cartas y juegos de mesa. En el primer caso, los participantes no experimentaron pérdida de equilibrio ni caídas, puesto que tanto su estado de agitación como la fuerza de sus extremidades habían mejorado notablemente durante el tiempo que duró el ensayo.

Bailar sale rentable

Pese a las ventajas físicas, emocionales y cognitivas de gambear, no es que la danza y la música sean, por sí solas, remedio a todos los males. Pero sí podrían ser una herramienta eficaz para mejorar el bienestar de los ciudadanos sin pasar por "la inmediatez de la píldora", apunta la coordinadora de investigación del servicio de neurología del Hospital Universitario de la Princesa de Madrid. El beneficio que esto reportaría ya ha sido cuantificado por muchos países, que han demostrado el ahorro de añadir actividades relacionadas con el baile en sus programas de salud pública. Es el caso del Reino Unido y su Dance to health (Bailar por la salud), un programa de prevención de caídas en personas mayores basado en ejercicios de danza. Los resultados, publicados en 2021, demostraron que las caídas se habían reducido en un 58%, lo que implicaba un ahorro potencial de más de 196 millones de libras –más de 226 millones de euros– en un período de dos años, gran parte del cual repercutiría directamente sobre los costes del sistema nacional de salud (NHS).

En cuanto a salud mental, Suecia analizó la rentabilidad de una intervención de danza –dos sesiones por semana durante ocho meses–, aparte de los servicios de salud que las escuelas ofrecían, en adolescentes con riesgo de ser ingresadas por trastornos como la ansiedad o la depresión y que habitualmente acudían a enfermería de su centro escolar por síntomas psicomáticos. Para medir los efectos, se utilizaron años de vida ajustados por calidad (QALY, en sus siglas en inglés), un indicador médico que combina en una única medida cuánto tiempo y con qué calidad de vida vive una persona. Así, un año vivido con perfecta salud equivale a 1 QALY, mientras que un año con síntomas que reducen a la mitad la calidad de vida equivaldría a 0,5 QALY.

El trabajo, presentado en 2013, concluye que la intervención suponía una ganancia de 0,10 QALY para las adolescentes. En términos económicos, el coste neto por participante fue de 383 dólares –unos 327 euros–. Al calcular la rentabilidad en salud, es decir, el coste por cada QALY ganado, la cifra fue de 3.830 dólares –cerca de 3.300 euros– después de 20 meses. Por ponerlo en contexto: en España se considera que un tratamiento es coste-efectivo si el coste por QALY está por debajo de los 21.000-24.000 euros. La intervención en danza quedó muy por debajo de ese umbral, lo que demuestra que fue una estrategia altamente eficiente y medible para la salud mental de las adolescentes.

"Hay que bailar" porque es una actividad "necesaria para la salud individual y colectiva", pero también para dar alternativas a una sociedad sobremedicalizada, argumenta Rubén López-Cano.

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