Vulcanología

Si no puedes parar los volcanes, estúdialos y reconstruye

En cualquier momento, en la Tierra hay entre 40 y 50 erupciones volcánicas que hay que gestionar para minimizar daños a personas e infraestructuras

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El volcán islandés Fagradalsfjall ha protagonizado este año una de la septuagésima de erupciones que se registran en la Tierra anualmente.

Los volcanes son el único riesgo natural que puede provocar un impacto global. Además, en la Tierra hay un número considerable de ellos. A pesar de que no son tantos como en Io, el satélite de Júpiter que con un tercio del radio terrestre tiene cerca de 400 volcanes que expulsan columnas de dióxido de azufre hasta 500 kilómetros de altura, en nuestro planeta hay entre 40 y 50 erupciones simultáneas en cualquier momento, y cada año se registran una media de 72. Esta actividad, unida al hecho de que hay 10 volcanes con más de un millón de personas que viven a menos de 5 kilómetros, genera un riesgo constante.

Si los volcanes pueden afectar al planeta entero, es evidente que pueden tener un impacto definitivo en la vida de los que lo habitamos. Ha pasado muchas veces y pasó, por ejemplo, el 3 de junio de 1991 en monte Uzen, en el Japón. La pareja de vulcanólogos Maurice y Katia Krafft filmaban la erupción cuando los barrió un flujo piroclástico, una masa de gas, cenizas y fragmentos de roca a 800 grados que puede salir disparada de repente y bajar por el regazo del volcán a 200 kilómetros por hora, tal como pasó en Pompeya en el 79 dC. Estos días vale la pena recordar este matrimonio alsaciano que consagró la vida a captar imágenes de volcanes de un valor gráfico y científico enorme.

Preguntar y reconstruir

Una de las mejores maneras de hacerlo es mirar el documental Into the inferno (Dentro del volcán), de Werner Herzog. En esta película hay unas secuencias que solo podía concebir la peculiar imaginación del director alemán. Los Krafft, impasibles, están inmóviles o andan muy cerca (¡demasiado!) de un río gigantesco de lava que fluye a una velocidad que parece acelerada digitalmente pero que es real. O contemplan desde el mismo borde del cono un burbujeo de magma tan alto como la Sagrada Família. A veces van protegidos con vestidos ignífugos pero a menudo visten un anorak normal y corriente. Herzog acompaña estas escenas dantescas con la melancolía del Recordare del Réquiem de Verdi, una obra que según el director Riccardo Muti es una misa para los vivos, no para los muertos, en la que el hombre no reza ni suplica a Dios, sino que, tal como de alguna manera hacían los Krafft, lo interpela y le pregunta cosas.

Otro hecho volcánico que vale la pena recordar es la erupción más catastrófica de la historia. Tuvo lugar en Islandia en 1783. El volcán Laki escupió lava, ceniza y gases durante 8 meses. La nube tóxica cubrió Europa y parte de África y Asia. Además de intoxicaciones directas, provocó una bajada de temperatura que aumentaría las muertes por congelación en toda Europa y reduciría las cosechas en el valle del Nilo. En Islandia murieron 10.000 personas, una quinta parte de la población, pero en todo el mundo se calcula que el Laki fue responsable de millones de muertos.

En medio del desastre, el reverendo Jon Steingrimsson se erigió en una figura heroica que todavía se estudia en las escuelas islandesas. Durante los 8 meses que duró la erupción cabalgó arriba y abajo para ayudar a los feligreses. Viajó a Reikiavik para pedir dinero al representante de Dinamarca -que tardó un año en ir- y lo repartió después de que le robaran la mayor parte en el trayecto de vuelta. Después de dos años pasando hambre y enterrando a gente, incluida su mujer, en una excursión desesperada a la costa consiguió focas para que la comunidad pasara el invierno.

Estas dos historias pueden parecer anecdóticas, pero esconden un gran poder simbólico. Por un lado, el trabajo de los Krafft -preguntar e interpelar a la naturaleza- ha contribuido a entender mejor los volcanes. Una investigación que, unida a la monitorización de los cráteres próximos a las zonas habitadas, hay que mantener para minimizar los efectos de las erupciones. Por el otro, la entrega de Steingrimsson demuestra que en una catástrofe natural como la que hoy sufre La Palma es tan importante la actuación durante la emergencia como los planes de recuperación y reconstrucción. Cuando la épica y los titulares se acaban es cuando la política tiene que entrar en acción.

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