Los amigos italianos que acaban de abrir la primera foca en la Barceloneta para comer por 10 euros
Los socios de la pizzería La Balmesina trasladan de Italia el gran fenómeno de las focaccias artesanas
BarcelonaDejaron la tierra natal, Verona, para aterrizar en Barcelona y abrir una pizzería, La Balmesina (c. Balmes, 193). Son Alessandro Zangrossi, Mattia Ciresola y el pizzero Massimo Morbi. Era el 2016 y La Balmesina fue un éxito en muy poco tiempo, porque aquellas masas de lenta cocción gustaron enseguida, hasta el punto de que hoy ya tienen tres pizzerías, la última dentro del Time Out Market. acaban de abrir su primera focacería (atención, porque habrá más) con una de las masas que más les ha gustado siempre, la crujiente, la llamada pala romana o schiacciata toscana, según la región de Italia donde estemos.
"Es una de las tres masas que usábamos para nuestras pizzas desde los inicios de La Balmesina, pero que dejamos de hacer durante la cóvida, porque nos centramos sólo en una, la napolitana", explica Max Morbi, que añade que, como pizzero, es la masa que siempre le había declarado amor. La masa de pala romana es crujiente, tiene un mordisco limpio y, digámoslo sin él. embudos, es adictiva. Tanto es así, que en Italia, ahora mismo, las focaccias son un gran fenómeno, y si valoramos el recibimiento que ha hecho la Barceloneta en la Focacceria Balmesina en los pocos días que llevan abiertos, en nuestra casa también lo será.
Y llegados aquí, explicémoslo todo. La Focacceria Balmesina está situada frente al mercado del barrio, el de la Barceloneta, en un chaflán que toca a tres calles emblemáticas: el Baluard, la Maquinista (peatonal) y la calle de Monjo, de aquellos que tienen balcones pequeños con tendederos que tocan en la calle y hay ropa tendida de todos los colores. La puerta de entrada está en la calle peatonal en La Maquinista. El local es pequeño y muy acogedor. Hay mucha luz, madera en la mesa central, que se comparte, y en las ventanas, como antepechos anchos, para sentarse y comer si no hay sitio en la mesa central. También se puede comer en un rincón del mostrador donde los camareros preparan frente a nosotros las focaccias. De hecho, ante usted verá toda la elaboración de las focaccias que pida, así que también cortarán los embutidos que los tres amigos italianos más valoran, como la porchetta. "Le habíamos tenido en las pizzas también, pero a mí no me gustaba cómo quedaba, por eso le pasé a antipizza, como entrante; aquí, con las focaccias liga mucho, y te diré qué es lo que me animó a hacer focaccias: tener la porchetta y la masa romana". Y cómo es la porchetta? Es carne de cerdo, cuyo proveedor es del Montseny, y se trata de una parte que incluye el costillar, la ventresca y el lomo. En La Balmesina, la salan, ponen especias y la cuecen durante diez horas. El resultado es una carne asada, que se come como si fuera un embutido si la cortas en lonchas primero.
De focaccias hay una decena, que irán cambiando y variando. Siempre están hechas con tres ingredientes, embutido, queso y una salsa. Junto con la focaccia estrella, la de porchetta, hay otra que también despierta pasiones, la Baita (una especie de masía italiana), que para los tres amigos italianos es un homenaje a su Verona natal, con sus montañas y sus baita. Está hecha con speck (jamón ahumado), ricotta ahumada y crema de setas. Una delicia. También hay focaccias vegetarianas y veganas. Todas cuestan en torno a los 9,00 y los 10 euros, y cada una tiene un tamaño de 13 x 15 centímetros. Y aquí me entretengo: es un tamaño importante para comer una, con una copa de vino natural catalán o birra italiana si lo prefiere, y comer contundentemente. El coste total no alcanzará los 13 euros, con la bebida. Y la guinda final: encontrará todos los rótulos de la Focacceria Balmesina en catalán, así como la lengua con la que atienden.