Tu 'foodie' de cabecera

Bodega Montferry: capipota contra la especulación

Un lugar de barrio para comer cocina casera y unos bocadillos descomunales

3 min
Cabeza y pata con garbanzos de la Bodega Monferry.

Puede ser que hayáis visto en las redes mensajes que describen un bocadillo seductor acompañados de una fotografía. Son del estilo "Buenos días, hoy bocadillo de carne de cerdo adobada con salsa de yogur y cebolla confitada. ¡Salud!". O bien: "Hoy bocadillo de caballa con mayonesa de wasabi y cebolla envinagrada". Los viernes, el bocadillo es de tortilla, como el de la semana pasada, de patata, cebolla y berenjena con crema de torta del Casar. Estos bocadillos célebres de internet los encontraréis en la Bodega Montferry (pasaje de Serra i Arola, 13). Pero, según mi punto de vista, este establecimiento es mucho más que un lugar para comer bocadillos suculentos que chorrean muñeca abajo (que no es poco). La Bodega Montferry es un bastión, un reducto de resistencia en el barrio de Sants.

Bocadillo de albóndigas de la Bodega Montferry.

Si entráis, os encontraréis en un bar de siempre, con botas para vender vino a granel en el fondo del local. Éste no es el emplazamiento original de la bodega, que fue una víctima más de la especulación inmobiliaria que sufre la ciudad de Barcelona y sus comercios históricos. Pero de esto hablaremos más adelante.

La Bodega Montferry es un bar para ir a desayunar o a comer. Abren de lunes a viernes de 8 a 17 h, y el jueves y el viernes, además, hacen cenas de 19.30 a 23 h. Si sois pandilla, hay que reservar mesa: si sois una o dos personas, quizás encontrará un rinconcito sin reserva. Eso sí, hay que tener en cuenta que no es un lugar para multitudes.

Aparte del bocadillo del día, tienen una buena representación de bocadillos fijos, como el de croquetas de asado, el de albóndigas, el de fricandó o bien el pequeñito y redondo de capipota y tripa, que te deja los dedos pringosos y la barriga contenta. Ofrecen también los clásicos del vermut, como la bomba, el pincho de butifarra, la ensalada rusa o las conservas (mojama, sardina ahumada, boquerones, berberechos...). Pero si sois de los que os gusta mojar pan, entonces hay opciones de cuchara: bacalao con sanfaina, capipota con garbanzos, albóndigas con calamares... El trabajo se puede rematar con un postre de músico o con un miel y mató. Todo tradicional, todo preparado con cuidado por Marc Miñarro, el propietario.

Las botas de vino de la Bodega Montferry.

Marc es geólogo y la crisis del 2008 le empujó a pensar que quizá le convenía un cambio de vida. Su amigo abogado, Albert García Moyano, le puso sobre la pista de la Bodega Monferry, porque sus propietarios, Pere y Eva, se jubilaban. Marc y Raquel Bernús, su pareja que es de Sants, tomaron las riendas en el 2013 con la ayuda de Albert. Y ya no las han soltado. Marc siempre ha tenido traza en los fogones, aunque asegura que él no sabe hacer "virguerías" ni "pone cositas verdes por encima de los platos para que quede más bonito". Él hace comida casera y no prepara "croquetas de cosas raras". Las suyas son o de vegetales (de temporada) o de carne asada.

Cuando en verano de 2022 tuvieron que dejar el local original, fue un duro golpe. El propietario quiere derribar el edificio para realizar un bloque de pisos. "Imagina que dicen: tiramos al suelo a la Sagrada Família porque no nos gusta, y en su lugar haremos un centro comercial. Es lo que está pasando con los negocios de barrio", dice Miñarro. Su objetivo ha sido mantener su esencia en un nuevo emplazamiento, que era un bar del barrio que se traspasaba por jubilación. Si pudiera volver al local antiguo, con sus botas y neveras antiguas, Miñarro lo haría ahora mismo, aunque ese espacio era mucho más pequeño. "Me sabe mal, cuando paso por delante y lo veo tapiado. En esta ciudad se está acabando la originalidad. Lo homogeneizamos todo. Creamos bodegas copiando la estética de las tradicionales y las antiguas las cerramos. Tenemos neobodegas sin personalidad ", denuncia.

La clientela de siempre le ha seguido en el nuevo espacio, eso sí. Y mucha nueva que encuentra en las redes con el bocadillo del día y no puede resistirlo. O pasavolantes que deben ir a buscar el tren a la estación de Sants. Allí encontrarán un espacio con alma para degustar la cocina tradicional catalana sin miedo a ensuciarse las manos.

Declaración de intenciones

Este texto no es contenido publicitario. Todos los sitios los he visitado como cliente y he pagado la cuenta como cualquier otra persona.

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