Unos buenos calamares rellenos y mantel blanco junto a la Rambla de Barcelona
Ubicado en la calle Boqueria número 23, el restaurante Finorri hace cocina tradicional a buen precio en un espacio agradable y recién reformado
BarcelonaEl Finorri acaba de abrir en los bajos del Hotel Condal (calle Boqueria, 23), que está siendo reformado de pies a cabeza. Pero el restaurante tiene entidad (y puerta) propia. Allí encontrará una oferta de cocina catalana muy bien ejecutada ya buenos precios. Os ponemos ejemplos: tomates de colgar encurtidos, mojama, recocido, dátiles y aceite verde; buñuelos de bacalao con romesco y puré de ajos escalivados; boquerones fritos con cítricos; rodaballo con romesco de remolacha, zumo de anís y ensalada de hinojo o hombro de cordero, ñameras y judía. Todo ello da pachoca, pero vale la pena resaltar dos platos. En primer lugar, lo que describen con un lacónico "nuestra ensalada". En una ensalada verde puedes ver hasta qué punto un restaurante se toma en serio su trabajo. Allí no se puede esconder nada. Ni el producto, ni el amor con el que se hacen las cosas. De ahí que no se encuentre en muchos lugares, una buena ensalada. Bien, pues aquí se lo encontramos. El segundo plato que me gustaría destacar son los calamares rellenos con berenjena, butifarra de perol de Cal Tomàs y setas. Un guiso perfectamente ejecutado por el cocinero Albert Soteras. "Enhorabuena, chef", que diría Marc Ribas en el Juego de cartas cuando encuentra cuál es el mejor plato de todos.
Albert Soteras ha sido el chef ejecutivo durante ocho años del Hotel Miramar y quería un proyecto "íntimo" y no tanto de "bodas y banquetes", explica en el ARA. Eso sí, reconoce que allí también aprendes mucho. Ha diseñado un restaurante de "cocina bien hecha, de sofrito, chup-chup y de respeto por el producto de mucha calidad". Trabaja con carne ecológica del Pallars, con Setas Petràs e intenta dar vida a gente del barrio. "Como los Antolín y los negocios cercanos de aquí para ayudar a impedir que desaparezcan. Si ellos desaparecen, se va la cultura de la calle", dice. Respecto al cierre de la parada de Setas Petràs en la Boqueria que anunció este diario, Soteras explica que Xavier Petràs tiene ligado el negocio con la restauración y que habrá visto que el mercado de la Boqueria no es lo que era: "Supongo que se quiere desentender de todo este circo que es ahora el mercado".
El Finorri está en una calle muy transitada y llena de pasavolantes, sobre todo extranjeros. "Nosotros queremos apostar por cocina bien hecha en un barrio en el que no hay este tipo de negocios. No es tanto donde estás, como qué haces. Aquí viene gente del barrio, personas que han llegado a través del boca a boca y mucha gente de la profesión. También pasavolantes y algún extranjero. Hay negocios que no se miran lo que dan al turista", denuncia.
Aparte de Albert Soteras, en esta aventura están Josep Nicolau y Marc Vitega, y en la sala, el sumiller Lluís Roig. La carta de vinos da mucho choque y los tiene a unos precios muy asequibles. No son de los sitios donde se pasan con el margen. El postre, que ha diseñado Eva Feliu, expastissera del Aürt y que actualmente tiene el obrador en Ullastret, las ejecuta con perfección Núria Sol. El espacio es muy placentero. Se nota que no han escatimado con la reforma. Se puede escoger entre ir a la barra, donde los taburetes son muy confortables, o bien en las mesas. Hay redondas que serían ideales para grupos de más de cuatro personas. También están orgullosos de su coctelería, que es una buena opción como aperitivo, anochecer y después de cenar.