Planes de verano

Casa Jondal: los bikinis más deseados que se comen (sin música de fondo) en Eivissa

El cocinero Rafa Zafra, de Estimar y Amar de Barcelona, ​​dirige el restaurante en una de las calas más preciadas de la isla

Los bikinis de Rafa Zafra, con salmón y caviar abundante
4 min

IbizaEn Casa Jondal se puede ir a hacer un vermut y una comida con el único sonido hipnótico de las olas del mar, que están muy cerca. La música a todo trapo que martillea cabezas en otros chiringuitos de Ibiza y que con mucha pena se han extendido por otros lugares de costa no es la carta de presentación del Casa Jondal. Tampoco las noches, porque cuando oscurece todo está encerrado en el Casa Jondal.

La parte de las hamacas con sombrillas también pertenece al servicio del Casa Jondal, así que también se puede pedir para comer y beber.

Si se llega (con reserva previa de una semana de antelación aproximadamente) desde el puerto de Eivissa en coche, hay unos veinte minutos de camino. Una vez entra, el director de sala, Pol Perelló, te conduce a la mesa y te recomienda que te quites los zapatos, porque quieren que toques con los pies la arena de la playa.

Es la informalidad del verano, que en la mesa se convierte en cocina de producto, de mucho producto (¡atención a los peces del día!), y también de caviar. De hecho, los huevos negros de esturión con sabor salino conforman un apartado entero de la carta, que lleva por título “Especials amb caviar”. Encontrará tostadas con mantequilla y caviar (23 euros), ostras con caviar (25 euros), el deseado bikini con salmón ahumado y caviar (110 euros) y pescados y marisco con caviar, como la langosta. De hecho, existen hasta doce platos propuestos con el ingrediente preciado, y las opciones de precios son muy variadas. Una de las opciones que verá que más se pide en las mesas es la que los camareros sirven directamente en la mano. Con la cuchara de nácar, el caviar se come directamente de la mano como entrante y también como una forma de empezar a notar el sabor a mar.

Los pescados son los platos fuertes de la carta del Casa Jondal, como la escórpora frita, que llega a la mesa con encurtidos y lechuga.

En la cocina, Rafa Zafra trabaja con Alberto Castiñeiras, que dirige un numeroso equipo de cocineros. De hecho, la cocina, que está abierta, trabaja con agilidad, y los pedidos se trabajan con un engranaje que demuestra que el establecimiento lleva cuatro veranos abierto. El equipo demuestra que todo está bajo control.

Empecemos a comer. La reserva la hice en una de las tres partes del restaurante, la del chill-out, con sofás: las otras dos son la parte de las mesas redondas de madera y la de las hamacas con sombrilla, más cerca del mar todavía. Primero unas bravas, las bravas del Jondal, que sirven en un cuenco de manera abundante con alioli de ajo guiso y sobrasada como salsa brava. Para continuar, un plato de croquetas de jamón ibérico, que acompaño con una ensalada de tomates, avellanas y encurtidos.

El calamar con salsa cítrica y limón, uno de los platos más atractivos del Casa Jondal.

Aún, como primeros platos, los bikinis más deseados de Eivissa, que son marca de Rafa Zafra. Y también una de las bandejas más atractivas, que se aguantan en la mesa con un tres pies, y por tanto queda elevada. Contiene ostras, almejas, servidas con diferentes salsas. Son dos entrantes que se comen con las manos y que tienen sabor intenso.

El marisco, como la langosta, con caviar, es una de las propuestas de la carta, de sabores puros

De segundos, dos tótems recomendados por Pol Perelló: el calamar frito, que llega a la mesa troceado y perfilado con la misma forma que hace el cefalópodo cuando lo pescan, y las gambas en el amamanto, que los cocineros afirman que son gambas rojas de Eivissa y que guisen con ajo y cayena.

El cocinero Alberto Castiñeiras dirige al equipo en una cocina abierta donde destaca el buffet de peces del día.

Por último, fruta de postre, cortada en dados, y una carta de cócteles, con y sin alcohol, que te invita a quedarte mirando el mar todas las horas de la tarde. De hecho, el chiringuito cierra a las nueve de la noche, y las mesas no se remontan, por lo que una vez realizada la reserva no te hacen comer con un ritmo trepidante porque hay otra reserva después.

Y todo ello en silencio, con el único sonido de las olas y con los ojos cabalgando sobre las olas y los barcos que llegan y se van de la cala Jondal. El precio medio varía según los platos que se soliciten, la frase es más cierta que nunca, pero ronda los 100 euros por persona.

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