Repostería

Cuadrados, veganos o de gamba de Palamós: el donut se reinventa

Cuatro locales de Barcelona dan la vuelta a la receta tradicional para ofrecer una merienda innovadora

4 min
trabajadoras de Donuts-Dunking en la Feria Mundial de Nueva York, en una imagen histórica de 1940

¿Quién dice que una merienda tan conocida no pueda reinventarse? Os llevamos cuatro locales en Barcelona para sorprender su paladar y su vista: desde el donut salado hecho en un restaurante de alta cocina hasta el donut que abandona la forma redonda, pasando por el donut vegano o lo que hacen (literalmente) frente a los tus ojos.

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De gamba de Palamós, de calamar o de cola de buey
Dònut farcit de cua de bou de Cirqloo

Cirqloo, en la calle Aribau 156, ofrece cinco gustos que dan la vuelta a la receta dulce del donut y crean un aperitivo de alta cocina que nos podemos comer a cualquier hora del día. El tradicional es el relleno de cola de buey estofada. Acompañado de salsa de reducción de vino tinto, es el culpable de que Òscar, el cocinero, abriera hace un mes esta pequeña tienda en el Eixample. Él es uno de los propietarios del restaurante y laboratorio gastronómico LAB, donde primero ofreció la propuesta y, aunque puede que nos parezca estrafalaria, gustó tanto a los clientes que con el tiempo decidió abrir un nuevo local, el Cirqloo.

Donuts salados de Cirqloo, local en Barcelona
Donuts veganos
Pack de cuatro donuts rellenos de Cuvo

Además del de cola de buey (que tarda tres días en hacerse), podremos escoger entre cuatro tipos más. El preferido del público es el de gamba de Palamós acompañado de su suquet, pero también podremos comprarlo de calamar en tinta con reducción de cebolla, de mejilla ibérica y chocolate negro 75% y, para los más atrevidos, de papada de cerdo Duroc con salsa de especias, curry y raso-alhanut. ¿Y cuándo deben comerse? Óscar explica que a cualquier hora del día, aunque para disfrutarlos al 100% hay que comer calientes. Aunque parezca rocambolesco, su inventor lo deja claro: "Lo que compra, vuelve", y resalta que ya está pensando en nuevos gustos de temporada para sorprender a los clientes.

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Donuts veganos para todos los públicos
Bungnut farcit de crema de xocolata blanca amb praliné de festucs

Marina y Núria, veganas desde hace casi una década, abrieron Bungnuts hace ya tres años, en la calle Santa Eugenia de Barcelona. El éxito de la primera tienda de donuts veganos en la ciudad fue claro, y es que podemos encontrar sus clásicos, como el relleno de crema de avellanas y cacao, o especiales, rellenos de cremas pasteleras de elaboración propia. Marina explica que cada mes optan por ofrecer un nuevo tipo de bungnut innovador. Podemos encontrarla de crema catalana recubiertos de caramelo, de té macha, de nata de limón o los más exitosos, de crema de cacahuete y mermelada de fresa con frambuesas liofilizadas.

Ilustración vintage de Cómo dirigir una fiesta con éxito, años 40.
'Love And Doughnuts', póster de Ben Turpin, del año 1921.

Las propietarias llevan siete años de caterings veganos, pero no fue hasta la pandemia que decidieron abrir la tienda, con un nombre inspirado por Bunga, su perra, que, tumbada, tenía forma de rosquilla. Como curiosidad, los donuts no sólo tienen gustos originales: cada uno tiene un nombre diferente inspirado en un animal. La masa de cada rosquilla está hecha al día artesanalmente, lo que también influye en el éxito del negocio. No sólo triunfa entre los veganos, también entre quienes pueden tener alguna alergia, como al huevo o la leche, o entre vecinos que se acercan atraídos por la golosina.

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¿Quién lo dice, que tengan que ser redondos?
Dònuts de xocolata blanca de 'Cuvo'

Cuvo es un negocio especial: donuts sí, pero no redondos. ¿Veganos? También, pero como si no fueran. Y más: no tienen tienda, sino un obrador en la calle de la Rabassa, en la Vila de Gràcia. Su creador, Fernando, lleva diez años vegano. Con formación como pastelero y en busca de referencias veganas en el mundo de los dulces, Cuvo nació hace un año para "demostrar que se puede hacer postre artesanal, vegano y barato". Podemos encontrar donuts rellenos, como el de galleta Lotus (gran triunfador entre los clientes), de pistacho, de Kinder y de cacahuete. Y, para los más clásicos, recomendamos el de fresa (el preferido), pero los bañados en chocolate tampoco se los puede perder.

La masa es de elaboración propia, con productos de origen vegetal y de proximidad que hacen que sea casi imposible distinguirlo de un donut tradicional. Claudia, hermana y socia de Fernando, explica que los cuvos generan incredulidad entre los no veganos y un gran agradecimiento entre quienes sí lo son. Aunque vienen a restaurantes y bares, podemos comprar por Internet por un precio asequible: los clásicos no llegan a los dos euros y, si somos más golosos, no tendremos que pagar más de tres por los rellenos.

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De la masa al donut en dos minutos
Rosquilla personalitzada del local Factory

En el Barri Gòtic encontraremos Factory, un local de estilo americano que vende unos donuts con una particularidad: tanto la masa como la misma rosquilla se hacen delante de nosotros. Primero, la amasadora mezcla los ingredientes y, después, una máquina hace la forma tradicional y la pone a freír de inmediato. En sólo dos minutos tendremos nuestro donut caliente. El local apuesta por hacer esta merienda totalmente personalizable. Podemos elegir si rebozar el donut en azúcar normal o de canela y añadirle toppings, salsas dulces e incluso nata. De esta forma crearemos nuestra propia rosquilla, aunque la casa también nos ofrece las recomendaciones preferidas de los clientes: triunfan los acompañados de galleta Oreo.

Omar, trabajador de Factory, preparando la masa de las rosquillas
Jackie Hooray comiendo buñuelos Purity en Gardner Baking Company, Madison, Wisconsin, 11 de enero de 1928.

Los propietarios, del Reino Unido y de Alemania, llevan ocho años viviendo en Barcelona y decidieron abrir este negocio, al principio, centrados en el café con hielo. Pero les faltaba algo para acompañar esa bebida. Influenciados por la rosquilla americana que suele venderse en las ferias, optaron por un donut caliente que seguramente nos costará encontrar en el resto de la ciudad. La intención es alejarse del típico local turístico, por lo que podremos crear una merienda muy completa a un precio muy asequible.

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