Tu 'foodie' de cabecera

Un momento feliz entre gallinas y una familia de la Garrotxa

Les Cols es un restaurante en el que la naturaleza te invade y te hace reconectar con las raíces

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El comedor de Les Cols, las gallinas y la cocinera Fina Puigdevall.

El famoso coctelero Javier de las Muelas suele explicar que los restaurantes son platós en los que se ruedan escenas de la vida de la gente. Siempre he pensado que uno de los motivos por los que la gente ama la restauración es porque es en lugares así donde han vivido momentos felices: la primera cita con quien sería su compañero de vida o han celebrado los años redondos de la abuela . Un día quizá la abuela no esté, pero iremos a ese lugar y pensaremos en la cara que dio cuando le dieron el ramo inmenso de flores. Hay establecimientos que por su tipología son como imanes para celebraciones, sobre todo porque son restaurantes de categoría e implican un esfuerzo económico. Un rincón que estamos dispuestos a gastar porque la efeméride lo vale. Yo hacía tiempo que tenía un lugar así en mente, sólo necesitaba la celebración. El sitio era Las Coles y "la excusa" fue mi cumpleaños.

Uno de los platos de primavera de Les Cols.
Uno de los platos de primavera de Les Cols.

Les Cols tiene muchos reconocimientos y podríamos elegir muchos adjetivos para definirlo, pero si tengo que elegir uno diría que es un restaurante familiar. En ella verá los Puigvert-Puigdevall desarrollarse de manera orgánica por la sala y la cocina del restaurante. Y digo lo de la cocina porque hay un plato que le harán comer directamente en la cocina. Será una oportunidad más para dejarse sorprender por la arquitectura del restaurante, realizado por los prestigiosos RCR Arquitectes, un despacho olotense que ganó el premio más prestigioso que se puede obtener en su sector: el premio Pritzker. Respetando la esencia de la masía familiar, han pensado un restaurante luminoso que juega con la percepción de lo que está fuera y lo que está dentro. En Les Cols, lo que queda fuera, la naturaleza, no es "fuera" y no nos es ajeno. Empezando por las gallinas, puesto que su espacio da directamente a un ventanal sobre el comedor y ellas van alrededor por fuera. Si no tiene conversación, no sufra, porque se distraerá viendo el imponente gallo por la ventana, que queda un poco elevada y ofrece un ángulo privilegiado. El mismo juego de integración con la naturaleza, de arquitectura no agresiva con el entorno, lo encontrará en el espacio de eventos, que muy generosamente le mostrarán. Y deseará que alguien se case allí y le invite (queridos lectores, acepto invitaciones). También me gustaría volver un día de lluvia ahora que la sequía nos la ha hecho valorar más que nunca.

La mesa larga de Les Cols.
La masía de Les Cols.

En Les Cols todo tiene sentido. Los ingredientes procuran que sean de su huerto o productores de proximidad. Un plato tiene forma de ramo de flores, otro se sirve en una rama y un tercero, sobre una hoja. O bien es una galleta en forma de corteza. El menú es emocionante, bonito, delicioso... y harta. Su propuesta no es una moda. Es cocina volcánica que nada tiene que envidiar a nadie. Es el resultado de décadas de trabajo de la brillantísima Fina Puigdevall, la cocinera que ha abierto camino para sus hijas. Martina Puigvert, cocinera revelación de este año para la Guía Michelin, una de las jóvenes promesas de los fogones en nuestro país. Carlota Puigvert, que es la hija pequeña y pastelera. La hija de en medio, Clara, se dejó seducir por la sala y el trabajo de sumiller, como su padre, Manel Puigvert. Manel Puigvert es un señor que tiene aspecto de filósofo de la antigua Grecia a quien quisieras abrazar pero te estás porque sabes que no corresponde. Su familia también es un organismo vivo que ha ido evolucionando y adaptándose al entorno, como el lilán que embellece la masía donde está el restaurante, y donde vive la abuela en el piso de arriba –a quien pude ver teniendo cuidado de las plantas de forma discreta a primera hora de la mañana.

Martina Puigvert y Fina Puigdevall en su huerto.

Hacer noche en los Pabellones

¿Y qué hacía a primera hora de la mañana? Pues es que resulta que en Les Cols se puede dormir. En los Pabellones, también hechos por los propios arquitectos. Es una experiencia relajante, especialmente por su bañera de agua caliente, la sensación de oasis dentro de la naturaleza y la cómoda cama a ras de suelo. Eso sí, hay que tener presente que el restaurante y los Pabellones son gestionados de forma independiente y es necesario realizar la reserva por separado. Ahora, si consigue cuadrarlo, es una experiencia extraordinaria. El espacio se encuentra en una zona de Olot donde fueron construyendo alrededor, pero cuando estás en Les Cols tienes la sensación de estar solo. Un oasis de felicidad donde te empadronarías.

Declaración de intenciones

Este texto no es contenido publicitario. Todos los sitios los he visitado como cliente y he pagado la cuenta como cualquier otra persona.

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