El radar suculento

El restaurante Gelida se amplía para cumplir el sueño de un vecino

Migrat es el nuevo local de la familia Llopart y se encuentra apenas cruzando el paso de peatones

Gerard Llopart en el restaurante Migrat.
24/12/2024
3 min

Estamos de enhorabuena. El Helida ha abierto un nuevo local, justo en frente del de toda la vida. Empecemos por el contexto.

Cualquiera que haya pasado por el chaflán entre Diputació y Urgell habrá visto al mediodía las largas colas que se forman para comer en el restaurante Gelida. Son justificadas, en lugar de aquí podéis encontrar platos de siempre a precios razonables: garbanzos con huevo duro, patata y judía tierna, sardinas con berenjena rebozada, vino a raudales y postres de músico. "Hacemos entre 600 y 700 personas al día", dice Gerard Llopart, propietario del Gelida e hijo de Albert Llopart, a quien hemos visto tantos años detrás de la barra con su característico brillo en los ojos y las ganas de comentar el último partido de los azulgranas.

No siempre ha sido así. En cuanto a las colas, me refiero; para el resto el Gelida no ha cambiado ni una migaja. La memorabilia vintage del local lo certifica. ¿Pero por qué triunfa tanto el Gelida? Por un lado, porque han logrado atrapar a las generaciones más jóvenes sin perder a las más séniors. En pocos sitios encontraremos una parroquia tan transversal. Del alta, porque en el Eixample han ido desapareciendo los lugares tradicionales de cocina catalana en favor del infausto brunch.

Y así es como llega Migrado. Basta con pasar el paso de peatones: de la acera montaña-Llobregat, donde se encuentra el Gelida, a la acera montaña-Besòs. Allí había una cervecería (y de hecho ha habido muchísimas cosas). Era una de las propiedades de Vicenç Bosch, un vecino que pese a tener varios locales aquél era la niña de sus ojos. ¿Por qué? Porque era donde tenía su casa de comidas: La Palmera. Gerard Llopart me enseña una foto de 1903 donde se ve la calle y el restaurante La Palmera. El señor Bosch tenía entre ceja y ceja que ese local debía ser para el Gelida y la familia Llopart. Y no paró de insistir durante años. De forma periódica ya través de sus gestores, le decían a Gerard que se le quedaran. Y finalmente el señor Bosch lo ha logrado. Desgraciadamente, murió unos días antes de su apertura. Pero se ha ido tranquilo de saber que había quedado en buenas manos y que las obras estaban a punto de terminar.

Imagen de 1903 del chaflán donde ahora está el Migrat, donde se ve la casa de comidas La Palmera.

Visito al Migrat el primer día que abre al público, el jueves 19 de diciembre. Está lleno a rebosar. Claro, a toda la gente que no hacia Gelida la envían hacia aquí. Pero es que además todos los que comen en el Gelida cuando acaban vienen a asomarse para ver cómo ha quedado. El nombre del local responde a la masía que tienen los Llopart en Gelida, que se llama Can Migrat. Coronando una de las paredes principales hay una foto de la masía, donde los padres de Gerard pasan muchos días ahora que se han jubilado. El espacio está lleno de pósters vinculados al Barça: uno se lo ha dado un periodista, otro Xavi Hernández y un cliente les ha dado uno de los que ha hecho Miquel Barceló para el 125 aniversario. Lo han colocado en un lugar donde da mucho choque. También hay un cuadro de Eugenio, dedicado por el hijo del carismático cómico. Le ha llevado expresamente para las paredes del local nuevo. Aquí todos los clientes se sienten como en casa y, por tanto, aportan su granito de arena. Gerard explica que como su padre se pasó toda la vida en el Gelida, de primerísima hora hasta la noche, nunca iba a ninguna parte. Todo lo resolvía a través de la clientela. Tenía el mecánico, el electricista y lo que conviniera. Desde detrás de la barra del bar todo podía resolverlo. Con el nuevo local los habituales también respondieron a la llamada.

Hay dos murales pintados en las paredes que han hecho para reacondicionar el espacio y que le dan una personalidad propia. Eso sí, la cocina es exactamente la misma. Es una forma de evitar que la gente tenga que hacer tanta cola para comer nuestra comida de siempre. Claro que si abrieran un tercer local también lo llenarían.

El interior del restaurante Migrat.
stats