Tu 'foodie' de cabecera

La taberna vasca del Poble-sec que tira las cañas bien y hace las tortillas al momento

Koska es un lugar fiable, informal y un refugio de la Barcelona gentrificada

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La gilda del Koska Taverna.

En julio de 2011 abrió en Barcelona un bar de alma vasca. Una taberna. La idea que estaba detrás era que en la ciudad era difícil encontrar un lugar donde te tiraran bien una caña, tuvieran una buena gilda y sirvieran un pincho de trucha que estuviera un poco deshecha de por medio, como marca el canon vasco. El caso es que 13 años más tarde el espíritu sigue igual, salvo que ahora las truchas las sirven enteras y la calle donde se encuentra ha sido bastante gentrificada. Hoy es el turno de hablar de lo fiable y genuino Koska Taverna, en la calle Blai, en el Poble-sec.

El Koska, que significa mordisco en euskera, es uno de los lugares donde puedes comer una tortilla de bacalao como las que hacen las sidrerías en el País Vasco. Es un establecimiento que abrieron Ekaitz Sáenz de Cámara, de Vitoria, y Eduardo Marchesi, de Buenos Aires. Se conocieron trabajando para el Grupo Sagardi y, después de muchas idas y venidas, pusieron las raíces en el local de la calle Blai porque estaba cerca de dónde vivían. Ekaitz lo encontrará en la barra, y Eduardo no lo verá, pero está en la cocina. Cuando conocí este sitio era un bar de pinchos. La pandemia se llevó los pinchos de la barra, pero dejó la esencia de lugar relajado donde se come muy bien a un precio razonable. Una taberna para ir con sus amigos y vivir despreocupadamente. Es un espacio nada pretencioso, con la terraza en una calle peatonal. Además, queda totalmente en la punta de la calle Blai, por lo que se está mucho más tranquilo.

La tortilla de patata, cebolla, jamón salado, queso brie y pimientos rojos asados ​​del Koska.
La mejilla de vaca, uno de los platos estrella desde el inicio.

Ellos no querían que les asociaran a los locales de a pie que aparecieron más tarde como setas y que vendían pinchos de mala calidad a un euro, así que decidieron diferenciarse un poco. Ahora, como explicaba, las truchas vienen enteras y hechas al momento (que es aún mejor). Son de dos o de cuatro huevos (difícil elección). Hacen dos opciones sin patata: la de bacalao o la de gamba roja. Y después la clásica de patata y cebolla, que utilizan también de base para añadir chorizo ​​o jamón salado, brie y pimientos asados ​​o sepionets en su tinta o de capipota (esta elección es quizás aún más difícil). ¡Ah, y las hacen para llevar! ¡Imagínense que se presenta a una cena con unas cuantas tortillas de este nivel!

Hay productos que con los años tampoco han variado, como las gildas, las anchoas, el queso Idiazabal que viene del pueblo de la madre de Ekaitz o la tendrísima mejilla de vaca en La Rioja Alavesa. La mejilla también la ponen en un bocadillo, como las albóndigas y un pastrami que preparan ellos mismos. Además, tienen un bocadillo vegano. El resto de platos cambia dos veces al año. Afirman orgullosos de que ellos no utilizan ni cuarta ni quinta gama. Y esto significa que se lo hacen todo ellos. Se definen como una taberna de vermuteo. Pero cuidado, porque el nivel de los platos es muy alto. No en vano Eduardo pasó por el Mugaritz o el Ábaco.

El local del Koska taberna.

Miércoles, jueves y viernes abren desde la tarde hasta la noche, el sábado todo el día y el domingo desde la mañana hasta primera hora de la tarde. Y ellos están ahí siempre. Aproximadamente un 70% de la clientela es local, algo que, estando donde está, tiene mérito. Si desea ir es recomendable reservar; lo puede hacer por teléfono o cómodamente por Instagram.

Aparte de la cerveza bien fresca, también tienen sidra de Astigarraga, txacolí de Guetaria y vino de La Rioja Alavesa. Para terminar la fiesta, la mujer de Eduardo, Mercedes, es pastelera y provee al local de dulces. Todo queda en casa.

Declaración de intenciones

Este texto no es contenido publicitario. Todos los sitios los he visitado como cliente y he pagado la cuenta como cualquier otra persona.

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