Cocina extrema

La tragedia en el Himalaya que llevó a un cocinero sherpa a aprender euskera

Akhond Ishaq salvó la vida del alpinista Alex Txikon y ahora regenta un restaurante vegetariano en Bilbao llamado Garibolo

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Akhond Ishaq este viernes en Grandvalira en el congreso de cocina de montaña Andorra Taste.

SoldeuSe llama Akhond Ishaq, nació en Karakoram, en Cachemira, y es de la etnia balti. Habla seis idiomas: euskera, castellano, inglés, balte, panjabi y urdu. Almuerzo rodeado de catalanes en el congreso de cocina de montaña Andorra Taste, donde le han invitado a hablar de cocinar en altura. Hacia el final de la comida afirma que ya entiende lo que decimos en catalán. Akhond Ishaq es un superviviente y un salvador, ya que el alpinista vasco Alex Txikon le debe la vida.

Antes de la tragedia que vivieron juntos, el sherpa había trabajado en un restaurante chino. Pero la muerte de sus padres le devolvió al pueblo para estar con sus hermanos y buscar trabajo de portador cargando 33 kilos a sus espaldas en las exigentes expediciones para coronar montañas de 8.000 metros. Sus conocimientos de cocina le hicieron escalar en la jerarquía y acabó siendo cocinero de expediciones. La de la tragedia era la tercera invernal que hacía. Un cocinero, por una expedición, acaba ganando un sueldo muy superior al de sus compañeros que sólo cargan. Unos 300 euros. Y, claro, te juegas la vida.

La cocina en condiciones extremas

No es nada sencillo cocinar a tanta altura. Pero la comida es fundamental por el gasto de energía que supone la actividad. Llevan arroz, harina, pasta, legumbres... No hay pescado, sólo atún y sardina en lata que, según él, no son de mucha calidad. Las verduras en invierno las llevan secas porque pesan menos. Para una expedición de 18 días se necesitan entre 70 y 100 litros de queroseno, y sólo eso ya implica a cuatro portadores para cargarlo. Luego está otro bidón con todos los utensilios de cocina. Cuando la expedición está en verano, llevan los pollos vivos en cestas hasta los 5.000 metros. Así no se pudren tan rápido. En invierno hay que tener cuidado con los huevos para que se congelen y se rompan. Se deben tener junto al fogón de queroseno. Cuando hay españoles les hacen tortilla de patatas. Pero su debate no es si debe ser con o sin cebolla. Es si se pone ajo o no. Procuran llevar también cabras vivas y yaques. Sin embargo, estos animales sufren mucho; no están acostumbrados a estar tan arriba ya dormir en el glaciar. Además, allí no tienen suficiente comida. Cuando se les mata, son principalmente huesos y la poca carne que queda es insípida. En cuanto al agua, a veces les exigen que la carguen embotellada, pero mayoritariamente la cogen del mismo hielo. La hierven y después llenan las cantimploras de los alpinistas.

Un cambio de tiempo mortal

El día que le cambió la vida fue el día en que debían atacar la cima. Estaban en el campo tres del Gasherbrum I (8.080 metros) y en total subían seis alpinistas. Pero a una alpinista polaca se le congelaron los dedos cuando estaban en el ascenso. Alex Txikon se ofreció a acompañarla en el campo dos y quedó con los demás que ya les iba a atrapar. Esta primera decisión altruista le salvó la vida por primera vez, puesto que las condiciones climáticas cambiaron drásticamente. La expedición normalmente conecta con el campo a horas convenidas. A las 10, a las 13, a las 15... A las seis de la mañana hubo la última conexión y partir de ahí, el silencio. A la altura donde estaban no podían volar los helicópteros. Los buscaron pero no los encontraron. Tras días de búsqueda se cerró la expedición.

Vinieron helicópteros de rescate a buscar a los supervivientes. Pero no cabían todos y oscurecía. Alex Chikon dijo que podría esperar un día más. Los sherpas recogieron y se fueron. Akhond Ishaq recibió la orden de marcharse también. Pero decidió quedarse con Chikon. “No podía dejar a Alex solo, ya se me habían muerto demasiados amigos”, explica. Les quedaba comida y queroseno y decidió esperar. Pero el helicóptero no acudió al día siguiente, ni al día siguiente. Tardó una semana. A Chikon se le congelaron los pies. “Estábamos como pajaritos en un saco de dormir”, describe Ishaq.

Akhond Ishaq cocinando en una expedición.
Akhond Ishaq mostrando un pedazo de carne congelada.

Cuando por fin fueron rescatados lo primero que hicieron fue comunicar la muerte de un sherpa a su familia, a sus padres, a su esposa ya sus tres hijos. Después cocinó un pollo para Tikon en el hotel, el mismo que cocina en el congreso Andorra Taste y nos muestra. Y allí el alpinista le dijo: "Te llevaré a mi casa, porque si no cualquier día tú también perderás la vida".

Un sherpa en Bilbao

Akhond Ishaq llegó a Barcelona y el mismo día cogió un autobús que le llevaba a Bilbao. Fueron ocho horas de viaje, en las que permaneció muy quieto, ya que al lado se le sentó una chica y no quería que hubiera ningún contacto que la pudiera importunar. Akhond Ishaq es de confesión musulmana. Cuando el autobús paró en Zaragoza no se atrevió a bajar, por miedo a perderlo. Cuando llegaron al País Vasco le pareció increíblemente hermoso. Sólo veía verde. “Nuestras montañas son hielo, nieve, roca. En Andorra también estoy flipando con el paisaje”, explica. Cocina vasca no sabía nada, claro. Nunca había visto una merluza o un brécol. Eso sí, conocía 72 tipos de albaricoques. Aprendió euskera, y se sorprendió de la cálida acogida que le dieron los vascos. “Yo trataba a todos los blancos como si fueran mis cabezas. Sólo hace tres años que le digo por el nombre a Alex, antes era siempre sir [señor]. Él me ha dado a entender que todos somos personas y somos iguales. Me ha explicado que la diferencia es la corrupción y la carencia de oportunidades”. Durante el primer año, vivió en casa del alpinista.

Un futuro mejor

Después de años trabajando en restaurantes vascos ahora tiene el suyo, se llama Garibolo y se encuentra en Bilbao. Hace dos años que lo regenta. No hace cocina paquistaní, aunque a menudo sirve samosas, pakoras o curry vegetal. Es un restaurante vegetariano.

El año pasado le nominaron a los Premios al Comercio de Bilbao y le preguntaron sobre cuál sería su sueño, y Akhond Ishaq, tras pensarlo, lo tuvo claro. Quiere hacer una residencia para los más desfavorecidos en su pueblo natal. “Mi padre murió en 1999 sólo porque tenía asma. Las personas mayores pasan mucho frío. Aquí los minusválidos pueden trabajar o salir de casa; en cambio, para nosotros si hay un sordomudo debe ser pastor, y si es una mujer, lo esconden en casa, incluso en jaulas. La gente de ahí sufre mucho. Quiero realizar una residencia para gente especial, sin recursos”. Ishaq ha vuelto poco a Pakistán desde que está en el País Vasco, y sabe que su sueño "tardará, pero llegará".

Andorra se conjura para impulsar su cocina

Andorra Taste ha celebrado su tercera edición en Escaldes-Engordany con dos ejes principales. Un encuentro popular, en el que se podían degustar delicias de 20 restaurantes andorranos, y un congreso profesional sobre cocina de alta montaña. Este año se contó con la presencia de una retahíla de cocineros nórdicos que compartieron cómo se convirtieron en una de las mecas gastronómicas del mundo. Cabe destacar la intervención de Claus Meyer, creador del Noma conjuntamente con René Redzepi. Andorra es un país de 85.000 habitantes que recibe a 9,5 millones de turistas cada año. Ya hace tiempo que el gobierno andorrano ha hecho esfuerzos por desestacionalizar el turismo, y por atraer de calidad, como el que se mueve por la buena mesa. Además, este congreso tiene como objetivo mejorar la oferta andorrana y subir el listón de la gastronomía local gracias a la convivencia con cocineros de todo el mundo con quienes comparten experiencias y conocimientos.

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