Patrícia Bargalló: "Hay cosas que quizás no expresas cuando eres pequeña por falta de recursos"
Actriz y madre de Bruc y Joana, de 12 y 9 años. Ha participado en series de televisión como 'El corazón de la ciudad', 'Mar de fondo', 'Zoo', 'Infidels' y 'Merlí'. Apasionada de la danza, formó parte de la compañía La Virgueria. Recientemente ha actuado en la Sala Beckett con la obra 'L3 Fontana', escrita y dirigida por Roser Vilajosana
BarcelonaA lo largo de su vida, el aprendizaje es tanto consciente como inconsciente. De pequeñas somos esponjas sin filtros y vamos adquiriendo aprendizajes de todo lo que nos rodea y esto puede ser muy variado. Adquirimos mucho de las personas adultas que tenemos a su alrededor, de cómo gestionan el día a día, pero también hay un montón de aprendizajes que provienen del hecho cultural, de las estructuras invisibles que nos atraviesan.
En la obra L3 Fontana, tu personaje, Nina, se pregunta por qué hay que sufrir tanto por aprender. Pero cuando miramos a los hijos, parece que aprendan sin sufrir.
— Lo cierto es que no sé si aprender es doloroso para mis hijos. Hacerse mayor no es fácil tampoco, y quizás hay cosas que quizás no expresas cuando eres pequeña por falta de recursos y no porque las cosas no te hagan daño o no te impacten de una manera. Creo que el sufrimiento es inherente a la vida y, a medida que vas haciendo adulta, vas adquiriendo recursos para gestionarlo.
Quizás hacerse adulto consiste en aprender a sufrir.
— La frustración, el desengaño, el miedo, la tristeza, son sentimientos que pueden llegar a hacerte sufrir mucho, y saberlos acompañar es clave para generar los recursos que más adelante te servirán para sostenerlos. te invaliden es clave.
"Ahora que lloras, no me haces sufrir tanto como antes" es una frase escrita por Roser Vilajosana muy acertada. Háblame de la diferencia a la hora de mostrar los sentimientos de tu hijo e hija.
— Bruc es un chaval muy sensible y lo del llanto lo tiene muy a mano. La única vez que lo he visto con miedo a soltar el llanto fue cuando murió mi padre. La inmensidad de la muerte, el hecho implacable de la pérdida, le sobrepasó. Su hermana jugó un papel clave: ella rompía la tensión haciendo bromas imitando al abuelo, llamándole, recordando sus manías, y así él podía deshacer el nudo, seguir la broma. Y yo lloraba y reía y, poco a poco, íbamos haciendo camino. Hablábamos mucho y yo tampoco escondía nada mi rotura, y de la misma manera procuraba hacerles entender que estaba, que no desaparecía –que supongo que esto es lo que más miedo le daba y le mantenía alerta.
¿Y Juana?
— Tengo una muy buena amiga que trabaja en un proyecto de crianza que me dijo algo que, para mí, fue muy esclarecedor: en las relaciones interpersonales, las niñas parece que entre ellas van entrenándose desde pequeñas, enfadándose, desenfadándose, diciéndose las cosas. Mientras que los niños gestionan estas cosas de forma más simple. A partir de aquí, hay tantos otros factores que nos atraviesan que es mejor mirarnos a nosotros mismos y procurar realizar el trabajo personal que nos toca. El patriarcado impera hasta capas muy profundas y, para mí, la puerta de entrada para desbancarlo tiene que ver con identificar lo que está pasando, huyendo del juicio.
¿Cómo juega tu hijo?
— Pues tiene una colección de dinosaurios que adora y también un muñeco de trapo en la cama que le vincula con cuando era más pequeño y que, aunque cuando era pequeño no le hacía ningún caso, ha querido no perderlo de vista. Desde hace un tiempo, debemos vigilar que el tema de las pantallas no se desborde y lo monopolice todo. Así que supongo que no sería sincera si no te dijera que, ahora mismo, los juguetes que más le hacen vibrar son los que tienen que ver con las pantallas.
¿Y ella?
— La pequeña es más manual, de experimentar, de jugar imaginando, así que todo lo que tiene que ver con disfraces y aventuras le fascina. Tiene un turno de cerámica, una caja llena de material para hacer manualidades, un baúl con ropa y disfraces, bolsos que llena cuando se monta aventuras, una caja de maquillaje...
¿Qué frases necesitas decirte de vez en cuando a ti misma?
Respira, no entres en la batalla. No son personas adultas. Elige las batallas. No repitas más de tres veces las cosas. No te lo tomes como una ofensa personal. Recuerda el momento de tumbarse en la cama con ellas cuando se acuestan. Saca el foco.