Así mantengo la autoridad en el aula

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Un aula de secundaria.

Hace años que en el trabajo intento no enfadarme por nada. En los primeros años, sobre todo, cuando fui a parar a centros de máxima complejidad, reconozco que me sacaron de quicio en muchas ocasiones. Había hecho prácticas en diferentes cursillos, pero la realidad nada tiene que ver con la teoría, sobre todo porque en las aulas siempre te encuentras situaciones impensables, a veces surrealistas. En aquellos años recuerdo una cierta preocupación profesional, no tanto por explicar la materia como por saber encontrar el tono adecuado con mis alumnos. Si los alumnos son disciplinados y vienen educados de casa es más fácil, pero, desgraciadamente, no es así. Qué podía hacer, pues, contra un perfil que califico irónicamente deantialumno, ¿más bien de menor con nulas ganas de colaborar en su formación académica? Enfadarse era contraproducente y nefasto para mi salud.

Mantener la calma

Con los años, y aunque ya lo había leído y oído, aprendí que la autoridad te la ganas con el carácter, la fama y la misma presencia. No perder los nervios (y el control de la clase) por mucho que haya pasado una muy grande es clave. Sobre todo porque, cuando en el instituto, a veces fuera en la calle, existe un conflicto entre alumnos, se genera el caos, con gritos y tensión que pueden acabar con violencia física. Es aquí donde puedes jugarte las gafas. Si hay que separar a dos que se hacen daño, lo hago, y lo he hecho, pero si la figura del docente mantiene la calma tiene opciones de recuperar el control. A partir de aquí, si es necesario, detenemos la clase y hablamos de ella en otro espacio donde cada uno se explique después de ir al baño y lavarse la cara. En realidad, si los abucheas, te pones al mismo nivel de tensión que los que se pelean. Esto también sirve con los padres.

Mantener la calma no es fácil. Tranquilamente, estos alumnos te pueden haber insultado o incluso pueden haber intentado agredirte (si lo hicieran conmigo no sé cómo reaccionaría), pero si tú te muestras impertérrito y simulas que no te afecta seguramente has ganado la partida. Esto no quiere decir que después sus actos no tengan el castigo que merecen, porque es importante que una falta de respeto o una pelea no pueden quedar impunes.

Tristemente, hay alumnos incorregibles. He visto cada año, ya partir de tercero de ESO ya se les aparta de las clases ordinarias, porque no es justo que los demás no puedan aprender con un mínimo de condiciones. Éstos, justamente, quieren que pierdas los papeles y pisan con una sonrisa todas las normas del centro. Nada mejor para contrarrestar esa actitud que mantener la calma y demostrar que lo único que han logrado es una merecida expulsión. A ver si así respetan nuestro trabajo y el de sus compañeros. A esto se le llama demostrar la autoridad, pero si nos la dan aún mejor.

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