El consultorio

Niñas y maquillaje: ¿dónde están los límites?

Los expertos proponen acompañar al niño y no prohibir ni reprimir porque cuando se opta por esta vía se puede alimentar el interés y el malestar

Una niña maquillándose en una imagen de archivo.
24/05/2025
3 min

BarcelonaLo primero que nos dice Gemma Tejedor, psicóloga del equipo de Vincles es que una niña no quiere maquillarse para que vea a su madre hacerlo cada mañana y pide romper ese mito porque no reduce el conflicto, sino que culpabiliza a la madre. Además, recuerda que cada vez hay más madres que no se maquillan o maquillan poco y no le dan la importancia de otros momentos y, en cambio, sus hijas quieren maquillarse igualmente. Por tanto, cree que hacer esta correlación es un error. "Las ganas de maquillarse de una niña ni son patológicas ni vienen del modelo familiar", dice Tejedor.

¿Por qué quieren maquillarse?

Según han reflexionado desde el equipo del centro Vincles, el juego simbólico típico de determinadas edades lleva implícita la imitación y niños y niñas tienen cada vez más acceso a contenidos donde pueden recibir estos referentes, pero también destacan que al final, maquillarse es un acto de creatividad, de exploración de la misma identidad y con un juego más para experimentar con la disfrazarse.

¿Se quieren sentir guapas?

Más allá del juego simbólico, Tejedor reconoce que querer maquillarse es la forma que tienen las niñas de buscar su identidad y su feminidad: el aspecto y la apariencia es una de esas patas. Lo compara con las ganas de ponerse zapatos de tacón, lucir vestidos largos o llevar bolsos. Por eso, la psicóloga cree que se puede aprovechar esta situación para tener conversaciones en torno al aspecto y ayudarlas a desarrollar su pensamiento crítico: ¿por qué te apetece maquillarte? ¿Te hace sentir más bonita, eres más feliz?

¿Cómo lo abordamos?

La propuesta de Tejedor es acompañar al niño y no prohibir ni reprimir, porque cuando se opta por esta vía censuradora se alimenta el interés y el malestar. Se debe buscar un juego de equilibrios y ofrecer alternativas. Es importante hacerles ver, en función de la edad, que este maquillaje es sólo imagen y, al mismo tiempo, intentar que diversifiquen e incluso vincularlo con el autocuidado y el relajamiento. "Mientras no sea una obsesión, realizar esta actividad es saludable", dice Tejedor que anima a hacerla incluso conjuntamente.

Y en la escuela, ¿cómo deben abordarlo?

El trabajo en este tema está en casa, ya que la escuela tampoco debe prohibir ni censurar. De hecho, muchos maestros defienden no ser ellos quienes hagan ese papel. Sin embargo, sí pueden realizar talleres de sensibilización y dar nuevas referencias del rol de la mujer más allá de los trabajos que tienen asociada la imagen en su éxito, es decir, mujeres del mundo científico e intelectual. También pueden trabajarse cuentos con perspectiva de género para desmitificar la perfección femenina y ayudar a romper estereotipos. "Ofrecer feminidades diversas al igual que nuevas masculinidades –dice Tejedor–, para promover la igualdad de género y la autonomía femenina". La imagen, el cuidado, el aspecto y otros temas en torno a una feminidad que cada vez se busca más bien se pueden tratar, en la escuela, al igual que la sexualidad. Eso sí, siempre teniendo en cuenta que cada niño va a su ritmo y que hay niñas que la necesidad de jugar y expresarse con el maquillaje les llega antes ya otros después.

¿Tiene que ver con la hipersexualización?

Cuando las niñas, aún pequeñas, quieren maquillarse para parecer mayores, a menudo este hecho va ligado a la hipersexualización. En este contexto, es necesario encontrar un cierto equilibrio y limitarlo, es decir, a hablar y reflexionar sobre la no necesidad de tener prisa y la idoneidad, o no, de ir a la escuela maquillada, al igual que lo haríamos si niñas de Primaria quisieran ir con sujetadores a clase. Forma parte de este juego de equilibrios que hay que encontrar entre la libertad absoluta y "tirarlo todo a la basura".

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