Tengo miedo de que se refleje demasiado en mí
Los niños se fijan en los modelos adultos cercanos y calcan su comportamiento, lo incorporan y lo hacen suyo: es una forma de aprendizaje
SabadellLos hijos observan, retienen y reproducen. Se fijan en los modelos adultos cercanos (el padre, la madre) y calcan su comportamiento, lo incorporan, lo hacen suyo. La psicóloga sanitaria Silvia Noguer, directora del instituto Nexus de Sabadell y profesora asociada de la UAB, recuerda que la imitación no es un recurso exclusivamente humano: "Los hijos nos imitan porque es la forma de aprendizaje de la mayoría de especies animales. Es como aprendemos. Imitamos los modelos que más se nos parecen".
¿Por qué los hijos imitan a los padres?
Noguer confirma que el progenitor elegido como modelo número uno va ligado al género de la criatura: simplemente, por semejanza. "Es típico que las niñas imiten más las cosas que hace la madre y los niños, las que hace el padre, pero no solo. También imitan y aprenden cosas del otro progenitor". Y otras personas del entorno.
En el engranaje falta, todavía, una rueda dentada: el premio. Otra herramienta con la que los adultos esculpimos a los niños: "Vamos modelando lo que nuestros hijos van aprendiendo a través de gratificar o celebrar sus pequeños acercamientos a la conducta o el objetivo final que queremos que consigan. Celebramos sus primeros pasos, saltos, volteretas, y después también vamos reforzando la mejora y la calidad de cada uno de estos.
La imitación es muy intensa en la primera infancia, cuando las criaturas son más vulnerables y menos trazudas. "Y parece que desaparece (pero no es así) para pasar a ser casi todo lo contrario durante la adolescencia, etapa en la que, a menudo, quieren alejarse más de los padres para experimentar y sentirse independientes y autónomos".
¿Es razonable, querer darles buen ejemplo?
Los padres se dan cuenta de que parte del comportamiento de los pequeños depende de lo que les hayan visto hacer. Cuidemos, pues. "Es importante -advierte la psicóloga- cómo decimos las cosas y cómo nos comportamos ante ellos. Por tanto, nuestra parte oscura debemos autocontrolarla y gestionarla para darles las mejores herramientas asertivas que tenemos. Y así evolucionar positivamente, poco a poco, mejorando la conducta y las interacciones, tan importantes en una especie tan social como la nuestra".
¿Y si el espejo es excesivo?
La experta es tajante: "Si un hijo se refleja demasiado en nosotros y muestra dependencia de nuestra valoración u opinión, puede que tenga dificultades para encontrar sus propios recursos o que los adultos no le hayamos dejado mucho margen de maniobra. Debemos preocuparnos si vemos que esto coarta su autonomía". Si no, calma.
¿Mitificar a los padres es positivo e inevitable?
"Está bien que los hijos nos admiren y se puedan sentir orgullosos de cómo somos o de lo que nos dedicamos. Pero es bueno que conozcan otras formas de hacer o de ser, otros entornos, otras personas. Esto hará que puedan ver qué les gusta más o qué les resulta más útil y así conseguirán su propia manera de hacer, su propia opinión". Y recomienda: "Tener más de un referente es necesario y muy oportuno".
¿Cómo fomentar que tengan personalidad propia?
Silvia Noguer expone la clave para educar a una personita nueva sin crear un minijuego: "Los padres podemos no estar de acuerdo con lo que los hijos hacen o dicen, pero no con lo que sienten, que es su yo más interno; si no aceptamos las emociones, no aceptamos quiénes son. Lo que modelaremos es lo que hacen con lo que sienten. 'Buf, veo que estás muy enfadado con lo que ha pasado... No me gusta, sin embargo, que utilices estas palabrotas'". E ir modelando.