Deporte

"No queremos que nuestro hijo juegue a fútbol"

Aunque el fútbol es el deporte más elegido por los niños, hay familias que lo ven con reticencias y buscan alternativas menos competitivas y conflictivas

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Un equipo de fútbol en una imagen de archivo

BarcelonaSeptiembre es el mes en el que muchas familias acaban de decidir qué extraescolares harán sus hijos durante el curso que comienza. Y seguramente, en muchos hogares, ha sido sobre la mesa la posibilidad de hacer fútbol. Éste es todavía el deporte elegido por más niños –especialmente niños, pero cada vez más niñas–. En la ciudad de Barcelona, ​​por ejemplo, una de cada cuatro licencias deportivas registradas en el curso 2023/24 por el Consejo del Deporte Escolar de la ciudad (CEEB) corresponde a fútbol 5, y en fútbol 7 se registraron más de uno millar de licencias más.

El baloncesto (6.482 licencias) y el voley (5.264 licencias) son los otros dos deportes más solicitados detrás del fútbol, ​​pero con una clara distancia. Más lejos se sitúan todavía el patinaje artístico, con 2.067 licencias; el cross, con 1.215; la gimnasia rítmica, con 1.647, o la gimnasia artística, con 1.165.

Esta inclinación por el fútbol tiene mucho que ver con una cultura deportiva muy focalizada en este deporte. Es lo que genera más referentes para los niños y, a estas edades, esto es fundamental para determinar las preferencias.

Sin embargo, también es cierto que hay familias que le ven con reticencias. Algunas lo perciben como un deporte demasiado competitivo, poco inclusivo o que genera más situaciones conflictivas que otros deportes. Para Anna Vilanova, profesora de sociología del deporte del INEFC y directora del Observatorio Catalán del Deporte, "no es el fútbol, ​​sino lo que la sociedad le atribuye", y añade que, a pesar de ser el propio deporte, el fútbol profesional femenino se vive en un ambiente más familiar y festivo que su homónimo masculino.

Sergi Hernández, psicólogo deportivo especializado en niños, asegura que en su consulta ve muchos casos de niños presionados por las familias, por los clubes o por los entornos, que van generando en estos menores una sensación que lo que están haciendo en el campo de fútbol tiene mucha trascendencia. "Acaba pasando que lo que tenía que ser un momento de disfrute, de compartir y de pasarlo bien después de la escuela se convierte en un rato muy competitivo, incluso en los entrenamientos", explica. Según dice, estas situaciones, que se dan cada vez en niños más pequeños –incluso de seis o siete años–, generan una autoexigencia patológica.

Hernández relaciona estos casos con un fenómeno que ha visto crecer en los últimos años y que lamenta: el mercantilismo en el mundo del deporte infantil. Según explica, existen clubes, incluso de pueblos o ciudades pequeñas, que, para ganar prestigio, hacen ofertas económicas a las familias de algunos niños que destacan por su calidad. "Esto genera contextos de mayor presión que no están ayudando al desarrollo que buscas para el niño con la práctica deportiva, como desarrollar la autoconfianza, la autoestima, el autoconcepto".

Otros deportes

También hay familias que ven al fútbol como un juego poco inclusivo. Esto es precisamente lo que ha llevado a la comisión de extraescolares de la AFA de la Escola Auditori, del barrio de Poblenou de Barcelona, ​​a no incluir en su oferta de actividades deportivas el fútbol. Según Carmen Molins, miembro de esta comisión, han apostado por el voley y el hockey patines porque en estos dos deportes todos los niños parten de niveles más bajos, no hay tantas diferencias técnicas como en el fútbol y no hay niños que de enseguida quedan excluidos porque tienen menos destreza.

Más allá de las extraescolares, también son muchas las escuelas que regulan o limitan la práctica de fútbol a la hora del patio. Es el caso de la Escuela Municipal Reina Violant de Barcelona. Hace unos años, en este centro educativo se realizó un estudio sobre el uso de los espacios del patio por parte de los niños que concluyó que los niños ocupaban toda la pista cuando jugaban al fútbol, ​​que era siempre, y las niñas quedaban relegadas a los alrededores. Con esta conclusión y con la llegada de una nueva dirección al centro que quería impulsar la práctica de otros deportes, se decidió limitar a uno los días de la semana que los niños de una clase pueden jugar al fútbol en el hora del patio. Según Olga Ramírez, directora de esta escuela, el resultado ha sido satisfactorio, no tanto porque hayan cambiado los usos de los espacios por parte de niñas y niños como porque se han promocionado otros deportes y se dan menos conflictos que cuando se jugaba siempre en fútbol.

Elegir el club

En la misma línea, Mònica, profesora de educación física, afirma que durante muchos años había trabajado el fútbol con sus alumnos e incluso habían llegado a hacer una liguilla con otras escuelas. Pero dejaron de hacerlo y apostaron por un deporte alternativo, el golpball. Este deporte es una invención de un profesor de educación física valenciano con la intención de crear un deporte dinámico, coeducativo, integrador y solidario, a la vez que divertido y motivador. Mònica se muestra muy satisfecha con el cambio: “Con el fútbol se generaban problemas continuamente. Con el golpe, no. No tiene referentes, no está viciado. Todo el mundo parte de cero y es mucho más inclusivo”.

Su experiencia como maestra también ha llevado a Mònica a intentar evitar que su hijo opte por el fútbol como extraescolar. “Nos pedía fútbol, ​​pero le animamos a probar el baloncesto, le ha encantado y ahora no quiere dejarlo”, explica. “Y que conste que el fútbol es un deporte chulo, que hemos jugado. Pero ahora mismo hay unos modelos y referentes que no quiero fomentar en mi hijo, que, además, ya tiene muchas oportunidades para jugar al fútbol aparte de las extraescolares”, aclara.

En el caso de Carmen Molins, su hijo ha probado otros deportes pero no le han convencido. Seguía pidiendo hacer fútbol y su familia optó por buscar una escuela que encajara con sus valores. Entre las singularidades de esta escuela destaca el hecho de que su hijo, por su edad, sólo juega un partido al mes. "Además, el ambiente que se ve en los partidos es de familias muy respetuosas y no una excesiva competitividad entre los niños", añade.

Buscar un club donde se puedan sentir cómodos es precisamente una de las propuestas que hace Sergi Hernández a las familias que se encuentren con hijos o hijas que les pidan hacer fútbol y eso les genere dudas. "El niño debe elegir el deporte y la familia, el club". Otra de las opciones que da es ponerle delante más opciones. “Podemos llevarlos a ver partidos de otros deportes. Incluso, si tenemos la oportunidad, dejar que lo prueben también. Porque, a veces, quedan sorprendidos con cómo les gusta un deporte que no conocían o con la destreza que pueden tener en algo que no sabían”, argumenta.

Ligas lúdicas

La Federación Catalana de Fútbol ha estrenado esta última temporada las ligas lúdicas, una propuesta para romper la barrera de entrada de la excesiva competitividad en el fútbol. Su objetivo es el disfrute del deporte y, para fomentarlo, tienen una normativa específica que prevé, por ejemplo, que no haya ascensos ni descensos o que los equipos sean mixtos. En esta primera temporada se han apuntado 126 equipos. Esta iniciativa va en la línea de lo que propone la directora del Observatorio Catalán del Deporte, Anna Vilanova: abandonar el modelo único en la práctica deportiva y favorecer que aparezcan diferentes modelos dentro del mismo deporte que den respuesta a lo que busca cada familia en particular.

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