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El imperio del fútbol: Las escuelas regulan el uso del balón en el patio

El patio escolar debe ser, según los expertos, un espacio no sólo para actividades deportivas tradicionales, sino que debe incorporar otras actividades que promuevan relaciones igualitarias

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Gráfico del patio de dos escuelas, que representa el espacio ocupado por niños y en rojo por las niñas.

Barcelona“Cada curso tiene un día fijo a la semana para jugar con el balón en la pista, y en principio, jugar al fútbol, ​​que tanto gusta”, explica Alícia Picado, maestra de primero de primaria de la Escola Parc de la Ciutadella en Barcelona. En esta escuela pública de Ciutat Vella, los lunes juegan los alumnos de primero y segundo, los martes los de tercero, los miércoles los de quinto, los jueves los de cuarto y así sucesivamente. Así se organiza esta escuela, como muchas en Cataluña que han impulsado normas referentes al uso de balones a la hora del patio. "El deporte se ha hecho cada vez más importante en nuestra sociedad y hasta ahora ha sido interpretado como una actividad básicamente masculina", explica Marina Subirats, catedrática emérita de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Los patios de las escuelas se han adaptado a los cambios sociales. En los años cincuenta eran espacios ajardinados, amplios, sin porterías o cestas; a partir de los años ochenta, las pistas de deporte tomaron mucho protagonismo, en muchos casos ocupando la parte central del espacio de juego escolar. “Se consideró que el deporte era algo importante para el desarrollo físico y pasaron a ser pistas deportivas más que patios. Y como se asimila mucho a los hombres, el espacio de las niñas quedó cada vez más reducido”, explica la socióloga.

Una investigación llevada a cabo en dos escuelas de Cataluña durante un año revela, precisamente, estas diferencias de género en el uso del patio. Los niños físicamente activos y fuertes ocupan la parte central del patio, dejando espacio para los trayectos de los niños menos activos y las niñas en las zonas periféricas. “La ocupación y el uso de los espacios centrales se hace de acuerdo con la jerarquía de poder, en la que hay quien tiene derecho a ese espacio y los hay excluidos. Estos patrones se hacen aún más evidentes en los espacios exteriores "centrados en el fútbol", explica Honorata Grzesikowska, urbanista e investigadora del informe. El estudio, que ha durado un año, se ha realizado en dos escuelas de primaria de Cataluña, una con un patio con pista central y otro sin ella.Las representaciones cartográficas dibujan los movimientos, pausas y espacios recorridos por los niños de entre 8 a 14 años.

El estudio también analiza el uso que hacen del espacio los más pequeños, los niños de 3 a 5 años que, en cambio, no tienen esta jerarquía espacial tan marcada.“No se revela ninguna diferencia discernible en el movimiento y la utilización del espacio en función del sexo biológico en estas edades”, explica la investigadora.

Lo que el patio nos enseña

A diferencia del entorno regulado de un aula, los patios ofrecen libertad no estructurada donde los niños toman decisiones sobre cómo pasar su tiempo, dónde reunirse y con quién interactuar. "Tienen un papel fundamental en la formación de la percepción que los niños tienen de sí mismos y de su posición dentro del tejido social más amplio", comenta Grzesikowska. Los patios, como terreno simbólico de experiencias, juegan, según la investigación, un papel crucial en el desarrollo de la identidad social, los valores y perspectivas sociales y culturales que tendrán estas criaturas en el futuro.

"Si tus intereses, valores y aficiones se dan sólo en los márgenes en lugar de las áreas centrales, hay muy pocas posibilidades de que tu comportamiento difiera significativamente en tu vida adulta", advierte la urbanista. Un patio lleno de balones en el que se están jugando tres partidos a la vez, se convierte en una especie de campo de minas y una limitación espacial para muchos niños. "La forma en que utilizan el patio niños y niñas es un aprendizaje y construye su percepción sobre su derecho a ocupar el espacio, a moverse en él ya utilizarlo", puntualiza Subirats.

Patio de una escuela de Barcelona.

Más allá del imperio del fútbol

Cuando a los niños de la Escola Parc de la Ciutadella no les toca la pista, pueden hacer juegos de pelota que no estén con el pie, como jugar a matar conejos, a la bomba oa pasarse la pelota. “Si no tienen balones, juegan en otros sitios del patio y el juego es muy variado. Dependiendo de la edad, tienen juegos más simbólicos y utilizan mucho la estructura del patio como el arenal, la casita o espacios para correr. Si son mayores, se encuentran en círculo y hablan o juegan a ping-pong”, explica Alicia Picado. Otra de las consecuencias positivas que han detectado es que niños y niñas se mezclan más entre ellos en el momento del juego, algo que no ocurre cuando juegan a fútbol o baloncesto, donde los equipos están más estructurados y tienden a tener las mismas dinámicas. “Si hay un juego rey, se establece una jerarquía entre los niños: lo que juega mejor, es lo importante, los que lo hacen peor son como de segunda clase. Y aquí aparece la competición, que viene por el valor social del fútbol”, detalla la socióloga, autora del libro Balónes fuera.

En esta escuela de Ciutat Vella, el día que no les toca pista, se ahorran conflictos: “Los juegos son más tranquilos y no provocan esa rivalidad que provoca el fútbol, ​​son días más calmados y no de tanta pelea”, confirma la maestra. Desde el punto de vista educativo, el juego es un momento importante para los niños porque les permite relacionarse, establecer reglas, gestionar conflictos, aprender a solucionarlos o actuar como un equipo. "Es muy importante que tengan otros tipos de juegos en los que no sea sólo el enfrentamiento y la violencia, y donde el fútbol no sea el monopolio", explica Subirats.

“¿Por qué asignar un espacio tan extenso a un solo campo de juego?”, se pregunta Grzesikowska. Crear dos campos de juego, incorporar porterías móviles, poner cestas de baloncesto situadas a lo largo de los caminos ya diferentes alturas para asegurar el acceso a niños más pequeños pueden ser algunas modificaciones positivas. “El patio escolar debe ser un espacio no sólo para actividades deportivas tradicionales, sino que debe promover actividades igualmente importantes, pero que no tienen una representación física tan fuerte en el diseño”, explica Grezsikowska. Esto incluye incorporar zonas más tranquilas, otras que cuenten con espacios de naturaleza y experimentación y otras en las que se puedan desarrollar actividades de movimiento. El urbanismo feminista y la coeducación con proyectos como Colectivo 6, Equal Saree o Coeducacció trabajan para crear espacios que promuevan relaciones igualitarias y romper con las jerarquías sociales establecidas.

“Hay que garantizar que los niños y niñas se puedan desarrollar de forma integral y prevenir el reforzamiento de estereotipos, es esencial adoptar un enfoque sensible al género en el diseño espacial porque impacta directamente en quien recibe prioridad en el uso del entorno”, concluye la investigadora.

Las diferencias de género en el patio: un estudio revelador

Bajo el sello Architektoniczki, Honorata Grezsikowska y Ewelina Jaskulska han investigado durante un año el uso espacial de los patios de dos escuelas de Cataluña. El proyecto busca redefinir una nueva jerarquía de los espacios en los patios de las escuelas.

Realizado desde una perspectiva de urbanismo basado en evidencias se pusieron en marcha dos procesos participativos de un año con niños, comunidad escolar, representantes de la ciudad y padres. Este proceso implicó la recopilación de datos tanto cualitativos como cuantitativos. El seguimiento de los caminos de los niños durante sus tiempos de descanso fue una de las diversas metodologías utilizadas durante el proceso, así como cuestionarios, talleres, observaciones y participación activa, entre otros. “El proyecto quiere entender de forma más profunda cómo los diseños espaciales pueden influir en las experiencias de vida de niños y niñas de forma diferenciada según el género”, explica Grezsikowska.

A través de la técnica del Diagrama de Spaghetti se crean mapas que representan a los patrones de movimiento de los niños de 8 a 14 años de dos escuelas de primaria. Estas representaciones cartográficas construidas colaborativamente con los padres y la comunidad escolar a lo largo de varios meses, capturan los caminos recorridos por los estudiantes, los puntos de paro y otros aspectos de la dinámica espacial dentro del entorno escolar. Se contó con dos escuelas con patios diferentes, uno con pista de fútbol y otra sin. Las conclusiones son similares, pero la ocupación y el uso de los espacios centrales de forma desigual se hace más evidente en el patio con pista. “El objetivo final es promover la movilidad, democratizar el deporte y proporcionar evidencias de que la forma en que los niños aprenden a moverse durante las pausas les acompaña hasta la edad adulta, e influyen en su participación en espacios públicos y en la vida social”, explica la investigadora.

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