Así hace de madre

Núria Parera: "No puedes forzarles a estar en el sofá contigo cuando ya tienen cierta edad"

Guionista, escritora y madre de Alba y Oriol, de 21 y 18 años. Ha escrito guiones de las series 'Como si fuera ayer', 'Las del hockey', 'Ventdelplà', 'Infidels', 'La Riera' y 'El corazón de la ciudad'. Publica 'A, B, C y Dª. Smith' (Babulinka Books), ilustrado por Kim Amate, para lectores de 7 a 10 años. Ganó el premio Crítica Serra d'Or con 'La maleta' (Babulinka Books).

Núria Parera
11/02/2025
3 min
Regala este articulo

BarcelonaTengo cinco hermanos y soy la pequeña. Cada fin de semana lo pasábamos en una casa de payés, en el Montnegre, una masía que todavía es punto de encuentro de hermanos y primos. Salíamos de casa por la mañana y volvíamos a nuestro aire, sin que los padres nos estuvieran demasiado encima. Recuerdo ir por el bosque, por la riera, y no volver hasta que oíamos la campana, que indicaba que la comida estaba lista. El libro es una reivindicación del juego al aire libre y del derecho del niño a sentirse libre.

Lo dedicas a los hermanos.

— La relación que puedes tener con un hermano o hermana no se asemeja a ninguna otra. Son personas con las que tienes un vínculo fuerte por el hecho de haber compartido unas vivencias familiares comunes, un tipo de educación, una forma de entender el mundo. Te sirven de red y consuelo cuando hay momentos complicados y tristes, como fue la pérdida del padre.

Y a veces te enseñan que no es tan complicado tener hijos.

— Ver cómo los hermanos mayores desarrollaban la labor de padres o madres me ha ayudado mucho. Me ha permitido practicar con los sobrinos antes de tener a mis hijos. A sus nueve años ya era tía y fue un regalo maravilloso. Ahora tengo doce sobrinos y he hecho de canguro de la mayoría de ellos –más seis sobrinos de parte de mi marido.

¿Cómo has ayudado a los hijos a decidir qué estudiarían?

— Me he implicado mucho en sus estudios, pero nunca de forma impositiva. Mi hija hizo el bachillerato y se marchó a Estados Unidos, donde cursó el primer año de una carrera de comunicación. La experiencia fue buenísima, pero los estudios allí no le gustaban y volvió a estudiar en Barcelona. Ahora está encantada. El pequeño, al elegir entre ir a bachillerato o hacer un grado, tenía dudas. Le pusimos por delante las asignaturas del bachillerato y las del grado que había escogido, y le dijimos que lo pensara. Al cabo de diez minutos ya lo tenía clarísimo: eligió un grado medio. Ahora está cursando un mayor grado de marketing y publicidad.

Durante un año fuiste una madre de acogida.

— Acogimos en casa a una adolescente de Málaga, de padres nigerianos, durante un curso escolar, Chiso. Hace ocho años. Cuando llegó a casa debía empezar primero de ESO. Para todos ellos fue un cambio importante y un aprendizaje mutuo. Los hijos lo aceptaron con normalidad. Me sorprendió lo bien que la integraron en las dinámicas de la familia. Por ejemplo, aceptaron muy bien volver a compartir habitación. A los dos meses Chiso ya hablaba catalán. Estudiaba en el mismo instituto que Alba y entrenaba en el mismo equipo de baloncesto. Hubo momentos bonitos, otros divertidos, otros complicados.

¿Qué fue complicado?

— Es evidente que una acogida desquicia el día a día y nunca sabes si lo estás haciendo bien o no. Mi marido y yo nos volcamos, pero ahora, visto en la distancia, creo que lo haría diferente. A veces tienes tantas ganas de ayudar y que la persona avance que agobias, y no tienes suficientemente en cuenta todo lo que carga aquella persona.

¿Sigue en contacto?

— Mantienen el contacto con Alba. Ahora Chiso vive en Estados Unidos. Consiguió una beca para jugar al baloncesto y estudia allí, en la universidad. Estamos muy contentos por ella.

Escribes guiones del Como si fuera ayer. ¿Todavía miras la tele con tus hijos?

— Los hábitos de mirar la tele han cambiado por completo. Cuando eran pequeños compartíamos momentos muy bonitos de sofá y televisión. Esto acabó al entrar en la adolescencia. Es una lástima que se deje de compartir ese tiempo porque se pierde la capacidad de negociar y saber ceder, a la hora de elegir una película. Pero luchar contra esto es complicado. No puedes forzarles a estar en el sofá contigo cuando ya tienen cierta edad.

Cuéntame alguna anécdota que les guste recordar.

— Cuando era pequeña, Alba era muy observadora. Un verano estábamos en una iglesia de un pueblecito donde celebraban un bautizo. Alba no tenía ni idea de qué estaba pasando, vio cómo le ponían aceite en la frente al bebé, y yo le contaba: "Ahora le ponen un aceite". Vio cómo le echaban agua por la cabeza y yo le contaba: "Ahora le echan el agua". Luego vio cómo le acercaban un cirio enorme encendido y antes de que yo le pudiera decir nada, preguntó toda preocupada: "¿Y ahora le quemarán?"

stats