Marc Martínez: “No tengo trabajo y tengo tres hijos; mi situación puede ser precaria dentro de unos meses”

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L'actor Marc Martínez

BarcelonaEl actor Marc Martínez está promocionando la serie de Netflix Hache, que estrena segunda temporada el 5 de febrero, pero a la vez está angustiado por su futuro. A pesar de que es una de las caras conocidas del audiovisual catalán –todo el mundo recuerda al mataabuelas de Nit i dia– y ha actuado y dirigido en los principales teatros del país, no trabaja desde julio. Solo ha hecho dos pequeños papeles en una película de Dani de la Torre y una serie de Bob Pop. Tiene por delante un 2021 en blanco.

Dices que no tienes trabajo, pero a la vez estrenas Hache.

— Y me va la vida en ello. Porque no tengo trabajo y tengo tres hijos. Y mi situación puede ser de precariedad dentro de unos meses. La situación de los actores siempre es muy delicada y, con la pandemia, ya es horrorosa, porque ahora es un sálvese quien pueda, no funcionan ni las familias, la gente está acojonada.  

A veces cuesta pensar que los famosos también pasan por esta situación.

— Tengo 55 años y una trayectoria, pero no soy una estrella. Los workers, actores como Josep Julien, David Bagés o yo, que somos amigos, siempre estamos en la cuerda floja.

Pero la gente te considera una cara conocida.

— No me siento así y no lo soy. Soy conocido aquí y tengo reconocimiento. Y a pesar de que estoy en un buen momento personal, no lo es profesionalmente. No soy un workaholic, trabajo para ir tirando. Antes podía vivir de una película, una serie y una obra de teatro al año, y era feliz. Me he mantenido en una segunda línea discreta porque me ha gustado dirigir, escribir, la música, mi grupo, los hijos, el huerto. He tenido oportunidades para ganar mucho dinero y las he rechazado. Pero con la crisis de hace diez años esto se acabó y a mí me cogió con el pie cambiado. Por suerte, estoy bien: he tenido un bebé y mi hijo mayor [León, 16 años] no para de trabajar. Le dije: “Si la cosa sigue así, con el dinero que ganas y la edad que tienes, tendrás que ayudar en casa”. 

¿Y tú que harás?

— Mis representantes de Madrid creen en mí y quieren relanzar mi carrera, pero cuesta mucho. No hay tanta oferta, y está Manolo Solo, que es uno de los mejores actores de la mi quinta, que ahora no para. Mirando atrás, yo no me he focalizado en mi carrera como actor audiovisual. Manolo Solo sí y a ahora se ha convertido en un protagonista.

¿Has fallado en esto?

Quizás sí, quizás tendría que haber picado piedra en culebrones de Madrid, pero lo lucharé. Nunca había pedido trabajo y en los últimos años lo he hecho. Le he pedido trabajo a Eduard Fernández, que tiene 40 proyectos. ¿Qué pasa? Que tienes que estar de moda, y yo he sido muy mío. La independencia la acabas pagando.

Marc Martínez en 'Hache' / Netflix

¿Nunca habías buscado trabajo?

— No. Yo he tocado todos los palos, me ha gustado abrirme, me ha dado miedo el cierre mental, las familias. No quise ir a Madrid con Mario Gas, no quise hacer de director o puse unas condiciones que consideraban inaceptables, como ensayar cuatro meses. Pero de esto a que ahora no me gane la vida con mi trabajo, con mi currículum... He actuado en 400 títulos. No pido ser una estrella, solo vivir con dignidad sin sufrir.

Si no te llaman, ¿podrías levantar un espectáculo como hiciste con el monólogo musical Mal Martínez?

— Uy, eso fue muy contradictorio. Máximo placer en la creación y mucho dolor. Vi que si no tienes un impulso de popularidad, que te da la televisión, el teatro no pita, es una cosa de gafas de pasta. Con Mal Martínez decidí dejar el teatro. Tuve las mejores críticas y no me gané la vida. Ganaba más el técnico que yo. Si mi compañera no estuviera trabajando en el culebrón de TV3, ahora tendría que entrar en una escuela, un trabajo que me encanta pero no te da disponibilidad para actuar.

¿Te has planteado dejarlo?

— No. Yo soy optimista. He buscado representantes en Madrid, que son jovencísimos y buenísimos. Me he centrado en el cine y tengo esperanzas de que suene la flauta. Como a Pep Munné con La casa de papel. Me tengo que crear el nombre ahora, siendo un sénior, porque en Madrid no me conocen. A pesar de que si fuera una mujer todavía sería peor, porque las actrices dejan de existir.  

¿Te tendrás que ir a Madrid?

— Eso ya no lo haré. Podré ir a trabajar unos meses, pero volveré aquí. Porque la fama de una serie de estas no dura y no te compensa, y tampoco profundizas en tu trabajo. Con Hache hemos rodado aquí y me lo he pasado muy bien. Quiero poner mi granito de arena para que se haga audiovisual desde aquí.  

Todavía eres de los afortunados. Una serie en Netflix no te salva el año?

— Sí, puedo tirar unos meses. Pero yo tengo caché de trabajador. De lo que se tendría que hablar es de lo que cobran las estrellas, que es tanto dinero que da vergüenza decirlo. Es cierto que no me puedo quejar, pero el futuro incierto te provoca una angustia. Hablo en nombre mío y de muchos compañeros, sobre todo gente de teatro.

¿Cómo te imaginas los próximos años?

— Me quedan diez años buenos de carrera y quiero trabajar mucho. Me gustaría montar un estudio de coach en Mataró, tener una marca propia. Al teatro dudo que vuelva, estoy quemado y ha dejado de interesarme. Me gustan los jóvenes. Fui a ver Els ocells de La Calórica y repetí al día siguiente. Esto es una maravilla y estos tienen que cortar el bacalao los próximos 20 años. El teatro tiene que ser transformador y lo tienen que liderar los jóvenes.

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