Arquitectura

Las (¿pocas?) chapuzas urbanísticas de Catalunya

La gestión urbanística y del paisaje catalana destaca respecto al resto del Estado

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Sa Riera, una urbanización de lujo en Begur

BarcelonaEn el libro España fea. El caos urbano, el mayor fracaso de la democracia (Debate), del periodista Andrés Rubio, Catalunya aparece como un oasis entre la proliferación de fealdad y aberraciones arquitectónicas y urbanísticas del resto del Estado. “Aunque se han producido muchas cosas negativas, en general la visión de Catalunya respecto al resto de España sale ganando con diferencia”, afirma Andrés Rubio. Y al mismo tiempo Rubio estuvo en Girona hace una semana para participar en la 2.ª Jornada del Conservatorio del Litoral, organizada por SOS Costa Brava, y asistió a una manifestación contra la promoción de viviendas Jardins de Sa Riera Living, descrita como “el Algarrobico catalán”, como dice el propio Rubio, a pesar de que cree que el caso del polémico hotel almeriense es más grave. 

A pesar de que no aparecen en España fea, en toda Catalunya hay numerosos edificios que se pueden considerar chapuzas no solo por sus características, sino también porque no encajan en su entorno, como el Hotel Cap Roig en primera línea de mar en Ampolla (Baix Ebre) y el gigantesco Hotel Ametlla Mar en la Costa Dorada. También es el caso de la urbanización desordenada de Segur de Dalt, en Calafell (Penedès). También los edificios a medias desde hace años y las parcelas vacías en la zona del museo del agua de Lleida (Tierras de Lleida) y las obras olvidadas del Museo del Clima, también en Lleida. La urbanización desmedida fuera de las grandes ciudades del país también ha tenido efectos devastadores, como se puede observar en las urbanizaciones que se han hecho alrededor de Ullastrell (Vallès Occidental) y en las montañas de Ordal, cerca de la Creu d’Aragall.

Andrés Rubio también pone en valor el cuidado que se ha tenido con el urbanismo en la ciudad de Barcelona y cuando llega a las polémicas actuaciones de urbanismo táctico emprendidas por los comunes en los últimos años las describe más que posicionarse. “De alguna manera lo he hecho conscientemente, porque el modelo de Barcelona es tan abrumador respecto al resto de España que incluso hay un punto ideológico mío de afirmar que es el modelo defendible”. Una de las razones por las cuales el urbanismo barcelonés es tan excepcional para Rubio es que "es el modelo en el que continuamente se ha valorado la ciudad desde el punto de vista de la configuración del espacio público". El autor subraya: "El carácter de Barcelona de laboratorio urbano me parece fascinante".

A pesar de todo, sí que recoge varios casos polémicos, como la Nova Icària, donde está la Villa Olímpica, que el arquitecto y catedrático jubilado de la UPC Josep Quetglas criticó duramente. “Es un urbanismo de islas de casas, poco propositivo; podría ser más audaz”, lamenta el autor. También recuerda que el distrito 22@ se tuvo que repensar para que no quedara vacío fuera del horario laboral y que proyectó “una sombra gentrificadora” sobre Poblenou. Por último, Rubio recuerda el polémico Hotel W, de Ricardo Bofill: por un lado, lo considera fruto de una operación especulativa que encendió a los vecinos y, por el otro, el resultado fue poco lucido porque Bofill tuvo que rehacer el diseño inicial de una torre más esbelta. 

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