"El modelo de la casita y el huerto es perverso"

Eulàlia Gómez Escoda, profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, defiende la ciudad "densa e intensa" para hacer frente a la crisis climática

Eulàlia Gómez-Escoda, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de donde es profesora
01/08/2025
3 min

Cuando pensamos en un arquitecto nos imaginamos a alguien que diseña edificios, grandes o pequeños, públicos o privados, de viviendas o de oficinas. Pero la realidad es que los arquitectos hacen más que diseñar casas. También hacen ciudades: los espacios por los que caminamos, donde hacemos deporte, donde nos sentamos a descansar, los ha diseñado alguien. Y ese alguien es un arquitecto o una arquitecta.

"No sólo hacemos edificios, también hacemos ciudad", resume orgullosa Eulàlia Gómez-Escoda. Profesora de la Escuela de Arquitectura de la UPC, se declara "profundamente enamorada" del urbanismo -"una palabra que se inventó Ildefons Cerdà"- y de Barcelona. "Las ciudades siempre han tenido muy mala prensa, se han visto como sitios masificados, poco saludables, donde la gente vive hacinada, donde hay contaminación, pero en realidad son lugares muy especiales y muy interesantes".

Interesantes y polémicos. Como espacios en constante transformación y donde viven personas muy distintas con intereses muy distintos, las ciudades son necesariamente complejas. "Las más especiales son tensas e intensas, lugares donde pasan muchas cosas a la vez. Y, claro, algunas de estas cosas nos gustan y otras no tanto, pero eso es lo que las hace singulares porque, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito rural, en una ciudad tenemos más probabilidades de encontrarnos a personas diferentes a nosotros, que no piensan igual".

Cerdà, revolucionario

Es justamente esa riqueza la que hace que las ciudades sean espacios complicados de gestionar, con diferentes esferas de poder e influencia que compiten por definir un modelo u otro. Complacer a todo el mundo no es fácil, como se está demostrando en los últimos tiempos con el debate sobre el uso del coche. Un debate en el que, según Gómez-Escoda, Barcelona juega con ventaja. "La idea de Cerdà fue revolucionaria, repartió el espacio de forma completamente democrática, adjudicando la mitad a los vehículos y la otra mitad a los peatones. Y hizo otra cosa remarcable: pensar las ciudades como un espacio donde las personas pueden andar de forma agradable, con un árbol cada 8 metros que da sombra".

Estos son unos elementos que, dos siglos después, son plenamente de actualidad porque el cambio climático obliga a afrontar el aumento de las temperaturas (y, por tanto, las zonas verdes), y porque la idea de la ciudad de los 15 minutos gana adeptos (y detractores). Para Gómez-Escoda, mejorar la vida de los habitantes de las ciudades no puede hacerse ignorando la realidad. "Debemos entender que ir a todas partes caminando es un lujo, no un derecho, y tampoco podemos pedir que todo el mundo abandone el coche, hay gente que realmente lo necesita. Ahora bien, es evidente que es necesario un cambio de mentalidad para hacer de la ciudad un lugar más humano".

La ciudad intensa

Un cambio que implica no sólo dar más espacio al peatón y sacarlo al vehículo privado, sino también repensar qué es una ciudad. "No podemos entender la ciudad como un núcleo perfectamente delimitado con un centro y unos suburbios. Debemos entenderlo como un continuo, con muchos centros, con diferentes texturas siempre dentro de la intensidad". Un concepto, el de intensidad, que le gusta especialmente: no es partidaria de modelos como el de Londres, con casas unifamiliares y el comercio concentrado en unas pocas calles, sino justamente el modelo barcelonés. "El modelo de vida de la casita y el huerto es perverso, no es eficiente: necesitamos ciudades densas, más denso significa más servicios, más mezcla de actividades, más sinergias. Y eso es lo que hace que sea un modelo sostenible, sobre todo ahora, en una situación marcada por el cambio climático. Cuando hablamos de hacer una ciudad intensa no hablamos sólo de tener más en tener más. cuenta -apunta-: cuanto más densa sea la ciudad, menos castigamos al país".

Gómez-Escoda reivindica la profesión de urbanista, central en nuestras vidas: las condiciona, mejora o empeora. "Tanto la arquitectura como el urbanismo son servicios públicos, por eso es importante que los profesionales que nos dedicamos tengamos una mirada crítica de lo que hacemos, nuestro trabajo debe tener una utilidad que no sólo debe servir por ahora, sino también para el futuro". Un futuro que ve con optimismo, pese a la crisis climática o la falta de vivienda. "Quizá no lo parezca, pero mucha gente trabaja para las generaciones futuras, pensando casas mejores y pensando ciudades mejores".

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