"Ser la hija de Picasso no es fácil, pero tampoco te puedes escapar"
El Museu Picasso muestra la creatividad y los juegos de Picasso y François Gilot con sus dos hijos: Claude y Paloma
BarcelonaA Claude Picasso le regalaron dos coches de juguete cuando era pequeño. Estaba encantado con el regalo, pero no pudo jugar con él. Su padre, Pablo Picasso, se les apropió e hizo un jefe de mona. El capó hace de hocico y los guardabarros simulan los labios. A la hermana de Claude, Paloma, le ocurrió lo mismo con unas muñecas. Cuando tenía 3 años, su padre le hizo una serie de siete muñecas con su cara. "En cuanto me las dio, me las tomó, pero gracias a eso las podemos ver y ahora sí son mías", explica Paloma Picasso, que este jueves ha presentado la exposición Crecer entre dos artistas. Homenaje a Claude Picasso en el Museo Picasso de Barcelona.
La muestra, que podrá verse hasta el 26 de octubre, ha sido concebida por la propia Paloma Picasso, con la ayuda de la familia de su hermano, que murió en verano de 2023. Incluye fotografías de Robert Capa y Edward Quinn y las obras de arte y los juguetes que crearon sus padres Françoise Gilot. Es la primera vez que se puede ver la obra de Gilot en el Museu Picasso de Barcelona. "Con esta exposición queríamos reivindicar no sólo la figura de nuestro padre, sino también la mirada artística de nuestra madre, Françoise Gilot", dice Paloma, la única superviviente de los cuatro hijos de Picasso y actual responsable de la administración Picasso y patrona del Museu Picasso de Barcelona.
En las salas del museo se puede ver la intimidad doméstica en La Galloise, la casa en el municipio de alfareros provenzal de Valauri donde Picasso descubrió la pasión por la cerámica. Allí vivió toda su familia: Picasso, Gilot y los dos hijos de ambos, Claude (1947-2023) y Paloma (1949), desde 1948 hasta 1953. Ese año, Gilot abandonó el pintor y regresó a París con sus dos hijos. No sería fácil continuar con el proyecto artístico y sobrevivir al reconocidísimo artista malagueño, pero lo hizo. Era una mujer valiente, que también publicó Mi vida con Picasso (1964). Fue un gran éxito editorial, pero la mayoría de artistas cerraron filas con Picasso y, para Gilot, aún se complicó más obtener reconocimiento.
"Olvidados" por los padres
"Cuando mi padre creaba, no hacía diferencias; da igual si eran juguetes u obras de arte, él siempre se lo tomaba todo en serio, pero con una sonrisa. Tanto papá como mamá trabajaban muchísimo y esta intensidad se nota en la exposición", explica Paloma. Picasso y Gilot hacían de todo con sus manos y tenían una gran imaginación. A menudo hijos y padres se disfrazaban de mosqueteros, de cowboys o de toreros. El espíritu de estos juegos exuda en las diferentes salas, que muestran unas sesenta creaciones de Picasso y una decena de Gilot. En una entrevista, Claude reconocía que sus padres "les olvidaban": "Estábamos encantados de que se olvidaran de nosotros". En ese "olvido" había implícita una gran libertad: los dos hermanos podían hacer lo que querían. "Hay quien se imaginará que hacíamos tonterías, porque para algunos, con su cerebro de pescado frito, Picasso hacía tonterías. En todo caso, nosotros sabíamos que no eran tonterías". Claude aseguraba que, de sus padres, aprendió a arriesgarse, a lanzarse al vacío.
Paloma Picasso reconoce que no tiene prácticamente recuerdos de cuando sus padres estaban juntos. Se separaron cuando ella tenía tan sólo 3 años. "Ellos nunca hablaron mal el uno del otro y, cuando se separaron, pasaba todos los meses de verano con mi padre. No lo viví como algo traumático". Como comisaria de la exposición, afirma que este homenaje a Claude es también una forma de compartir "los años de luz, de imaginación y de aprendizaje" que vivieron juntos: "El arte era nuestro lenguaje común". En el Museu Picasso, por ejemplo, se puede ver un libro que les hizo su madre y que les regaló la Navidad de 1952. Tenía un título mitológico: Paloma Sphynx, aludiendo a que Paloma era una niña bastante silenciosa.
"Mi padre ponía su vida como ejemplo y mi madre tenía miedo de que odiáramos el arte porque nos robaba nuestros padres. La madre se encerraba en la habitación para crear y no nos llevaba todo el día a museos, porque quería que lo viviéramos como una afición, no como una obligación", dice Paloma. Sin embargo, ser la hija de Picasso no es fácil: "No es fácil existir más allá de Picasso, pero no te puedes escapar. Tampoco es fácil ser la hija de mi madre, que se imponía siempre retos muy grandes, pero me enseñó que una niña puede hacer lo mismo que un niño o mejor. mi vida. Con mi apellido habría sido desastroso matricularme en bellas artes", asegura. Acabó escogiendo el diseño de joyas.
Se han hecho muchísimas exposiciones con la obra de Picasso, pero la comisaria explica que ella descubre cada día cosas que no sabía: "He podido mostrar la vida de mi padre, mi madre y mi hermano". Mira con ternura un retrato de Claude con galteras, que Picasso hizo en 1948. "Luce mucho aquí, en medio de todas las demás obras", dice mientras recorre la exposición, que comienza con unos dibujos con sombras chinas en las que se distinguen a Pablo Picasso, Françoise Gilot ya sus dos hijos. Para Paloma, aunque llevaban dos años, Claude era como su hermano gemelo.