Artes visuales

Marcelino Antúnez: "A Barcelona vas a comprar un perpal y nadie sabe de qué le estás hablando"

El artista organiza, en el Sismógrafo de Olot, una manifestación para reivindicar que la naturaleza vuelva al centro de la vida humana

Marcelio Antúnez
3 min

BarcelonaEn el taller de Marcelino Antúnez (Moià, 1959) ha desplegado un telón inmenso capitaneado por cuatro grandes gigantes tecnológicos. Los jefes ilustrados de Bill Gates, Elon Musk, Mark Zuckerberg y Steve Jobs salen de unos cuerpos en forma de lombrices para observar lo que, según el artista, han sembrado desde hace años: personas abducidas por los teléfonos móviles y completamente desconectadas de su entorno. "Hay éstos, pero podría haber puesto el presidente de Mercadona o Jair Bolsonaro, que ha deforestado la Amazonia", explica Antúnez. El telón formará parte de Naturaleza Centrum Este, una manifestación performativa comunitaria (puede participar todo el que quiera) que recorrerá las calles de Olot el 25 de abril, dentro del festival Sismógrafo, para reivindicar que la naturaleza vuelva a tener un papel principal en la sociedad actual.

El telón se pliega y se despliega como los acordeones de los libros pop-up. Por un lado, Antúnez ha pintado el capitalismo tecnológico y la humanidad virtualizada. En la otra, la esperanza: animales en peligro de extinción —como los linces ibéricos, los cangrejos de río de patas blancas y las abubillas— que habitan lejos del monstruo de las pantallas. Fundador de La Fura dels Baus y del colectivo Los Rinos, Antúnez se construyó, a partir de los años noventa y hasta bien entrado el siglo XXI, una carrera artística con la tecnología como eje central. Ahora que ha abrazado la naturaleza y carga contra la sociedad digital, parece haber pasado de un extremo a otro.

Los gigantes de la rúa 'Natura Centrum Este'.

Pero él defiende que no es una transformación contradictoria. "Soy hijo de ganaderos y tuve la suerte de vivir a payés durante los años sesenta. Luego creamos La Fura dels Baus, que apelaba a la salvaje -explica Antúnez, que añade que- la tecnología no es mala, el problema es que la han hecho mala. Al principio estaba abierta a todo el mundo, con proyectos como Open Source, y eso." En 2014, Antúnez se dio cuenta del camino que estaba tomando la sociedad de las nuevas tecnologías. "Hice una exposición que fue como el canto del cisne. Vi que no quería convertirme en el gremio del arte y la tecnología, pero me ha costado diez años llegar hasta dónde estoy hoy. Ha sido todo un proceso", señala el creador.

Llenar Montjuïc de huertos

En este proceso personal han tenido mucho que ver la lectura de figuras como el filósofo y poeta Lanza del Vasto y la activista Luz de la Selva, así como un huerto personal. "Me puse en serio hace cinco años y me he documentado sobre cómo generar los compuestos. ¿Por qué no enseñan horticultura en las escuelas? Todo lo que comemos es malísimo", subraya Antúnez, que dispara contra las grandes corporaciones y contra la globalización. "El 50% del cambio climático es culpa de la agroindustria. El Ayuntamiento de Barcelona debería llenar Montjuïc de huertos. Pronto los tendría repartidos", propone el artista, que cita el libro Future primitive (1994) de John Zerzan como su gran referente. "Él plantea que la edad de oro de la humanidad es cuando éramos cazadores y recolectores", dice Antúnez. bueno, pero es que ahora sólo se habla de Estados Unidos. Precisamente cuando nuestra lengua es muy rica con todo lo que tiene que ver con el bosque y el campesinado.

Participantes en un ensayo de la rúa 'Natura Centrum Este'.

En Naturaleza Centrum Este habrá representaciones de los animales en peligro de extinción, banderas, vestuario y carteles reivindicativos con mensajes como "la tecnología no es neutra" y "no somos cosas, somos sujetos". labrar—, Rachel Carson —pionera en la denuncia de los pesticidas— y Wangari Maathai, que hizo plantar más de 30 millones de árboles en Kenia. rollos", dice Antúnez. Tras su paso por Olot, el proyecto Naturaleza Centrum Este se instalará a partir de diciembre en la Sala Oval del Museo Nacional de Arte de Barcelona.

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