La comedia romántica de Aitana (y Netflix) es tan efectiva como previsible

Después de estrenar La última en Disney+, Aitana sigue construyendo su carrera como estrella de plataforma con Pared con pared, remake de la comedia romántica francesa Tras la pared. Pared con pared es, ante todo, un vehículo estelar para la cantante y, como tal, cumple su función como un reloj suizo: de forma tanto infalible como previsible. Como les ocurrió a tantas otras artistas musicales trasplantadas en la pantalla –de Barbra Streisand a Lady Gaga–, los personajes con los que Aitana inicia su carrera actoral son espejos en los que se refleja su imagen pública como cantante. Así, en este filme dirigido con oficio por Patricia Font (El maestro que prometió el mar), Aitana es Valentina, una aspirante a pianista que, por supuesto, esconde en su interior un desbordante talento musical.

La premisa es original –Valentina y su vecino comparten una fina pared a través de la cual se siente todo y, poco a poco, inician una relación sin conocerse físicamente–, los secundarios tienen gracia –es inverosímil que Miguel Ángel Muñoz sea un esnob director de orquesta, pero lo defiende con convicción–, y los equipos de arte, fotografía y vestuario lo han empaquetado todo con un envoltorio impecable. Esto no evita que el resultado final acabe siendo más frío que una transacción bancaria –o que un cálculo de algoritmo–, ni la sensación de que a la estrella principal le hubiera ido mejor, en sus esforzados inicios interpretativos, un personaje que no se pasara la mitad de la película hablando en una pared.