Los cuñados también tienen un corazón (y pueden hacerse ecologistas)

Los guionistas y directores Éric Toledano y Olivier Nakache, responsables de la exitosa Intocable (2011), vuelven a la carga con una nueva comedia para todos los públicos, moderadamente dramática y con trasfondo social. Un año difícil trata de dos hombres desbordados que afrontan desahucios y divorcios por culpa de las deudas que han adquirido. En plena desesperación vital, se introducen en una organización ecologista para conseguir cervezas gratuitas y acercarse a su atractiva líder.

Toledano y Nakache tratan de construir un puente bidireccional entre una militancia algo desconectada de la realidad económica (dominan los jóvenes que nunca parecen haber sufrido ninguna adversidad) y dos hombres con problemas de subsistencia que consideran ridículo preocuparse por el calentamiento global. Todo ello es muy convencional y al mismo tiempo funciona razonablemente. El dúo protagonista consigue que sus personajes se conviertan en una especie de cuñados imperfectos pero entrañables, de los que reírse y con los que sufrir, que abandonan su cinismo inicial. Y los directores generan un tejido de tramas que se cruzan, con redenciones, amores, celos y picarescas, para disipar un aparente pánico al aburrimiento. Lo peculiar es que, tras las historias de superaciones y de los montajes musicales motivadores, llega un extraño desenlace en el que el final feliz aparente abre la puerta a una sátira (¿involuntaria?) del movimiento ecologista al que supuestamente se apoyaba.